Una fuerza europea de reacción rápida antes de 2025

El jueves los estudiantes pitaron el discurso de Macron en la Sorbona, de manera que tuvo que enviarlo por escrito a las redacciones de los medios para abundar en tres viejas propuestas en materia de guerra y rearme porque, en efecto, en Europa ya no se habla de otra cosa.

La primera es el “escudo antimisiles europeo” que, como ya explicamos en una entrada anterior, es de origen alemán. Macron la criticó porque se objetivo era promocionar la industria alemana. En su lugar, él pretendía un escudo de fabricación europea, es decir, que el dinero se repartiera entre todos (y cuando en Europa hablamos de “todos” nos referimos a Alemania y Francia).

En 2017 Macron habló de una “iniciativa europea de intervención” e invitó a los países miembros de la Unión Europea a crear una “iniciativa europea de defensa”, que permitiera desarrollar una “concepto estratégico” que luego debería desglosarse en “capacidades pertinentes”. En particular mencionó la defensa aérea y el “tiro profundo”.

La segunda propuesta tampoco es francesa, sino de Kaja Kallas, uno de los caniches bálticos que sólo sabe hablar de guerra. Se trata de un “préstamo europeo” para fortalecer la industria militar europea. “Debemos […] construir programas industriales europeos, asumir un mayor apoyo del Banco Europeo de Inversiones y asumir financiación adicional, incluso la más innovadora”.

Se llama “preferencia europea en equipamiento militar” y significa que Europa debe fabricarse su propio armamento, que para ello necesita una industria de guerra, que será privada (naturalmente) y que sus beneficios irán a parar a los bolsillos de los grandes monopolistas, aunque el dinero llegará de los presupuestos europeos.

Finalmente, la tercera propuesta consiste en crear una “Academia Militar Europea”, con el fin de “formar a los futuros militares y civiles europeos en cuestiones de defensa”. En 2017 Macron ya propuso la idea de una “academia europea de inteligencia”, que se materializó con la muy discreta “Escuela de Inteligencia en Europa”, una central de espionaje que vio la luz en 2019.

Macron llevaba otras propuestas en su bolsillo, como las relativas a la “fuerza europea de ciberdefensa”, que ya está muy avanzada.

Luego está otro viejo proyecto: el de dotar a la Unión Europea de una “fuerza de intervención común”. El tema está sobre la mesa desde hace más de veinte años. En 2007 crearon los “grupos de combate de la Unión Europea” que deberían poder desplegarse en menos de diez días, por un período de uno a cuatro meses, pero nunca sirvieron para nada. Fue un dinero arrojado a la basura porque nadie pidió su intervención. Si alguna vez un país europeo necesitó algo parecido, echó mano a lo que ya tenía en sus cuarteles.

En Bruselas todo son planes. En 2021, tras la evacuación de Kabul, Borrell, volvió a la carga con otra propuesta parecida de “fuerza europea permanente de reacción rápida”, capaz de actuar en el en caso de emergencia y movilizar hasta 5.000 efectivos. La Unión Europea “debe poder intervenir para proteger nuestros intereses cuando los estadounidenses no quieran implicarse”, afirmó en el “Corriere Della Serra”. 14 Estados miembros estaban dispuestos a participar en esta iniciativa.

Un año después, el proyecto fue retomado por la “Brújula Estratégica”, con el objetivo de poner en marcha esta “fuerza de reacción rápida” antes de 2025. “También debemos apresurarnos en la implementación de la Brújula Estratégica […] y, en particular, crear una fuerza de reacción rápida para poder desplegar rápidamente hasta 5.000 soldados en entornos hostiles de aquí a 2025, en particular, para ayudar a nuestros ciudadanos”, quiso anunciar Macron en la Sorbona.

Al día siguiente el ministro de la Guerra, Sebastien Lecornu, calificó a esa fuerza de reacción rápida como “un tema clave” que quizá se podría alcanzar el año que viene. Es urgente porque hay “muchas crisis en las que la OTAN no es competente y en las que Francia a menudo actúa sola”, como fue el caso de la evacuación de extranjeros de Sudán [operación Sagitario], el año pasado.

“Lanzamos una operación en Jartum […], en la que establecimos un importante puente aéreo con [aviones] A400M, con barcos. Resulta que era Francia […] prácticamente sola”, insistió Lecornu, es decir, que no era una fuerza europea sino estrictamente francesa.

Pero eso no le impide a Lecornu decir lo siguiente: “Dado que operaciones de este tipo afectan a muchos países, es natural que esta carga, que tiene precio, valor, sea compartida”. Europa debe encontrar una alternativa cuando Estados Unidos pone el veto a la OTAN. “Hay misiones que están militarizadas, pero que la OTAN no tiene por qué conocer por muchas razones y sobre las cuales hoy decimos ‘hagámoslo en Europa’”, concluyó el ministro francés.

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