O tempo, o mores!

Carrillo con peluca
N. Bianchi

Latinajo por «qué tiempos, qué costumbres», queja de Cicerón en una de sus «Catilinarias» contra la corrupción en tiempos romanos, del Imperio romano. Allá por 1974, en tiempos del tardofranquismo, que se dice en términos conformistas sociológicos para dividir el franquismo en «fases», se presentó públicamente en el Hotel Intercontinental de París, el 30 de julio exactamente, lo que se dio en llamar la Junta Democrática de España para situarse -y colocarse en la rampa de salida- en lo que sería conocido, posteriormente, como la «Transición española» de la dictadura a la democracia sin previa ruptura democrática o áteme usted esa mosca por el rabo, esto es, lo que fue la también llamada -aquí nada tiene nombre si alguien no lo llama- «Reforma», o sea, cambie usted algo para que todo siga igual.

En aquel hotel se reunieron, en heteróclita mezcla, al menos aparentemente, pero ya se iba viendo que todos los gatos son pardos y no solamente de noche, el secretario general del Partido Comunista de España, Santiago Carrillo, y el numerario del Opus Dei, Rafael Calvo Serer (1916-1988). También estuvo, y somos conscientes de que estos nombres ya apenas dicen nada pues ya ha llovido bastante, pero nuestra obligación es contar estas cosas así como «refrescar» la memoria, no sea que repitamos la historia en clave cómica, José Vidal-Beneyto, un millonario valenciano procedente del Opus Dei, otro, que iba de antifranquista pero también anticomunista ya en lo que se conoció, desde la prensa franquista, como «El Contubernio de Múnich» en 1962.

En la Junta estaban el PCE de Carrillo (ya con escisiones tras la condena de la intervención soviética en Praga en 1968), el ya mencionado Calvo Serer, el Partido Socialista del Interior fundado en 1968 por Enrique Tierno Galván (1918-1986), un partidito de cuatro catedráticos que cabían en un taxi, pero, oye, el «viejo profesor» terminó siendo alcalde de Madrid y fungiendo, además, de «posmoderno» en los tiempos de la «movida madrileña», o tempora, o mores! También se subió al carro el Partido Carlista, fundado en 1969, rama «socialdemócrata» con Carlos Hugo de Borbón-Parma (1930-2010), y es que había otra «rama», la de su hermano Javier, más integrista, más facha, para entendernos.

Y para que no falte un poco de pimienta en este gazpacho tenemos a una llamada Alianza Socialista de Andalucía fundada en 1971 por el sevillano Alejandro Rojas-Marcos (1940-), que iba de «nacionalista andaluz» granjeándose grandes simpatías en el País Vasco en el campo abertzale. Fue un bluff.

Al margen de este tinglado (de la antigua farsa), y mostrando su oposición, estaban liberales, cristianos y socialdemócratas que veían en la Junta un montaje comunista haciendo de Carrillo poco menos que un tentáculo de Moscú, ya hay que ser miope o interesado en hacer correr esa leyenda a sabiendas de su falsedad. La cosa es que el éxito propagandístico de la Junta -Carrillo era un experto en estas lides- obligó a acelerar los planes de renovación del PSOE, auspiciados por socialdemócratas alemanes y franceses, de suerte que, tres meses más tarde, en el Congreso de Suresnes (un barrio al sur de París) del 11-13 de octubre de octubre de 1974, los jóvenes «renovadores» sevillanos, capitaneados por Felipe González, y escoltados por policía secreta franquista, se impusieron al anacrónico PSOE del exterior, llamado PSOE-h(istórico) de Rodolfo Llopis, maestro nacional, masón y anticomunista, pero mil veces más honrado que el «camarada Isidoro» dizque Felipe González, Guerra, Chaves, Yáñez y demás componentes del «clan de la tortilla». Y ello con el apoyo económico y el beneplácito de de la Internacional Socialista, Willy Brandt y Mitterrand.

No había cumplido aún la Junta un año cuando el PSOE de Felipe González, de «Glez.», como le llamaba Francisco Umbral, promovió, como estructura alternativa a la Junta, una Plataforma de Convergencia Democrática (11 de junio de 1975). Cuatro meses después de la muerte del general Franco, la Junta y la Plataforma se fundieron en lo que se llamó Platajunta.

A continuación vamos a exponer los puntos que propugnaba la Junta Democrática (siempre omitieron el término «España» para no herir susceptibilidades «regionalistas», suponemos), y luego juzgue el lector/a lo que va del dicho (aquel) al hecho (hoy). Dentro vídeo:

1. (La Junta Democrática propugna): la formación de un Gobierno provisional que sustituya al actual (al de entonces, se sobreentiende, no elegido en las urnas), para devolver al hombre y a la mujer españoles, mayores de 18 años, su plena ciudadanía mediante el reconocimiento legal de todas las libertades, derechos y deberes democráticos.

2. La amnistía absoluta de todas las responsabilidades por hechos de naturaleza política, y la liberación inmediata de todos los detenidos por razones políticas o sindicales.

3. La legalización de los partidos políticos, sin exclusiones.

4. La libertad sindical, y la restitución al movimiento obrero del patrimonio del Sindicato Vertical.

5. Los derechos de huelga, de reunión y de manifestación pacífica.

6. La libertad de prensa, de radio, de opinión, de información objetiva en los medios de comunicación social, especialmente en la televisión.

7. La independencia y la unidad jurisdiccional de la función judicial.

8. La neutralidad política y la profesionalidad exclusivamente militar para la defensa exterior, de las fuerzas armadas.

9. El reconocimiento, bajo la unidad del Estado español, de la personalidad política de los pueblos catalán, vasco, gallego, y de las comunidades regionales, que lo decidan democráticamente.

10. La separación de la Iglesia y del Estado.

11. La celebración de una consulta popular, entre los doce y los dieciocho meses -contados desde el día de la restauración de las libertades democráticas-, con todas las garantías de libertad, igualdad de oportunidades e imparcialidad, para elegir la forma definitiva del Estado.

12. La integración de España en las Comunidades europeas, el respeto a los acuerdos internacionales, y el reconocimiento del principio de la coexistencia pacífica internacional.

No añadimos ni quitamos una sola coma. Juzguen ustedes.

comentarios

  1. En otros tiempos pero eso de Platajunta me suena a Barcelona en comu , ahora Madrid etc en una palabra Anticomunismo cien por cien

  2. Buena Prosa utiliza el autor.
    Lo ha explicado de forma muy didáctica y con toque de humor sarcástico para los que no tuvimos "la suerte" de vivir aquellos trepidantes y tensos años de "cambio".
    Saludos.

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