Esta mañana el Ayuntamiento de Shanghai ha anunciado una reapertura gradual de los comercios a partir del lunes, mientras los vecinos se sienten cada vez más frustrados tras un segundo mes de confinamientos.
China confinó a la gigantesca metrópoli a principios de abril. Sin embargo, algunos de los 25 millones de habitantes de Shanghai ya estaban en aislamiento antes de esa fecha.
Los vecinos están descargando su ira en las redes sociales, exasperados por los problemas de suministro de alimentos frescos, el acceso a la atención médica, al margen del omnipresente “covid”, y las cuarentenas impuestas a las personas que daban positivo en los tests.
Ahora el vicealcalde, Chen Tong, anunció una reapertura escalonada de los comercios a partir del lunes, aunque no aclaró si hablaba de una reanudación gradual de la actividad en la ciudad o si condicionaba la reanudación a determinados criterios sanitarios.
En China cualquier levantamiento de las restricciones sanitarias suele estar condicionado a la politica de “covid cero”, es decir, que no haya nuevos casos positivos durante tres días fuera de los centros de cuarentena.
El Ayuntamiento de Shanghai pretende conseguirlo para estos días.
El descenso parece estar en marcha. Se han notificado unos 1.369 nuevos “casos positivos” en la metrópoli, frente a los más de 25.000 de finales del mes pasado. Sin embargo, en algunas partes de la ciudad, las restricciones han tendido a endurecerse en los últimos días.
La capital, Pekín, a 1.200 kilómetros hacia el norte, vive con el temor del confinamiento después de que se hayan registrado más de 1.000 casos desde finales de abril. La ciudad está realizando pruebas continuas a los vecinos, ha confinado los hogares con casos positivos y ha cerrado estaciones de metro y negocios “no esenciales” en algunos barrios.
Ayer el barrio de Fangshan, en el suroeste de Pekín, con una población de 1,3 millones de habitantes, suspendió la circulación de taxis.
Aparte de unos pocos barrios confinados, la gran mayoría de los 22 millones de habitantes de Pekín pueden salir de sus casas. Sin embargo, muchos lugares públicos están cerrados y los residentes se ven obligados a teletrabajar, especialmente en el distrito de Chaoyang, el más poblado de la capital y sede de muchas multinacionales.