Los únicos responsables del hambre: la Unión Europea

Durante ocho meses los países africanos han estado presionando a la Unión Europea para que elimine los obstáculos al suministro de fertilizantes rusos a África. Finalmente, esta mañana Bruselas ha tenido que claudicar. Es un buen ejemplo de cómo la Unión Europea está perdiendo rápidamente su influencia en África.

Las sanciones contra Rusia han perturbado profundamente el comercio de fertilizantes entre África y Rusia. La cosecha mundial de cereales ya ha caído un 2,4 por cien este año por la falta de fertilizantes (1). Se espera que el descenso sea aún mayor el año que viene, hasta un 20 por cien.

La razón principal es que, debido a las sanciones de la Unión Europea, los fertilizantes rusos ya no pueden suministrarse a los países africanos. Rusia es uno de los mayores productores mundiales de fertilizantes. La Unión Europea lo ha negado públicamente en repetidas ocasiones, pero ahora ha tenido que reconocer implícitamente su responsabilidad.

En el futuro, los países de la Unión Europea podrán suavizar las medidas punitivas contra varios multimillonarios rusos, si ello facilita las entregas de fertilizantes rusos a los países africanos. Polonia y los Estados bálticos, que dan prioridad a la lucha contra Rusia sobre la lucha contra el hambre en África, se han resistido firmemente a la medida.

En su quinta serie de sanciones contra Rusia, la Unión Europea impuso el 8 de abril una prohibición total a la importación de fertilizantes rusos en la Unión Europea. En los meses siguientes a la prohibición, Bruselas alegó que no se aplicaba formalmente a los envíos a terceros países, por ejemplo los de África. Sin embargo, Rusia no pudo cumplir con las entregas porque las sanciones también alcanzan a los sectores del transporte y financiero rusos.

Todavía el 10 de agosto, la Unión Europea declaró que el transporte de fertilizantes rusos, tanto dentro como fuera de la Unión Europea, constituiría una violación de las sanciones. No rectificó hasta el 19 de septiembre. El 7 de octubre, la Unión Europea añadió que esto también se aplicaría a las entregas en tránsito por territorio de la Unión Europea, por ejemplo en los puertos europeos.

Las normas contradictorias y a menudo ambiguas provocaron una inseguridad considerable, muy típica de los regímenes de sanciones occidentales. Como consecuencia, los abonos seguían sin entregarse, incluso a países no pertenecientes a la Unión Europea.

El 9 de marzo las sanciones de Bruselas se dirigieron contra Dmitry Mazepin, multimillonario ruso y accionista mayoritario de Uralchem, uno de los mayores productores mundiales de amoníaco. Aunque Mazepine cedió su participación mayoritaria en Uralchem al 48 por cien en marzo, persistía la incertidumbre sobre si esto sería suficiente para hacer negocios significativos con Uralchem sin arriesgarse a sanciones.

La semana pasada Mazepin declaró que, aunque Uralchem y otros productores rusos de amoníaco o fertilizantes no están sometidos de iure a sanciones, todavía hay abogados de un banco que advierten de que no se hagan negocios con empresas rusas objeto de las sanciones debido a la incertidumbre. “Ni siquiera podemos pagar el transporte, a pesar de que la carga es humanitaria y se presenta en África gratuitamente”, aseguró Mazepin (2).

La Unión Europea mantiene un doble rasero. No ha impuesto sanciones a los multimillonarios rusos de los que depende, por ejemplo a Vladimir Potanin, cuya empresa Norilsk Nickel produce el 15 por cien del níquel y el 40 por cien del paladio del mundo. La razón es obvia: los países de la Unión Europea necesitan estas dos materias primas.

La Unión Europea puede prescindir del amoníaco de Mazepin, pero no del níquel de Potanin.

El 24 de mayo de este año, en una rueda de prensa conjunta con Olaf Scholz, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa se quejó de que incluso los países que son espectadores -como los africanos- o están ausentes del conflicto en Ucrania también sufren las sanciones impuestas a Rusia[.

A principios de agosto, al continente africano le faltaban 2 millones de toneladas de abono. El Banco Mundial pronosticó que la falta de fertilizantes podría provocar un descenso de la producción alimentaria en África de al menos un 20 por cien o más. Según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, en los 82 países en los que opera -incluidos muchos africanos- las sanciones occidentales contra Rusia han añadido unos 70 millones de personas al gran número que ya sufría inseguridad alimentaria aguda.

El acuerdo negociado por Turquía el 22 de julio, que hizo posible la exportación de grano ucraniano a través del Mar Negro, comprometió oficialmente a la Unión Europea a permitir las exportaciones de fertilizantes rusos (3). Sin embargo, Bruselas siguió escudándose en que no hay sanciones oficiales y se negó a crear las condiciones para el suministro de fertilizantes.

El 12 de noviembre Uralchem anunció su intención de donar 260.000 toneladas de abono. Era la cantidad que los países de la Unión Europea llevaban meses bloqueando en sus puertos. Tras nuevos retrasos, fue posible liberar en Rotterdam un barco con 20.000 toneladas de fertilizante, que finalmente zarpó para hacer la entrega a Malawi a través de puertos de Mozambique.

Sin embargo, los países de la Unión Europea siguen mostrándose reacios a dar salida a los fertilizantes rusos. Letonia, por ejemplo, anunció la semana pasada que estaba dispuesta a liberar los envíos de Uralchem bloqueados en Riga -200.000 toneladas de fertilizantes- si se le garantizaba que la empresa no recibiría ningún pago.

Así pues, uno de los países de la Unión Europea quería seguir manteniendo como rehén a todo un continente, África, en nombre de la histera contra Rusia. Polonia y los Estados bálticos han opuesto una feroz resistencia a la flexibilización de las sanciones, porque la lucha contra Rusia debe anteponerse al hambre en África.

El cambio de rumbo de los países europeos occidentales de la Unión Europea estuvo motivado por el riesgo de perder totalmente el continente africano si continúan con su política de sanciones a costa de terceros. De los 35 países que se abstuvieron en la votación de octubre en la ONU para condenar la política rusa de anexión, aproximadamente la mitad eran africanos.

Tras el acuerdo del 22 de julio para desbloquear los envíos de alimentos de Ucrania al resto del mundo, la mayoría de los convoyes que salieron de Odesa no se dirigieron a África, sino a la Unión Europea (4).

Una consecuencia cada vez más visible de la Guerra de Ucrania es que la legitimidad de la Unión Europea a los ojos del resto del mundo se está derrumbando. El mundo considera a la Unión Europea como una parte de la guerra. Participa activamente en la lucha de Ucrania contra Rusia, no sólo mediante sanciones, sino también mediante el suministro de armas y la intervención apenas disimulada de mercenarios europeos como voluntarios en el ejército ucraniano.

El alineamiento de la Unión Europea con Estados Unidos ha vuelto a desacreditar al bloque. Cuando las empresas europeas, una vez terminada la guerra, quieran volver a introducirse en los mercados de Rusia, Asia Central, Asia, América Latina o África, arrastrarán consigo las pesadas cadenas del descrédito.

(1) https://www.german-foreign-policy.com/en/news/detail/9117
(2) https://www.german-foreign-policy.com/en/news/detail/9031
(3) https://www.voanews.com/a/turkey-erdogan-deal-to-resume-ukraine-grain-exports-set-for-signing-friday/6668587.html
(4) https://southfront.org/russia-turkey-deal-to-ensure-poorest-countries-will-receive-grain/

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde mpr21

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo