Antes de la pandemia, los ricos nunca viajaban tan bien. Con la economía viento en popa y los activos financieros alcanzando nuevos máximos, la inversión en la industria de viajes se disparó. Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés), uno de cada 10 trabajadores en todo el mundo, o 330 millones en total, debe su trabajo a la industria de viajes y turismo. En los cinco años anteriores hasta 2019, el sector fue responsable de uno de cada cinco empleos creados en todo el globo.
Pero esa era la economía que una vez conocimos. Ahora, este enorme motor de crecimiento se ha revertido en todo el mundo. Y a diferencia de los efectos de los atentados del 11 de septiembre, las cicatrices infligidas a los viajes y al turismo parecen ser permanentes, a medida que las empresas se alejan de los enormes presupuestos de viajes y la llamada «vida experiencial» que inundó de turistas a los principales destinos que conocemos. Los datos del paro en España del mes de julio dejó en claro que muchos de esos trabajos no regresarán pronto, si es que alguna vez lo harán, ya que se han perdido más de 27 millones de turistas en los últimos seis meses, con cifras en aumento.
La antigua fortaleza del sector de los viajes y el ocio puede vincularse a una confluencia de factores demográficos y económicos. La desigualdad de ingresos concentró niveles récord de riqueza en un pequeño grupo de ejecutivos y corporaciones que gastaban libremente en viajes de placer y negocios. Al mismo tiempo, los Baby Boomers comenzaron a jubilarse en masa y hordas de Millennials buscaron estilos de vida que abrazaran los viajes. Añádase a eso el surgimiento de la floreciente clase media de China, que estaba ansiosa por ver el mundo más allá del continente.
Según el Ministerio de Trabajo, España ha perdido más de 1,2 millones de puestos de trabajo a causa de las restricciones por el coronavirus. En los negocios relacionados con el ocio, la restauración, el alojamiento y los viajes, entre otros, se profundizan las pérdidas pese a que estamos en los meses de mayor actividad en un año normal. De hecho, este mes de junio, la Seguridad Social ha ganado 20.000 afiliados, mientras que en el mismo mes de 2019 aumentó en 38.000, casi el doble. “Hay muchos destinos turísticos donde los hoteles no han abierto porque no van a tener demanda, especialmente en las capitales de provincia y destinos urbanos, que tardarán más en recuperarse”, según Juan Ignacio Pulido, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Jaén en una entrevista concedida a El País.
A nivel internacional, los países más afectados son demasiado numerosos para contarlos. En orden de los más afectados, los cinco países más dependientes del turismo son México, España, Italia, China y Australia, según el WTTC.
Y eso es sólo en el llamado «mundo desarrollado». Según el Instituto de Finanzas Internacionales, muchos mercados emergentes que dependen en gran medida de los viajes y el turismo quedarán devastados. Los viajes representaron más de una quinta parte de la economía de Jamaica en 2018. Dado el objetivo demográfico de Covid-19, con nuevos titulares de cruceros afectados por el virus, existe un riesgo creciente de que una generación de viajeros mayores, un pilar del turismo, desista de futuros traslados.
Y este efecto multiplicador continuará moviéndose a la inversa en el caso de España, exacerbado por una perspectiva global de que el gobierno ha hecho una «mala gestión» del virus.
Los trabajadores mayores de 55 años, también se han visto muy afectados entre los que pierden el empleo permanente y es posible que no tengan los medios para viajar por el mundo en los próximos años a medida que se hace evidente la permanencia de la recesión actual.