Oriente Medio: el imperialismo tensa pero no rompe la cuerda

Un soldado ruso monta guardia en Alepo
Cada vez son más los que sostienen que estamos en vísperas de una nueva guerra mundial. La situación mundial nunca ha sido tan explosiva; ni siquiera en los peores tiempos de Guerra Fría. Las noticias hablan de un inminente ataque estadounidense contra Siria que provocaría una respuesta de los aliados de Damasco, desencadenando así una escalada bélica.

Es el contexto típico de cualquier guerra: amenazas y contraamenazas, acusaciones mutuas y colapso total del Consejo de Seguridad de la ONU.

Sin embargo, este escenario no es nuevo; se viene repitiendo desde 2011 cada vez que el ejército regular sirio logra importantes avances militares, lo cual es un dato a tener en cuenta. El ejército regular sirio y sus aliados (Irán, Rusia, Hezbollah) son la columna vertebral de la resistencia contra el imperialismo en Siria y, por extensión, en Oriente Medio.

Desde que la Batalla de Alepo desequilibró el balance de fuerzas de manera definitiva sobre el terreno, los planes de los imperialistas y sus secuaces locales, se desploman uno tras otro y tratan de encubrirlo con montajes propagandísticos cada vez más burdos para distraer la atención.

Es propio de estúpidos creer que un ejército, como el sirio, que está ganando la guerra, incluso en los barrios de la Guta, decida utilizar armas tóxicas contra criminales que negocian un acuerdo de evacuación.

Esta tensión, lo mismo que la impuesta a Corea del norte recientemente, no significa que esté a punto de estallar una nueva guerra, y menos a escala internacional. Hasta la fecha el imperialismo viene recurriendo tanto a la intoxicación como a la tensión, manteniendo la presión hasta los últimos extremos, tanto en Oriente Medio (Siria) como el Extremo Oriente (Corea, China).

La experiencia acumulada durante la Guerra Fría lo que demostró es que la mayor parte de las veces al imperialismo le basta con mostrar y hacer exhibiciones de fuerza, más que en utilizarla. Cuestión diferente es que las potencias hegemónicas sean capaces de mantener una situación así, sin que se le vaya de las manos. Con la guerra no pueden jugar ni siquiera los ejércitos más poderosos, como el de Estados Unidos, que por su propia exhuberancia tienen tendencia a pasarse de rosca.

Para los imperialistas el riesgo es tanto mayor en cuanto que sobre el terreno se rodean de unos cómplices, especialmente Israel y Arabia saudí, que tienen su propios planes y han dado sobradas muestras de que intentan provocar a Estados Unidos para que vaya mucho más lejos. Da la impresión de que es eso lo que explica montajes reales o inventados, como el ataque tóxico del sábado pasado.

La llegada de Trump a la Casa Blanca está favoreciendo las provocaciones militares de Israel, que busca una guerra contra Siria e, indirectamente, contra Irán, en Oriente Medio, un propósito en el que coincide con los sátrapas saudíes. Ambos, sionistas y saudíes, creen que nunca van a tener una oportunidad mejor para sus propósitos que con Trump al frente del gobierno de Estados Unidos.

En particular, Israel esta jugando con fuego con ataques como el desencadenado contra el aeropuerto T4, que causó la muerte de sirios e iraníes.

Pero la experiencia demuestra también que en Oriente Medio no hay manera de mantener una guerra limitada, y ahora menos que nunca, cuando Siria y sus vecinos tienen el territorio más militarizado del mundo. Más en concreto: no hay manera de desatar un ataque a Siria sin entrar en guerra con Rusia, lo cual son palabras mayores.

El embajador ruso en Beirut ha advertido con claridad que su ejército responderá a cualquier ataque imperialista contra Damasco. Por su parte, a pesar de las amenazas de guerra de Trump, ahora mismo el Pentágono es reacio a un ataque así. A pesar de las agresivas acusaciones lanzadas contra Rusia, Estados Unidos ha eludido cuidadosamente un choque directo, para lo cual tienen abiertos numerosas canales, civiles y militares, a fin de evitar “malos entendidos”. El Pentágono prefiere seguir presionando a través de sus sicarios yihadistas y kurdos.

En la ecuación queda una incóginita, Turquía, cuya evolución diplomática no ha podido ser peor para los planes imperialistas. Erdogan no cae simpático a nadie, pero aún no ha acabado de jugar todas sus cartas, aunque todo indica que la OTAN no puede contar con quien hasta ahora con un ejército que hasta ahora había sido un perro muy fiel. Más bien al contrario, los negocios con Rusia van viento en popa, sobre todo en dos aspectos tan capitales, como los oleoductos y las centrales nucleares. A ello hay que unir, en el terreno político, una luna de miel en la que entra Irán.

En la última cumbre, Turquía ha admitido la derrota de los yihadistas en la Guta oriental y se ha comprometido a evacuar a los dirigentes -que son sus propios peones- hacia Jarablus.

A pesar de la verborrea, la escalada de la tensión en Oriente Medio es muy contenida, tanto que su objetivo se focaliza ahora en Irán, donde ya han emprendido las típicas acciones de desestabilización y protestas, al tiempo que Trump anunciaba su retirada del acuerdo nuclear.

El plan imperialista es el siguiente: una parte muy importante de los yihadistas que están abandonando Siria se están instalando en Afganistán en una región fronteriza con Irán, Baluchistán, poblada principalmente por sunitas. Es el talón de Aquiles de Irán y el foco de la desestabilización de los últimos meses.

Trump cancelará el acuerdo nuclear con Irán el próximo mes, coincidiendo con una nueva “primavera” de protestas al estilo de las de 2011 en los países árabes. A cambio de aflojar la trensión, los imperialistas exigirán que las unidades militares iraníes se retiren de Siria y Líbano. Sería una manera indirecta de aislar a Siria y Hezbolah y alejar el fantasma de una guerra generalizada.

comentarios

  1. Al final han cumplido sus amenazas. Otra vez crímenes contra la población basados en mentiras que se inventan los defensores del "mundo libre y la democracia". Otra vez bombardeos contra un gobierno legítimo bastante más autorizado a gobernar que las fantasmadas occidentales. Y de nuevo las miserables poblaciones de Estados Unidos y Europa mirando para otro lado, cuando no justificando los ataques. Son tan cómplices como sus gobiernos!

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