South Stream: el cuento de la lechera con gas

Proyecto de gasoducto South Stream
Juan Manuel Olarieta
Durante su visita oficial a Sofia, la capital de Bulgaria, la canciller alemana Merkel se mostró partidaria de continuar las conversaciones con Rusia para reanudar la construcción del gasoducto South Stream que, según dijo, la Unión Europea nunca ha rechazado.

La construcción del tramo búlgaro del gasoducto había quedado en manos de un consorcio del que forma parte la empresa rusa Stroytransgaz, uno de los objetivos de las sanciones económicas estadounidenses y europeas impuestas tras la crisis en Crimea y Ucrania. Bulgaria había comenzado a implementar las infraestructuras necesarias para tender el gasoducto, que para el país balcánico supondría la creación de más de 6.000 empleos. La paralización también puede suponer la pérdida de los derechos de tránsito del gas a través de su territorio, estimados en unos 500 millones de dólares anuales.

Tras la anexión de Crimea por Rusia, Estados Unidos obligó a Bulgaria a bloquear los trabajos del gasoducto y presionó a la Unión Europea para que redujera las importaciones de gas y de petróleo rusos. En su plan Washington recibió la ayuda de su colaborador más estrecho, el presidente de la Comisión Europea Durao Barroso, quien abrió un expediente contra Bulgaria por irregularidades en las licitaciones para la construcción de South Stream.

Las presiones ejercidas contra el gobierno de Bulgaria fueron atroces. En junio de este año llegó a Sofia el senador McCain, que se reunió con el primer ministro búlgaro Plamen Orecharski, transmitiéndole las órdenes de Washington. Inmediatamente después, Orecharski anunció el bloqueo del tendido de South Stream, en los que Gazprom ya había invertido 4.500 millones de dólares.

Entonces Putin aprovechó su visita a Turquía el 1 de diciembre para anunciar la suspensión del gasoducto. Según el presidente ruso la decisión se debió “a los obstáculos que ponen a su realización la Comisión Europea y Bulgaria. Tomando en cuenta que hasta el momento no hemos recibido la autorización de Bulgaria, consideramos que en estas condiciones Rusia no puede seguir adelante con el proyecto”.

El lugar que Putin eligió para la declaración no fue casual. Si South Stream se anula, Rusia aumentará los suministros destinados a Turquía a través de otro gasoducto distinto, Blue Stream, una tubería de 1.213 kilómetros bajo el Mar Negro que aprovisiona de gas a Turquía desde 2003. Por el terrotorio turco ya fluyen más de 50.000 millones de metros cúbicos anuales de gas ruso.

Aunque Rusia y Turquía se enfrentan frontalmente en la crisis Siria, el gobierno de Ankara puede ser el gran beneficiario de la paralización de South Stream, por la misma cadena de argumentos del cuento de la lechera. Turquía no aplica las sanciones imperialistas contra Rusia por la anexión de Crimea y ha prometido reforzar Blue Stream llevándolo hasta la frontera con Grecia. En tal caso, no sería ninguna sorpresa que Turquía revendiera el gas ruso a los países de la Unión Europea (y a otros) a precios ventajosos, lo cual supondría un negocio redondo que puede reconducir la diplomacia turca, históricamente ligada al imperialismo estadounidense en contra de la propia estrategia que Washington sigue en Oriente Medio.

Si sucede así, como bien ha escrito Danucci, la paralización puede favorecer a Rusia y no a Estados Unidos. Washinton perdería a Turquía, uno de sus mejores y más fieles peones en Oriente Medio. También puede agravar las contradicciones internas de la Unión Europea, que ha construido un gasoducto por el norte, mientras deja desabastecido el sur. En definitiva el gasoducto turco tiene una capacidad limitada y no puede suplir los 63.000 millones de metros cúbicos de gas que debían llegar a los países del sur y centro de Europa.

En el Viejo Continente hay muchos perjudicados por el cierre que estarán exigiendo ahora mismo algún tipo de compensaciones. Putin está jugando muy bien sus bazas. A comienzos de 2009 le propuso al presidente rumano Traian Basescu llevar el gasoducto por su país, un itinerario terrestre y, además, bastante más corto. Pero Rumanía mira para otro lado, al menos de momento. ¿Espera que el maná le llegue de algún otro sitio?, ¿hasta cuándo?

Hace tiempo que el vicecanciller alemán Sigmar Gabriel viene lanzando declaraciones parecidas a las de Merkel en Sofia: «South Stream es un proyecto económico pertinente», ha repetido. «La Unión Europea tiene que tratar de eliminar los obstáculos a la construcción del gasoducto». Es evidente que las decisiones diplomáticas de Alemania en contra de Rusia se adoptan a regañadientes, pero es difícil decir cuánto más puede durar esta situación. El futuro de los países fuertes de la Unión Europea, especialmente Alemania, está alineado con Rusia, aunque no todos tienen cabida en ella, en especial los del sur y centro.

Gasoducto Blue Stream

comentarios

  1. ¿Cual, se supone, seria la causa para que los paises del centro y sur de Europa no tuvieran un destino ligado a Rusia junto con los "paises fuertes"?

  2. Yo creo que la causa es la política de cerco tendida por USA en las fronteras de Rusia, que afecta especialmente a países como Rumanía, pero especialmente Polonia, que es el vedadero baluarte del Pentágono en la región. Si otros países, como Hungría, se han vuelto otra vez hacia Rusia es porque lo que esperaban de USA y la UE no les ha llegado.

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