Maccacaro, Paccino, Giacomini: In Memoriam

Este mes de enero de 2021 se cumplen 44 años del fallecimiento de Giulio Alfredo Maccacaro (15/1/1977) y 40 años del fallecimiento de Valerio Giacomini (6/1/1981) que junto a Darío Paccino (4/6/2005) imprimieron una huella imborrable en el pensamiento ecológico no instrumental ni neutro, sino estrechamente relacionado con la depredación del medio ambiente por parte del capitalismo, ya fuera éste de corte occidental o de la deriva pro capitalista de los socialismos “realmente existentes” y la relación con las diversas patologías y las prácticas médicas utilizadas a mayor gloria del capital.

Cabe conservar hoy la memoria de dichos autores y recordar la raíz marxista y revolucionaria de dos de ellos: Giulio Alfredo Maccacaro y Darío Paccino, así como el catolicismo progresista de Valerio Giacomini que siempre defendió con firmeza la metodología y el rigor científico, combinados con los más profundos valores humanos y las cuestiones sociales.

Dario Paccino, participó activamente en la resistencia italiana en las filas de la Brigada Matteotti, con el nombre de batalla Santi, y redactor en aquel momento del periódico clandestino Avanti. De febrero de 1979 a junio de 1986 fue redactor jefe de la revista Rossovivo, una revista de crítica marxista a la ecología dominante. En 1972 publicó su libro más famoso, “L’imbroglio ecologico” (La estafa ecológica), en el que expresaba la desconfianza de gran parte de la izquierda italiana hacia la conservación de la naturaleza. Según Paccino, la ecología era una herramienta más de la burguesía capitalista para explotar a los trabajadores de las fábricas y las obras.

Darío Paccino en unas declaraciones en Lotta Continua nº 9 del 4 de enero de 1978 definía que: «Con mis libros intento dar voz a los desposeídos por el monopolio de la información y de la llamada cultura”, (1) y que junto a Valerio Giacomini, fundó la revista Pro Natura: Natura e Società.

Giulio Alfredo Maccacaro era médico, biólogo y biometrista, un científico que se ocupaba de los métodos de la estadística aplicados a la medicina y a la investigación de las causas, especialmente ambientales y laborales, de las enfermedades. Antifascista y marxista convencido participó en la Resistencia en las fuerzas partisanas del Oltrepò pavese, con la brigada Barni.

Trabajó como investigador en el Departamento de Química del Chelsea College of Science and Technology de Londres, como profesor del curso «Almacenamiento y transferencia de información en las bacterias» y al año siguiente en la Unidad de Investigación de Genética Microbiana del Consejo de Investigación Médica de Londres. En 1972 fundó la Asociación Medicina Democrática, Movimiento de Lucha por la Salud. Maccacaro fue un científico que vivió plenamente su profesión de estudioso e investigador y su compromiso social. Siempre estuvo del lado de los trabajadores a los que dedicó tiempo y energía; vivió su profesión de forma honesta, sin obtener privilegios fáciles. En 1976 fundó la revista “Epidemiologia e prevenzione.

En octubre de 1972, el Colegio de Médicos de Milán, lo convocó a a través de este comunicado: “Con motivo de asuntos que le conciernen, le rogamos presentarse ante la sede de este Colegio el miércoles 4 de octubre a las 11:30 horas, a fin de ser atendido por el presidente o uno de sus delegados.” a una reunión con la intención de sancionarlo por el prólogo escrito para el libro de Jean-Claude Polack La medicina del capital (2). A raíz de este suceso, Maccacaro escribió una carta al Presidente del Colegio de Médicos de Milán, de la cual vale la pena resaltar algunos párrafos (3).

“Decir medicina del capital es dar mucho más que una indicación histórica o sociológica: es proporcionar el resultado de un análisis político según el cual la dirección del capital, en las sociedades donde rige suprema, se siente obligada por la necesidad de afirmarse y, por el control de sus contradicciones, a asumir la gestión total del sistema médico en todas sus partes y sus relaciones. En dichas sociedades, la medicina en cualquiera de sus ámbitos, ya sea en el científico o en el asistencial, en la práctica privada tanto como en la pública, en las aulas universitarias como en las salas de hospitales, pertenece siempre al capital, en el sentido de que es funcional para sus necesidades de conservación y de desarrollo, aun a través de las formas y las realidades del acto asistencial.

