Los jueces no encuentran pruebas de la ‘trama rusa’ que interfirió en las elecciones de 2016

Paul Manafort, jefe de campaña de Trump
Hace unos días la CNN aseguraba que el fiscal especial sobre el “candidato manchú”, Robert Muller, estaba a puntito de acusar a los responsables de la campaña electoral de Trump y que las pruebas eran secretas, lo mismo que los nombres implicados en esa gran conspiración rusa.

La política moderna se teje con ese tipo de filtraciones, que no son otra cosa que insinuaciones y, en el mejor de los casos, rumores, casi siempre sucios, ya que la prensa está por medio, que no es cualquier clase de farsante sino medios de esta catadura:

– Injerencia rusa en elecciones presidenciales es ‘guerra’ (El Sol de Toluca)

– Rusia interfirió ‘descaradamente’ en las elecciones de EEUU, según el ex jefe de la CIA (El Mundo)
– Rusia interfirió en las elecciones de Estados Unidos para ayudar a Donald Trump, dice FBI (Nación)
– Cómo fue el ‘hackeo’ de piratas informáticos de Rusia durante las elecciones de Estados Unidos (BBC)
– La propaganda de la trama rusa llegó a 10 millones de perfiles en Facebook (El País)

Antiguamente a los juristas ese tipo de disquisiciones solía sorprenderles porque, puestos a buscar hechos, lo que aparece es el vacío absoluto. No hay más que informes, todos ellos procedentes de las fuentes más solventes que uno pueda imaginar, tanto más solventes cuanto más arriba se encuentran en la escala de mando.

Un informe no prueba nada, y menos en un juicio, donde hacen falta pruebas. Luego nos enteramos que, además, esos informes habían sido encargados y pagados por el Partido Demócrata, convertido en “juez y parte”.

Uno de los acusados es Paul Manafort, el jefe de campaña de Trump, que tras la acusación formal se entregó al juez voluntariamente. El New York Times publica íntegramente el acta de inculpación, en la que sobre todo se habla de malversación de fondos y fraude fiscal (*). Según el juez, Manafort recibió dinero procedente “de Europa del este”.

En un registro que llevó a cabo en julio el FBI en su vivienda, aparece que Manafort era un lobista no declarado y un consultor del antiguo Presidente de Ucrania Viktor Ianukovich que padeció un golpe de Estado fascista en 2014 porque le acusaban de ser demasiado pro-ruso.

La primera en la frente: los hechos que se le imputan a Manafort no sólo son anteriores a la campaña electoral de Trump, sino anteriores a dicho golpe de Estado. Por supuesto, son absolutamente ajenos a Rusia, al Kremlin y a Putin.

Otro de los acusados es George Papadopoulos, que ha colaborado lealmente con el FBI en la investigación, es decir, que está jugando el papel de chivato para salvar su propio pellejo involucrando a los demás, lo cual sería suficiente para estimar que su testimonio no se puede considerar como prueba válida.

Pero veamos lo que dice el soplón. Asegura que estaba en contacto con el Ministerio ruso de Asuntos Exteriores y la embajada rusa en Londres para organizar contactos con el equipo de Trump si éste ganaba las elecciones, algo que, por cierto, ha ocurrido en todas las elecciones presidenciales de Estados Unidos desde 1945, al menos.

Pero prosigamos: a Papadopopulos no le acusan de eso sino haber mentido al FBI y perjudicar la investigación. No había sido miembro del equipo de campaña sino que era un voluntario que no cobraba por echar una mano, por lo que su papel era insignificante.

Ítem plus: de los documentos aportados por el FBI se desprende que los contactos de Papadopoulos con funcionarios rusos no eran directos. Lo que hizo fue utilizar a un amigo que vivía en Londres, un profesor que tenía “vínculos” con algún miembro de la embajada rusa en Londres para organizar el referido encuentro que, por cierto, nunca se produjo.

Dice Papadopoulos que le presentaron a una sobrina de Putin, de cuya existencia o inexistencia nada más se sabe…

La guerra sicológica sin cuartel que ha empredido la prensa estadounidense sobre la “trama rusa” nada en el vacío más absoluto.
No se corten Ustedes. En lugar de la basura periodística, echen un vistazo al acta judicial a ver si a nosotros se nos ha escapado algo que demuestre esa patética infiltración rusa en la Casa Blanca que llena las primeras planas y abre los informativos de la tele.

(*) https://www.nytimes.com/interactive/2017/10/30/us/politics/document-paul-manafort-rick-gates-indictment.html

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