No hay ninguna pandemia: no hay un número extraordinario de muertes por coronavirus

“No da tiempo a enterrar cada día a todos los muertos que hay en Madrid”, dijo el 28 de marzo el alcalde Almeida (1), un personaje execrable desde cualquier punto de vista que se le mire. Es terrible. El Estado burgués no se preocupa de los sanos, abandona a los enfermos y no es capaz de enterrar a los muertos. Ha llegado el momento, pues, de poner nuestras esperanzas en otro sitio. Ahora bien, como no podía ser de otra manera, la frase inducía a pensar que en Madrid hay ahora muchos más muertos que antes de la pandemia, lo que por sí mismo confirma su existencia. ¿No han visto Ustedes en Bérgamo a los camiones militares italianos repletos de cadáveres? Nunca se había visto nada parecido. ¿No han habilitado la Casa de Cristal en Madrid para almacenar cadáveres?, ¿han visto esas filas de ataúdes, uno detrás de otro?, ¿no tienen ojos en la cara o qué les pasa?

El 11 de setiembre de 2001 también vimos con nuestros propios ojos a los aviones estrellarse contra las Torres Gemelas en Nueva York después de haber sido secuestrados por unos terroristas enviados por Bin Laden. Por eso nos ha llamado la atención un artículo del doctor John Lee afirmando que “la televisión no es ciencia”. No sólo vemos con los ojos sino con nuestra cabeza, por lo que además de ver la tele, hay que reflexionar un poco.

Lee es profesor de patología y asesor del sistema de sanitario británico y ha escrito un artículo (2) afirmando que no hay ningún exceso de muertes por coronavirus en ningún país del mundo. Para hablar de pandemia no basta decir que muchas personas están muriendo, sino que están muriendo más de las que cabría esperar si no la hubiera, es decir, que la tasa de mortalidad es mayor que en años anteriores.

No está ocurriendo eso. A escala mundial, cabría esperar la muerte de 14 millones de personas en los tres primeros meses de este año y han muerto 18.944 por coronavirus: el 0,14 por ciento del total. En Gran Bretaña esperaban 51.000 muertos para este mes y se imputan al coronavirus 422 fallecimientos: el 0,8 por ciento del total previsto.

No cabe duda de que esas cifras aumentarán en el futuro pero, como bien dice Lee, en ningún caso justifican la imposición del terrorismo de Estado en todo el mundo. Al menos hasta este momento, y mucho tendrá que aumentar el número de muertos para respaldar el salvajismo desatado con el pretexto sanitario.

De momento no parece que el escenario vaya a ser apocalíptico. La tasa de mortalidad en Gran Bretaña es del 5 por ciento, un porcentaje que es pura ficción porque han cambiado por decreto tanto la manera de hacer las pruebas como el registro de fallecimientos.

La primera cuestión ya la hemos expuesto en otras entradas anteriores y es algo admitido oficialmente en varios países. En cuando a la segunda, dice Lee, la burocracia sanitaria también ha cambiado la lista de enfermedades de declaración obligatoria. Antes, cuando una persona moría de una infección respiratoria, la causa específica de la infección no se registraba en Gran Bretaña. La causa del fallecimiento se consignaba como cáncer, por ejemplo.

Ahora el coronavirus, a diferencia de la gripe, está en el listado de enfermedades de declaración obligatoria y los médicos atribuyen al virus las muertes policausales en las que está presente. El enfermo no ha muerto con coronavirus sino a causa del coronavirus y así las cifras de fallecidos se inflan.

A nadie le cabe ninguna duda de que la muerte es un fenómeno “natural”. Lo que a muchos se les pasa por alto es que, además, es un fenómeno sanitario: el médico debe extender un certificado de defunción en el que consta la causa de la muerte. El certificado cambia según la política sanitaria, los reglamentos y las órdenes que dictan los gobiernos y que los médicos están obligados a seguir. El certificado se lleva al registro civil, otro organismo burocrático en el que se basan las estadísticas. Finalmente está la OMS que, a golpe de presiones y reuniones, convierte a una enfermedad en una pandemia, y cambia los criterios para meter o quitar a una enfermedad de la lista negra.

Antiguamente la OMS tenía un sistema de alertas con seis fases, de las cuales la última, la sexta, correspondía a una pandemia. Así ocurrió en 2009 con la gripe A/H1N1. Ahora ya no es así.

Una pandemia tampoco es sólo un fenómeno de la naturaleza sino de la sociedad. Es una decisión política que, como cualquier otra, puede ser correcta o no. En el caso del coronavirus no lo es, entre otras razones porque hay muchos más “contagiados” y muchos más muertos por otras enfermedades y la OMS no ha lanzado ninguna alarma.

(1) https://www.elespanol.com/espana/politica/20200328/almeida-no-tiempo-enterrar-dia-muertos-madrid/477953673_0.html
(2) https://www.spectator.co.uk/article/The-evidence-on-Covid-19-is-not-as-clear-as-we-think

Más información:
– La tasa europea de mortalidad ha descendido respecto a los tres años anteriores ¡en plena pandemia!

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