En el espacio de seis meses, entre el 7 de octubre de 2023 y el 24 de abril de 2024, el ejército israelí arrojó alrededor de 70.000 toneladas de bombas sobre la Franja de Gaza, según el Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos, y la misma cantidad durante los siguientes seis meses, de mayo a octubre de este año.
Esta cantidad supera con creces el total combinado de los bombardeos de Londres, Dresde y Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial.
En comparación, Londres sufrió alrededor de 18.300 toneladas de bombas durante el bombardeo alemán (1940-1941). Hamburgo recibió 8.500 toneladas de explosivos durante las incursiones aliadas en 1943, mientras que Dresde sufrió 3.900 toneladas en 1945.
La ofensiva israelí, que continúa a pesar de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que exige un alto el fuego inmediato, ha causado la muerte de más de 43.000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños. El número de heridos asciende a más de 100.000 personas, según las autoridades sanitarias locales.
El pasado mes de julio la revista científica The Lancet incrementó esa cifra considerablemente. No es inverosímil estimar que hasta 186.000 muertes, o incluso más, podrían ser atribuibles a la guerra actual, concluye, porque hay que tener en cuenta las muertes indirectas: “Los conflictos armados tienen repercusiones indirectas en la salud, más allá de los daños directos causados por la violencia”, añaden.
Gaza se enfrenta a una destrucción masiva de su infraestructura. El Observatorio informa que todos los edificios hasta un kilómetro al este y al norte han sido demolidos para crear una zona de amortiguamiento. La población, entre ellos más de un millón de personas refugiadas en Rafah, está sometida a un estricto bloqueo que limita el acceso a alimentos, agua potable y medicinas.
El Tribunal Internacional de Justicia ha ordenado a Israel que cese inmediatamente sus operaciones en Rafah, dentro de un procedimiento en el que varios países acusan al Estado sionista de genocidio.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) evalúa, mes tras mes, el alcance de la destrucción en Gaza a partir de imágenes de satélite. Casi el 90 por cien de los escombros se produjeron en los primeros seis meses de la guerra de exterminio. Según Pehr Lodhammar, un alto funcionario del Servicio de Acción contra las Minas de la ONU (UNMAS), se necesitarían alrededor de 14 años para limpiar los escombros dejados por la guerra en Gaza. Las cifras datan de abril de este año. Desde entonces casi se han duplicado.
Es necesario retirar unos 42 millones de toneladas de escombros, o unos 350 kilos por metro cuadrado. La obra requeriría 750.000 días de trabajo y 100 camiones.
Hasta el 29 de febrero el 35 por cien de todos los edificios en Gaza (88.868 estructuras) han sido dañados o destruidos, según UNOSAT. El 65 por cien de los edificios destruidos son viviendas residenciales.
Al menos el 10 por cien de las municiones terrestres disparadas no explotaron y representan un peligro. Se necesitarán millones de dólares para limpiar Gaza de bombas sin detonar.
Esta situación plantea un importante desafío logístico y de seguridad para la reconstrucción de Gaza. El territorio, que se extiende sobre 360 kilómetros cuadrados y donde antes de la guerra vivían más de dos millones de personas, es ahora un campo de ruinas. Hasta la fecha, más de 1,9 millones de palestinos han sido desplazados internamente, el 95 por cien de la población, según la ONU.