Muertos de miedo: la crisis, la histeria y el confinamiento conducen al suicidio

La histeria desatada a escala mundial está causando verdaderos dramas humanos. En un reportaje publicado la semana pasada, el periódico Ouest France relata “la angustia oculta de los héroes enfrentados al coronavirus” (1), una descripción que parece extraída de la Segunda Guerra Mundial.

El pánico alcanza a la población, pero también a los trabajadores de la sanidad, hasta el punto de que Francia está creando equipos de ayuda psicológica para apoyar al personal de enfermería que lucha contra su propia angustia en unas condiciones de trabajo realmente crudas. Son enfermeros, conserjes y médicos a quienes se les ha puesto en el ojo del huracán de la manera más miserable que cabe imaginar.

El periódico cuenta la historia de una videoconferencia en presencia de un psiquiatra. “De repente, en medio de la videoconferencia, se reunieron a varios cientos de médicos de emergencias, como una ducha fría. Gélidos, incluso. El evento no llegó a los titulares ni a los médicos del CHU [hospital universitario]. ‘Tuvimos una enfermera que se rebanó la garganta’. Fue hospitalizada en emergencia absoluta. Creyó que había contaminado a su marido, que estaba teniendo ataques de tos’. Pierre Vidhailhet, psiquiatra del Hospital Universitario de Estrasburgo, susurraba estas palabras”.

Un drama que no es noticia y que se desarrolla en el silencio de los hospitales, dice France Ouest.

El médico de 60 años del club de fútbol del Stade de Reims, Bernard González, se suicidó el 5 de abril en su casa. El médico había estado confinado en su casa con su esposa desde el anuncio del gobierno y dejó una nota en la que explicaba que había “contraído el coronavirus”.

Las reacciones han ido en aumento. El alcalde de Reims, conmocionado, dijo a la prensa: “Estoy conmovido por su desaparición porque es alguien que conozco desde hace años […] Más allá del médico del Stade de Reims, era el médico de mucha gente en Reims y era conocido por sus cualidades humanas y profesionales. La familia del fútbol y la gente de Reims le echarán de menos”.

Thomas Schaefer, el ministro de finanzas de Hesse, en Alemania, se suicidó el 29 de marzo. Tenía 54 años y estaba muy comprometido con la lucha contra el coronavirus. Estaba casado y tenía dos hijos. Le encontraron muerto cerca de las vías del ferrocarril.

La fiscalía de Wiesbaden ha indicado el suicidio. “Hoy podemos asumir que estaba profundamente preocupado”, dijo un político cercano a Angela Merkel y miembro de la CDU como Schaefer.

En Italia ya se han suicidado tres enfermeras. Una de ellas dejó una nota en la que decía que había dado positivo en las pruebas y que no quería contaminar a nadie.

En el hospital de Galdakao, en Bizkaia, un ingresado con un diagnóstico positivo de coronavirus se arrojó por la ventana desde un octavo piso el 25 de marzo.

En Londres una joven autista de 19 años, Emily Owen, se suicidó porque no soportaba el impacto síquico de la cuarentena.

En California los sicólogos advirtieron del riesgo de suicidio asociado a la crisis económica, la histeria y el confinamiento, situaciones que generan ataques de pánico, angustia y preocupación en amplios sectores sociales, incluidos los niños (2).

En contra los tarados que dirigen la sanidad en Estados Unidos, los sicólogos recomiendan fomentar al máximo las relaciones sociales.

(1) https://www.ouest-france.fr/sante/virus/coronavirus/coronavirus-dans-les-hopitaux-l-angoisse-cachee-des-heros-confrontes-au-covid-19-6803662
(2) https://www.efe.com/efe/usa/sociedad/psicologas-alertan-de-posibles-suicidios-y-efectos-en-la-salud-mental/50000101-4200078

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