Buscadores de huesos, indios y cowboys: la batalla por la memoria

Abel Prieto
Hay dos posiciones del neofascismo frente a la memoria: apostar por “el olvido” y promover la amnesia colectiva, de modo que la gente viva atontada, sin raíces, sin mirar atrás, o manipular el pasado

Un líder del partido español Vox llamó “buscadores de huesos” a los defensores de la memoria histórica y subrayó que la llamada “transición” del régimen franquista a la “democracia” se basó en “un pacto para el olvido”. Bolsonaro decretó en Brasil suspender los trabajos de otros “buscadores de huesos” que desde 2014 se dedicaban a analizar más de mil cajas con restos óseos de víctimas no identificadas de la dictadura militar, extraídos de fosas comunes del cementerio Perus de Sao Paulo.

Hay dos posiciones del neofascismo frente a la memoria: apostar por “el olvido” y promover la amnesia colectiva, de modo que la gente viva atontada, sin raíces, sin mirar atrás,  manipular el pasado.

El propio Bolsonaro provocó un escándalo cuando quiso conmemorar el golpe de Estado de 1964. Una triste página en la historia de Brasil: el ejército (con el pretexto del “peligro comunista” y el apoyo de la CIA y de Estados Unidos) derrocó al presidente Goulart e instaló una dictadura que se mantuvo hasta 1985.

Sin embargo, el Ministro de Educación de Bolsonaro propuso una evaluación “matizada” de lo ocurrido. Fue “la sociedad civil” (no los golpistas) quien promovió la salida de Goulart –afirmó el Ministro– y al régimen instaurado no se le debe llamar “dictadura”, sino “gobierno democrático de fuerza”.

Anunció que serían modificados los libros de texto donde los niños y jóvenes aprenderán la historia de su país.

El choque entre las ideas de la emancipación y las imperiales y neofascistas se está dando en torno al presente y al futuro; pero también se da en torno al pasado.

¿Cómo serán los libros escolares en Estados Unidos, que tratan del origen y crecimiento del Imperio, y de qué modo fundamentan su destino mesiánico? Aparte del sistema educativo formal, Estados Unidos ha contado con Hollywood y toda la poderosa industria del entretenimiento como herramientas instructivas muy eficaces para ofrecer una transcripción apropiada de la memoria.

Desde “El nacimiento de una nación” (1915), con sus aportes formales indudables, su descarnado racismo, su apología del Ku-Klux-Klan, hasta las películas que sirvieron para curar “el síndrome de Vietnam”, el itinerario sangriento de Estados Unidos ha ido encontrando en el cine, en las series, en los videojuegos, una versión idealizada y noble. La “conquista del Oeste” se presenta en términos épicos, “civilizatorios”. El genocidio de la población aborigen, su desplazamiento forzoso, las masacres de comunidades completas, fueron horrores retomados por Hollywood y devueltos como enfrentamientos de indios malignos contra militares y cowboys blancos. Zarpazos imperiales, desde México hasta Irak, han recibido la bendición de la industria del entretenimiento.

Hollywood y los videojuegos convencieron a los ciudadanos de Estados Unidos y de medio mundo de que los triunfadores en la 2ª Guerra Mundial fueron las tropas estadounidenses. Los soviéticos, que vencieron a Hitler a costa de millones de vidas, quedan en la sombra. Esa Verdad con mayúscula ha sido encubierta de manera indigna y malintencionada.

Hay otra cuestión sobre esta guerra que tampoco se divulga: las empresas de Estados Unidos que hicieron negocios muy lucrativos con los nazis. La Coca-Cola fabricó para ellos una bebida refrescante muy popular en la Alemania hitleriana: la Fanta. IBM se ocupó de venderles las máquinas Hollerith, para censar y clasificar personas por su raza y religión, es decir, para identificar judíos y destinarlos al exterminio. La filial alemana de la General Motors, el primer productor de camiones de combate para Hitler, utilizó esclavos de los campos de concentración. Henry Ford recibió en 1938 una condecoración nazi como “extranjero distinguido”.

Los cubanos no estamos ajenos a esta batalla en torno a la memoria. Uno de los temas básicos de la campaña contra la Revolución tiene que ver precisamente con promover la tendencia a un “presentismo” frívolo, que rechace el análisis histórico, y hacer circular la imagen embellecida de una Cuba prerrevolucionaria que nunca existió. Muestran el “glamour” de La Habana de los 50, su vida nocturna, sus edificios “modernos”, y cierran los ojos ante los crímenes incontables de la dictadura, ante la presencia muy influyente de la Mafia, ante la cruel desigualdad, ante los indigentes, ante la niñez desamparada.

Los antídotos, como repitieron Martí y Fidel, están en la cultura. En ese público culto, no manipulable, emancipado, capaz de desechar por sí mismo las estafas y de reconocer lo auténtico y de hacerlo suyo.

http://www.granma.cu/mundo/2019-05-02/buscadores-de-huesos-indios-y-cowboys-la-batalla-por-la-memoria-02-05-2019-22-05-54

comentario

  1. ¿27 millones de vidas soviéticas perdidas en la segunda guerra mundial? Más de la mitad de la población española actual. Fueron quienes derrotaron al nacismo. De ahí mis ironías a quines creen saber de historia a través de las películas filo-sionistas (de yanquis y comparsas).

    En cuanto a ese "público" culto, matizar que los menos siempre fueron una minoría, por contraposición a los más y de entre estos los superfluos. La de-construcción del ente popular por los fascistas fue siempre muy eficaz, y lo es y será cada vez más (eso me temo; eso me parece).

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