Paliar el hambre en el mundo e impedir el calentamiento: dos pájaros de un tiro

Las diversas temáticas que abordan los seudoecologistas se fundamentan en el malthusianismo, una ideología reaccionaria según la cual en el mundo sobran personas y faltan alimentos. De ahi que en varios países, como España, los Ministerios de Transición Ecológica añadan “y Reto Demográfico”.

En el batiburrillo seudoecolgista cabe un poco de todo, siempre disfrazado con el aval de la ciencia. La COP27 sobre cambio climático recientemente celebraba en Egipto, aprovechó para promover los transgénicos a través de la iniciativa estadounidense-emiratí “Agriculture Innovation Mission (AIM) for climate”, en la que los intereses públicos y privados están estrechamente entrelazados y en la que el argumento del cambio climático se utiliza como cortina de humo para promover los alimentos genéticamente modificados.

Como en el mundo no es posible alimentar a todos, los imperialistas se preocupan de saciar el hambre con las nuevas tecnologías. Es el fundamento del “desarrollo sostenible”: los seres humanos de primera clase comerań los alimentos tradicionales; los otros se tendrán que conformar con transgénicos.

Las cumbres mundiales, como la COP27, dan buenas oportunidades a los grupos de presión. La ideología del cambio climático mueve mucho dinero que las empresas de biotecnología pueden aprovechar… si son capaces de vestir sus mercancías de virtudes medioambientales. Ha nacido la agricultura climáticamente inteligente. La iniciativa “AIM for climate” es un ejemplo perfecto.

Lanzada en la COP26 por Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos, y con el apoyo del gobierno británico, “AIM for climate” pretende combatir el cambio climático y el hambre en el mundo. De esa manera justificó su presencia en la jornada temática “Adaptación y agricultura” organizada durante la COP27, que se centró en la alimentación de un mundo de ocho mil millones de personas.

Vino nuevo en odres viejos

“AIM for Climate” pretende animar a socios públicos y privados (fundaciones, universidades, empresas, ONG, etc.) a apoyar, financieramente o de otro modo, la “agricultura climáticamente inteligente” y la innovación en los sistemas alimentarios durante un periodo de cinco años (2021-2025). Hasta hoy cuenta con más de 275 socios públicos y privados y ha movilizado más de 8.000 millones de dólares. Aunque los socios públicos son numéricamente minoritarios (unos 40), son los que más dinero aportan (más de 7.000 millones de dólares frente a los 1.000 millones de los socios privados).

Los proyectos deben “apoyar la innovación en agricultura inteligente aumentando la productividad agrícola al tiempo que se adaptan y crean resiliencia al cambio climático y/o reducen/eliminan las emisiones de gases de efecto invernadero”. AIM da algunos ejemplos: modificación genética de plantas y ganado, desarrollo de herramientas biotecnológicas, secuestro de carbono en el suelo, difusión a gran escala de la agricultura de precisión, etc.

Traducido al román paladino esa verborrea significa: con el pretexto de que la agricultura tradicional perjudica al clima tanto como el petróleo, van a introducir otro tipo de agricultura, a la que llaman “inteligente”, para ampliar las mercaderías transgénicas. No se trata sólo de legalizar el consumo de transgénicos, sino de modificar los genes de los animales y vegetales que los producen.

Uno de los proyectos subvencionados es el que lleva a cabo la Fundación 2Blades. Consiste en “descubrir genes a gran escala y acelerar la implantación de leguminosas en África”. 2Blades ya ha invertido más de 40 millones de dólares en este proyecto y busca quien le financie otros 12,7 millones más para continuar. La multinacional Bayer ya ha respondido.

Hay una treintena de proyectos dirigidos por socios privados (empresas, universidades, fundaciones), que “AIM for Climate” selecciona y promociona para atraer inversores, sobre todo en las cumbres mundiales, como las climáticas.

Otros proyectos incluyen el del GCIAI “Acelerar las soluciones climáticas a partir de las colecciones de los bancos de genes del GCIAI”. Este proyecto de 40 millones de dólares se lleva a cabo en colaboración con la Fundación de Investigación sobre Alimentación y Agricultura y la omnipresente fundación de Bill Gates.