… El sistema capitalista debe asumir la gestión de todas las fases de la medicina, o sea la gestión del médico además de la del enfermo, de la enfermedad además de la gestión de la institución, de la enseñanza además de la gestión de la profesión, de la producción del fármaco además de la de su demanda, etc.

… ¿Es necesario que usted me repita que la patología no es propiedad absoluta del capital cuando es evidente que todo el capital es patógeno y sigue siéndolo en todos lados donde llega a su dominio y su implementación?. El control y la exacción, que conste, son capaces no solo de producir, como hemos visto, la enfermedad sino también de inventarla y, siempre por el propio beneficio, de reprimirla y de negarla.

… Naturalmente la medicina del capital no podría dirigir las enfermedades, si no dirigiera también al enfermo, al médico y a la relación existente entre ellos, de acuerdo a una coherente lógica de clase.

… La verdadera medicina preventiva, señor presidente, la única que tiene un sentido real, no es aquella que nos propone el capital, sino aquella a la cual el capital se opone. Es la medicina que busca las causas patógenas y las elimina en vez de quedarse en los efectos y disfrazarlos bajo el artificio de su reconocimiento precoz.

… Que otro médico lea estas líneas y esas páginas es mi viva esperanza: que lo ayuden a reconocer el peligro que corre, a rechazar su condena y a afrontar su crisis. No importa donde esté su lugar de trabajo –en una clínica universitaria, en un hospital de provincia, en un barrio obrero, en un medio rural– la medicina del capital lo va a alcanzar, pues lo necesita. De él, el mando capitalista, que ha constreñido bajo su orden a la ciencia y a la medicina, al enfermo y a la enfermedad, que ha reducido al hombre a la cárcel de la alienación, exige que de esta cárcel él, médico, se haga custodio vigilante.

… La medicina del capital habrá dejado de existir el día que los médicos comprendan la profunda politización y la potencialidad liberadora de su trabajo. Y junto con ella, dejará de existir también, un Colegio Médico como este, un presidente como usted y el recuerdo de ambos”.

Darío Paccino, escribió en 1972 “L’Imbroglio ecológico” en el cual realiza una severa crítica a los ecologistas del capital que los caracteriza como los que desean la vida dulce de la sociedad capitalista occidental sin los desastres ocasionados por la depredación del medio ambiente, deseosos de una sociedad sin destruir al capitalismo que vive de la depredación (4).

Valle de Meuse, Bélgica

La mortaldad del Valle de Meuse, Bélgica en 1930 fue la primera catástrofe sanitaria atribuida a la contaminación.

El 1 de diciembre de 1930 una espesa niebla cubrió gran parte de Bélgica. Los vientos de muy escasa velocidad no permitieron la evacuación natural de los contaminantes permitiendo que estos se asentaran sobre el Valle de Meuse provocando serios problemas de salud entre la población de aproximadamente 9.000 habitantes.

A lo largo de los 20 kilómetros del Meuse Valley entre Huy y Lieja había 4 hornos de coque, 3 fábricas de acero, 4 fábricas de vidrio, y 3 fundiciones de zinc. Las emisiones contaminantes eran, por tanto, habituales y notables en la zona y fue la conjunción de esas emisiones contaminantes con unas condiciones meteorológicas muy específicas la que condujo desastre.

