La Unión Europea está discutiendo la manera de financiar la industria de guerra

Desde 1945 Europa siempre ha dependido a Estados Unidos para su armamento y cuando en el Continente hablan de la ayuda a Ucrania se refieren a un rearme que ahora mismo es imposible. Europa no está a altura que se necesita en una guerra moderna contra un adversario como Rusia. Ni tiene armas ni posibilidad material para fabricarlas de manera inmediata.

En febrero del año pasado el general Richard Barrons, exjefe del Estado Mayor británico, declaró que “para ciertos tipos de armas clave, el ejército [británico] se quedaría sin municiones después de una tarde atareada”. Sólo tiene reservas de municiones para sostener una guerra de alta intensidad durante una semana.

Las municiones convencionales son diferentes de las nucleares. La disuasión nuclear funciona según el principio de no uso, es decir, que la existencia de estas armas debe por sí sola impedir la acción enemiga. Pero en las armas convencionales la cantidad es importante por sí misma, como ya hemos expuesto en otras entradas.

Es de perogrullo: una guerra se gana, entre otras cosas, con armas y municiones, que Europa no tiene. Por eso esta mañana el Consejo Europeo se ha reunido en Bruselas para encontrar la manera de financiar el rearme y crear una base industrial y tecnológica para la guerra. Desde hace dos años los países miembros de la Unión Europea han movilizado alrededor de 28.000 millones de euros para apoyar a Ucrania militarmente, incluidos 6.100 millones de euros en el marco del llamado “Fondo Europeo de Paz”.

A unos les parece mucho y a otros muy poco porque depende del adversario que Europa tenga a la vista. El ejército ucraniano consume entre 5.000 y 8.000 proyectiles al día y hasta finales de año la empresa francesa Nexter no será capaz de producir entre 4.000 y 5.000 proyectiles al mes. Ahora mismo sólo es capaz de llegar a los 3.000.

Bruselas quiere reforzar su capacidad de producción de municiones y misiles con la aprobación de la Acción de Apoyo a la Producción de Municiones (ASAP), que debería permitir a la industria de defensa europea poder producir mejor y más rápido. Habrá que verlo.

Los países europeos tienen un buen recurso en el robo de los activos rusos, la mayor parte de los cuales se encuentra en Europa (200.000 millones de euros de un total de 300.000 millones). Es una tentación, pero deberían pensarlo bien porque es una trampa de consecuencias incalculables a largo plazo.

Ursula Von der Leyen ha mencionado varias veces la posibilidad de apoderarse de los bienes rusos. El plan es empezar por quedarse con los intereses, que suman casi 3.000 millones de euros al año con un guión que tienen ya preparado para los medios de intoxicación desde hace tiempo: Rusia ha atacado a Ucrania injustamente, los europeos apoyan a Ucrania y la van a ayudar con… el dinero ruso.

Alguno pensará que los europeos son muy poco generosos: no gastarán ni un céntimo en ayudar a Ucrania; todo saldrá de los bolsillos de los rusos.

Otra vía es financiar el rearme con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) que preside Nadia Calviño. Hasta la fecha no ha puesto objeciones a gastar el dinero en armas… dejando al margen otro tipo de necesidades más perentorias.

Sin embargo, llevará algún tiempo resolver esta cuestión y eliminar ciertos obstáculos ideológicos, en particular dar unos retoques cosméticos a la declaración de intenciones con la que se fundó el BEI, es decir, el banco debe reconocer abiertamente que se fundó con unos objetivos determinados (paz), pero que ahora se va a dedicar a otros distintos (guerra).

Francia y otros países, como Estonia, son partidarios de lanzar un empréstito gigantesco, como se hizo durante la pandemia. Pero Alemania se opone y los Veintisiete tendrán que examinar las opciones en materia de financiación con vistas a redactar un informe, que está previsto para junio.

Se trata de un debate que se iniciará en las próximas semanas, o incluso meses. La Comisión tiene un estudio keynesiano, al más viejo estilo, encima de la mesa según el cual es positivo endeudarse para sostener el crecimiento en períodos de crisis. En otras palabras, en el futuro lo único que va a crecer en Europa son los gastos militares y las deudas.

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