Supuestamente se trata de un grupo de voluntarios que acuden en ayuda de la población civil de Siria víctima de los bombardeos, y ya saben la coletilla famosa que no debe faltar nunca: de uno y otro bando. Que quede claro. Son neutrales. Su empeño es exclusivamente humanitario.
Los Cascos Blancos son una organización creada en 2013 y, como no podía ser de otra forma, detrás no hay otra cosa que el imperialismo puro y duro y, naturalmente, la propaganda de guerra, las cortinas de humo y la intoxicación mediática. Veamos algunos ejemplos, sólo unos pocos, para no agotar la paciencia del sufrido lector:
– El único resquicio de luz en un mundo especialmente oscuro (La Sexta)
– Los ‘cascos blancos’ que salvan vidas entre escombros en Siria (El País)
– Los ‘Cascos Blancos’: voluntarios que ofrecen atención primaria a los heridos en Siria (Médicos Sin Fronteras)
Siempre que surgen este tipo de tinglados hay que acudir, como es habitual, a las fuentes de financiación, entre las que encontramos al mismo mecenas de siempre: el benefactor de la humanidad George Soros, además de tres de las potencias integrantes de la OTAN, que también se han caracterizado siempre por su humanitarismo: Estados Unidos (23 millones de dólares), Gran Bretaña (20 millones de libras) y Holanda (4 millones de euros).
Después de hablar del dinero corresponde desenmascarar las mentiras, la filantropía y el baboseo propio de este tipo de ONG, en el que los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental. Pues bien, hay que decir que los Cascos Blancos sólo están presentes en las zonas controladas por el Califato Islámico y el Frente Al-Nosra porque el papel que el imperialismo le tiene asignado, además, de la propaganda, es justificar la imposición de una zona de exclusión aérea que impida los bombardeos rusos y sirios sobre las posiciones yihadistas.
Luego hay que pasar a ver quiénes son esos voluntarios que se juegan la vida como héroes para salvar a los demás, mercenarios cuyo nombre ha salido a relucir, como Raed Saleh, del que el New York Times reconoció en abril (1) que se le había impedido la entrada en Estados Unidos porque formaba parte de las bases de datos como un riesgo para el país o, dicho en román paladino, porque estaba fichado como yihadista y, naturalmente, si le habían llamado para viajar a Estados Unidos es porque sus jefes de la CIA tenían que darle instrucciones.
Organizaciones como los Cascos Blancos forman parte de una nueva concepción de las guerras imperialistas elaborada por la Rand Corporation que se llama “teoría del enjambre” (2) en donde el éxito de la guerra depende estrechamente “de un control estricto del flujo de informaciones”.
(2) http://www.rand.org/content/dam/rand/pubs/rgs_dissertations/2005/RAND_RGSD189.pdf