El día 3 de diciembre, tras dos días de una niebla persistente, cientos de personas que vivían en el tramo del Valle de Meuse situado entre las ciudades de Huy y Lieja, empezaron a experimentar todo tipo de problemas respiratorios, algunos de ellos muy severos, desde la irritación laríngea, la tos y el dolor, hasta la disnea, el asma y signos de edema pulmonar como la cianosis. Las náuseas y los vómitos fueron también muy frecuentes. El 4 de diciembre las muertes comenzaron a sucederse y el 5 de diciembre más de 60 personas habían muerto. La tasa de mortalidad en la zona fue de 10,5 veces lo normal. (5)

Donora

Es de destacar la catástrofe humana que ocasionaron las empresas American Steel and Wire perteneciente a la United States Steel Company y la Donora Zinc Works que entre las dos empleaban a unas cinco mil personas en la pequeña población de Donora (14.000 habitantes) en el Estado de Pensilvania (Estados Unidos). El 27 de octubre de 1948 la polución se convirtió en una niebla asesina . A causa de esto, la mitad de los 14.000 habitantes enfermaron y 70 murieron en el trancurso del mes siguiente afectando a las personas mayores y a otras con problemas respiratorios. Los síntomas eran irritación del tracto respiratorio, picor en los ojos, dolor de garganta, dificultad para respirar, dolores de cabeza, náuseas y vómitos. Con el paso de los años se comprobó que la gente afectada disminuyó su esperanza de vida.

Paccino menciona el testimonio de una habitante de Donora, Mrs. Nugach, la cual declara que “mi padre empezó a respirar fatigosamente durante el día, por la noche lo llevaron al hospital donde murió unas horas después gritando: “dadme un soplo de aire fresco”. Y el médico de Donora William Roungaus afirmó que “fué una verdadera matanza, la gente gritaba y pedía un poco de aire puro”.

La investigación más exhaustiva de un episodio de contaminación del aire la llevó a cabo el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos y el Departamento de Salud de Pensilvania después de este episodio. En esos estudios, los investigadores determinaron que 5.190 personas, casi 43% de la población en el área, enfermaron en algún grado. El principal efecto fue una irritación aguda del tracto respiratorio. Durante este episodio, 33% de la gente de Donora presentó tos, el síntoma más común. Otros síntomas, en orden decreciente, fueron: dolor de garganta, constricción del tórax, respiración superficial, dificultad respiratoria, cefalea, náuseas, vómito, irritación ocular, lagrimeo y flujo nasal. De cada 100 personas que enfermaron, por lo menos, 24 sufrieron síntomas severos y 39 moderados. La tasa de mortalidad aumentaba con la edad: 31% entre los 20 y 24 años, 55% entre los 40 y 44 y 63% entre los 60 y 65 años. La enfermedad cardiaca o pulmonar fue el factor principal de muerte, pero no todos los que murieron tenían una historia de enfermedad crónica. La autopsia de las víctimas mostró bronquitis, edema pulmonar y hemorragia como causa de muerte (6).

Londres

El 5 de diciembre de 1952 comenzó en Londres la peor catástrofe de contaminación de la historia en las Islas Británicas.

La población ya estaba acostumbrada al “fog”, contaminación del aire que sumergía a la ciudad bajo la niebla, por lo que esa contaminación fuera mayor de la habitual no les extrañó. El azufre y las partículas de ácido sulfúrico fueron los contaminantes responsables.

La consecuencia más grave es que, debido a la Gran Niebla, en cuatro días murieron más de 12.000 personas, especialmente personas ancianas, niños y niñas, además de 120.000 hospitalizaciones. En 1962 se dio otro episodio similar, pero en mucha menor escala, en la que fallecieron 750 personas (7).

España

En Europa, el proyecto Aphea (Short term effects of air pollution on health, a European approach) un estudio multicéntrico que contó en su primera fase con la participación de 15 ciudades europeas (entre las que se incluía Barcelona) pertenecientes a 10 países diferentes, con una población de estudio de aproximadamente 25 millones de habitantes.

En los últimos años se han aportado algunas evidencias por parte de los estudios experimentales. Por un lado, se ha sugerido que el poder tóxico de las partículas en los ambientes urbanos procedería de su alta composición en partículas ultrafinas. Así, aunque gravimétricamente su concentración no sea muy alta, estas partículas podrían provocar una exacerbación de los problemas respiratorios e incrementar la coagulabilidad plasmática. Se ha informado la existencia de asociación entre los niveles de partículas y una disminución del funcionalismo pulmonar (8).