Un holding políticamente sesgado

Entre los socios privados de “AIM for climate” hay numerosas empresas y fundaciones asociadas a la biotecnología: Bayer, BASF, Syngenta, Fundación Bill Gates, CGIAR (Grupo Consultivo de Investigación Agraria Internacional), AGRA, 2Blades… Son los mismos que llevan casi treinta años promoviendo los transgénicos, que antes sólo resolvían el hambre y ahora también resuelven el calentamiento del planeta.

Naturalmente, también aparecen las empresas de comida basura de última generación: cultivadores de insectos, gusanos, larvas y todo tipo de carnes elaboradas a partir de celulas, también modificadas genéticamente (Aleph Farm, VisVires New Protein, Crossover meats).

Entre los socios públicos figuran países como Australia, Argentina, Brasil y los Países Bajos, muy favorables a la biotecnología, así como instituciones de la ONU y europeas. Por ejemplo, la Comisión Europea participa en AIM for Climate como socio gubernamental, sin haber emitido ningún documento oficial ni comunicado de prensa. Tampoco ha habido debate en el Parlamento Europeo.

Bruselas participa en un proyecto de 25 millones de dólares dirigido por el CGIAR, cuyo objetivo es llegar a 100.000 agricultores de diez países de Asia, África y América Latina para ayudarles en los nuevos cultivos agroecológicos.

La Comisión Europea ha anunciado 750 millones de euros de inversión en investigación e innovación para una agricultura climáticamente inteligente. La asociación con AIM for Climate va más allá del dinero. También tiene una fuerte dimensión política. Para entrar en el holding no sólo basta con poner dinero. Hay que elaborar políticas y toma de decisiones basadas “en la ciencia y los datos”.

Traducimos de nuevo al román paladino: en este tipo de asuntos tan complejos, las decisiones no las pueden tomar los políticos sino los “expertos”. Hay que limpiar la ideología de los transgenicos. En consecuencia, sobre transgénicos tampoco se debate porque es una de esas “ciencias puras” de las que cualquiera no entiende.

Poder y negocio

Para las empresas privadas, AIM for Climate es una buena forma de captar inversiones porque no da la impresión de ser un grupo de presión, ni una pandilla de cabilderos. Sin embargo, el tinglado abre muchas puertas y se convierte en una plataforma de promoción de sus innovaciones y proyectos. Gracias a la financiación pública, las empresas privadas aumentan sus beneficios.

La presencia de “AIM for climate” en la COP27 es un ejemplo, entre otros, de puertas giratorias: lo privado se asocia a lo público, e incluso a organismos internacionales que luchan contra el hambre, además de ONG, fundaciones, universidades… Es la corrupción institucionalizada por las más puras y elevadas intenciones en favor de la humanidad.

Lee Recht, vicepresidenta de desarrollo sostenible de Aleph Farms, una empresa emergente israelí que fabrica carne in vitro, socia de “AIM for Climate”, asegura: “Esta cooperación público-privada es esencial para garantizar que la creciente población mundial tenga acceso a una nutrición de alta calidad”.

“AIM for Climate” ya ha anunciado la celebración de una cumbre en marzo del año que viene en Estados Unidos. Incluirá una reunión con los gobiernos, a los que “invitarán a hacer anuncios en apoyo de la iniciativa AIM for Climate, para aumentar la inversión en agricultura climáticamente inteligente e innovación en sistemas alimentarios”.

Calientan motores para la COP28, que se celebrará en Emiratos Árabes Unidos.

La “agricultura inteligente”, promovida por “AIM for Climate”, no es una idea nueva. En 2014, en una cumbre de la ONU sobre el clima, se anunció la creación de la “Alianza Mundial para una Agricultura Climáticamente Inteligente” para hacer frente al cambio climático. La FAO se encarga del proyecto.

La llamada agricultura inteligente es una tapadera para “vender” a los países periféricos un modelo agroeconómico dependiente de las tecnologías patentadas por las grandes potencias, las semillas de alto rendimiento y la exportación, lo cual supone que millones de campesinos, que hoy son autosuficientes, empiecen a depender de los países centrales.

Charlotte Krinke https://www.infogm.org/7602-changement-climatique-opportunite-ogm

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