Tres citas de B. Brecht

N.B.

Son célebres y resabidas, que no resabiadas, pero nunca está de más volver a recordarlas de vez en cuando, por clásicas e imperecederas, o eso creemos.

La primera se titula Preguntas de un obrero que lee y dice así:

¿Quién construyó Tebas, la de las Siete Puertas?
En los libros figuran sólo los nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos bloques de piedra?
Y Babilonia, mil veces destruida,
¿quién la volvió a levantar otras tantas?
¿Quiénes edificaron la dorada Lima, en qué casas vivían?
¿Adónde fueron la noche en que se terminó la Gran Muralla, sus albañiles?
Llena está de arcos triunfales Roma la grande,
sus césares, ¿sobre quiénes triunfaron ?
Bizancio tantas veces cantada, para sus habitantes,
¿sólo tenía palacios?
Hasta la legendaria Atlántida
la noche en que el mar se la tragó,
los que se ahogaban pedían, bramando, ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él solo?
César venció a los galos.
¿No llevaba siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al saber su flota hundida.
¿No lloró más que él?
Federico de Prusia ganó la guerra de los Treinta Años.
¿Quién ganó también?
Un triunfo en cada página. ¿Quién preparaba los festines?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias, tantas preguntas.

Otro, menos conocido, quizá, lleva por título Muchas manera de matar, donde, con una sorna tremenda, casi mefistofélica, se lee:

Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc.
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado.
Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse tendrá que pasar al ataque.

Y, por último, el muchas veces citado y que, curiosamente, no es de él, de Brecht, pero tanto da y así dice lo que sigue con este título: Primero cogieron…

Primero cogieron a los comunistas,
y yo no dije nada porque yo no era un comunista.
Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los obreros,
y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se metieron con los católicos,
y no dije nada porque yo era protestante.
Y cuando finalmente vinieron por mí,
no quedaba nadie para protestar.

Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.

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