El 7 de diciembre de 2019 con motivo de la Cumbre del Clima que se celebró en Madrid entre el 2 y el 13 de diciembre, la Fundación Española del Corazón (FEC) recordó que la contaminación atmosférica causa 8,8 millones de muertes al año en el mundo, 790.000 en Europa y unas 30.000 en España, siendo entre el 40 y el 80% de esas muertes de causa cardiovascular.

Las partículas de la materia en suspensión (PM10 y PM2.5) son los productos contaminantes de mayor impacto medioambiental. Cuanto más pequeñas son las partículas, más dañinas pueden ser. Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Albacete y Toledo encabezan el ránking de ciudades con más concentración de partículas PM2,5, superando el límite establecido por la OMS (10 microgramos/m3) solo León, Cáceres, Las Palmas, Salamanca, Vitoria, Tenerife y Burgos cumplen con los estándares establecidos por la OMS. En el caso de las partículas PM10, la mayoría de las 45 ciudades analizadas en el citado estudio rebasarían el límite permitido por la OMS (9).

Una investigación internacional publicada en agosto, dirigida por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y la Universidad de Fudan (China), basada en el análisis de 652 ciudades (incluidas 45 españolas) de 24 países o regiones de todo el mundo para el periodo 1986-2015. Este estudio, el último publicado sobre este tema, en el que también han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), confirma la relación entre la contaminación urbana y el riesgo de mortalidad.

La contaminación atmosférica causa 8,8 millones de muertes al año en el mundo y unas 30.000 en España. Cuanto más pequeñas son las partículas de materia en suspensión, por ejemplo, las que se emiten en la combustión de vehículos diésel, más daño producen en nuestro organismo (10).

Minamata

Aunque los agentes químicos son distintos de los enumerados anteriormente, el causante es el mismo: el capitalismo depredador

Minamata, de la Prefectura de Kumamoto, es una pequeña ciudad del sur de la isla de Kyushu, en el Japón y en 1956, cuando comienza la epidemia, tenía unos 50.000 habitantes y una gran empresa de productos químicos, fundamentalmente fertilizantes, la Chisso Corporation que vertía sus residuos contaminantes al rio Minamata y a la bahía cercana.

El 21 de abril, de 1956, una niña de 5 años de edad amaneció con convulsiones y dificultades para andar y hablar. Ingresó en el hospital de Minamata, el Hospital Chisso, propiedad de la empresa química. Fue, esa niña, el primer caso bien documentado de la enfermedad de Minamata.

Las investigaciones identificaron el mercurio como la causa de la enfermedad de Minamata, pero las autoridades y la empresa Chisso hicieron caso omiso de este dato para contener la extensión de la enfermedad. La fábrica Chisso era sospechosa de la contaminación pero, en aquellos años, no era fácil de probar.

Fueron los equipos de investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Kumamoto los que trabajaron durante años para conocer mejor la enfermedad y su origen en el metil mercurio. El 22 de julio de 1959 publicaron un informe en el que escribían que “La enfermedad de Minamata es una enfermedad del sistema nervioso que es causada por la alimentación con pescado y marisco en el área local (Bahía de Minamata). El mercurio ha llamado nuestra atención como la causa posible de la contaminación del pescado y el marisco.”Firmaban este informe los profesores Tadao Takeuchi y Haruhiko Tokuomi. El 5 de agosto la empresa Chisso respondía afirmando que “La teoría del mercurio orgánico de la Universidad de Kumamoto es una especulación sin ninguna prueba, y es irracional según el sentido común de la química”.

Entonces estalló la segunda fase de la enfermedad de Minamata. Desde mediados de los 50, en la ciudad habían aumentado los casos de parálisis cerebral, los abortos, los nacimientos prematuros. En 1961 y 1962, en la autopsia de dos mujeres jóvenes ambas llevaban fetos muertos con la enfermedad de Minamata. Además, en 1962 se declararon 15 nuevos casos de parálisis cerebral.

No fue hasta 1968 que el gobierno estableció que el metil mercurio vertido por Chisso era la causa de la enfermedad de Minamata. Habían pasado 12 años desde aquella primera niña enferma de 5 años detectada en 1956 (11).

