La celebración coincide este año con otra oleada de protestas y enfrentamientos con la policía en la calle como consecuencia de la crisis del capitalismo, el paro y la carestía de la vida.
También coincide con una importante crisis política que ha acabado con la alianza de los principales partidos y podría volver a desestabilizar el país para el futuro, si es que algún día desde 2011 se llegó a estabilizar.
Lo que cambia es que los medios ya han dejado de hablar de “dictadura” porque ese tipo de palabras mágicas aparecen y desaparecen de los medios según las circunstancias.
El largo brazo de los imperialistas tampoco aparece por ninguna parte, a pesar de que las Primaveras Árabes no fueron otra cosa que un instrumento de injerencia exterior sobre el Magreb y el norte de África, no sólo por parte de las grandes potencias, sino también de los países del Golfo Pérsico.
Ahora la intoxicación mediática presenta el formato de unas reivindicaciones que parecen puramente “económicas”, ajenas a la crisis política y a los primeros comicios municipales desde la caída de “dictador” Ben Alí en 2011.
Sin embargo, la convocatoria electoral está ponieno de manifiesto la tensión entre el partido gobernante Nidaá Tunis y la formación islamista Ennahda, hasta ahora aliados.
Como en España en 1931, unas elecciones municipales pueden ser trascendentales, sobre todo porque distribuyen territorialmente una parte del poder, que es lo que persiguen los islamistas. El plan consiste en desgastar al partido gobernante como responsables de las políticas de austeridad.
Como ya viene siendo habital desde 2011, la labor de ocultamiento tiene su foco en las redes sociales, donde se ha creado el hashtag “Fech Nestannew” (¿A qué estamos esperando?), que concentra a decenas de manifestantes al grito de “Policía asesina, ministerio terrorista” y “No tenemos miedo, las calles volverán a hervir”.
Los manifestantes salen a la calle en masa porque, lo mismo que en 2011, su situación económica no puede ser más deplorable tras los últimos recortes presupuestarios que -es otra obviedad decirlo- vienen impuesto por el Fondo Monetario Internacional.
Los comercios de las ciudades tunecinas están siendo saqueados, los piquetes queman contenedores, asaltan edificios públicos y se enfrentan a la policía.
El lunes un hombre de 55 años murió en uno de los múltiples incidentes con la policía en la ciudad de Tebourna, a 40 kilómetros de la capital. Al menos 49 policías han resultado heridos y hay 206 manifestantes detenidos.
Más información:
– Muere un manifestante en las luchas contra la carestía de la vida en Túnez