Uno de los dos dientes de Patrice Lumumba vuelve al lugar del crimen

Hace ahora 60 años Patrice Lumumba, que siempre ha encarnado las esperanzas de libertad de África, fue salvajemente asesinado por un escuadrón de policías belgas, junto con dos de sus compañeros, Joseph Okito y Maurice Mpolo, en medio de la savana de Katanga.

Los criminales trataron de borrar las huellas de su crimen y, de paso, también la memoria de un Continente que entonces aún andaba en pañales. Descuartizaron su cadáver y metieron los trozos en una cuba de ácido sulfúrico para hacerlo desaparecer.

Tenía 35 años cuando le asesinaron y sólo pudo ocupar seis meses su cargo de Primer Ministro de Congo. “Hemos conocido las ironías, los insultos y las palizas que hemos tenido que soportar mañana, tarde y noche porque éramos negros. Aprendimos que la ley nunca era la misma dependiendo de si eras blanco o negro”, dijo en uno de los discursos que ha pasado a la historia.

Del cuerpo del dirigente africano sólo se salvaron dos dientes, que fueron arrancados y robados por uno de los policías belgas que lo asesinó cobardemente después de secuestrarle.

En 1999 el asesino explicó que había arrojado los dos dientes al Mar del Norte, pero la familia de Lumumba reclamó las reliquias y en 2016 los tribunales belgas ordenaron el registro de la vivienda de su hija, donde encontraron uno de los dientes.

Ahora los jueces belgas acaban de ordenar su devolución a la familia de Lumumba, al Congo y a África, con el boato al que sólo los héroes de leyenda tienen derecho.

Lumumba nunca tuvo un funeral. “Es un muerto sin obituario”, dice Juliana, su hija, que ahora tiene 65 años. En las culturas centroafricanas, cuando no se entierra a los muertos, se les condena a vagar por los abismos. “Ya no lloro, estoy mal de la vista”, repite Juliana.

¿Podrá un pequeño diente llenar tan enorme vacío?

En 2001 Bélgica publicó las conclusiones de un informe de 800 páginas elaborado por una comisión de investigación parlamentaria. La comisión se creó para establecer “la posible participación de los dirigentes políticos belgas” en el atroz asesinato del dirigente africano. Al año siguiente el gobierno belga ofreció sus “profundas y sinceras disculpas” a la familia de Lumumba y al “pueblo congoleño”.

El informe no destapa las responsabilidades de la CIA y el MI6 británico en el crimen.

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