“Todavía no se conocen con exactitud los efectos a largo plazo de estos, y de muchos otros, contaminantes. Son concentraciones bajas pero absorbidas en pequeña cantidad durante muchos años y pueden provocar efectos que aún no detectamos” (12). En 2010, eran 2.771 personas las que tenían el certificado de padecer la enfermedad de Minamata pero hay más de 40.000, con síntomas más leves, que también reciben tratamiento médico.

A modo de resumen

La declaración por parte de la OMS de pandemia mundial en marzo de 2020, obvia cualquier estudio, antecedente, dato, experiencia sobradamente demostrada de los efectos de la contaminación ambiental sobre el organismo humano, no fuera caso que se enfadaran las grandes corporaciones, los complejos químico-farmacéuticos, los complejos militares, la industria agroalimentaria… y dejaran de aportar miles de millones para mantener las burocracias internacionales y las revistas aparentemente científicas que solamente publican lo esperado por el capital.

Mucho más sencillo y engañoso ha sido atribuir los fallecimientos a un miserable virus del cual todavía se está buscando su cadena proteínica. De este modo se puede continuar la depredación del medio ambiente con el visto bueno de las progresistas izquierdas, las cuales también obvian la corrupción ambiental y se afanan en situarse al lado del discurso de las grandes corporaciones químico-farmacéuticas clamando por la universalización de vacunas salvadoras, pero dejando incólume todo el entramado capitalista responsable del envenamiento de millones de personas en todo el mundo.

Es pues, momento de rendir homenaje a Giulio Alfredo Maccacaro, a Dario Paccino y a Valerio Giacomini que en honrosos actos de valentía se enfrentaron, desde una concepción clasista de la ciencia al capitalismo depredador del medio ambiente.

Referencias

(1) https://web.archive.org/web/20160917014445/http://fondazionerrideluca.com/download/1978/01_1978/LOTTA-CONTINUA_1978_01_04_002_0009.pdf
(2) La Médecine du capital, Paris, Éditions F. Maspero, « Cahiers libres » 1971
(3) https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5367435
(4) https://www.anobii.com/books/L%27imbroglio_ecologico/01c67ce7c730fedd56
(5) http://www.riaat.ujat.mx/hablandoalaire/ha_MeuseValley.html
(6) Public Health Service. Air pollution in Donora, Pennsylvania: epidemiology of unusual smog episode of October 1948, Public Health Bull 1949; 306:173.
(7) Asociación Española de Historia Económica https://www.aehe.es/la-gran-niebla-de-1952-en-londres/
(8) Rev. Esp. Salud Publica vol.73 no.2 Madrid mar. 1999, Efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud: una introducción
(9) https://www.elespanol.com/ciencia/medio-ambiente/20191207/ciudades-contaminadas-espana/448205366_0.html
(10) https://www.elplural.com/el-telescopio/sostenibilidad/en-ciudades-espana-respira-peor_232360102
(11) https://culturacientifica.com/2018/03/04/caso-los-enfermos-minamata/
(12) Hachiya, N. 2006. The history and present of Minamata disease. Entering the second half a century, Japan Medical Association Journal 49: 112-118.

comentario

  1. La expresión medicina del capital no puede ser más adecuada y acertada. El capital copa toda medicina y todo el sistema sanitario. Pero en su voracidad sin límites también abarca y domina los restantes sistemas de protección social amén del sanitario: el sistema educativo, donde aparte de mercantilizarlo lo utiliza de control y adoctrinamiento ideológico para sus intereses. También tiene sus garras en el sistema de prestaciones de la seguridad social, en el sistema de empleo y formación para el empleo, en el sistema de vivienda, e incluso privatizando el sistema público de servicios sociales.
    En cuanto al medio ambiente, es evidente que, en un sistema capitalista, la ecología social, entendida ésta como la interdependencia entre los grupos humanos, las instituciones y el contorno natural, siempre estará al servicio de los intereses de los depredadores ambientales y laborales, mientras que desde la óptica del socialismo científico la ecología social se implementa, como bien decía Valerio Giacomini, desde el rigor del método científico junto con valores éticos, humanos y sociales, en beneficio de la salud de la clase trabajadora.

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