Los satélites espaciales de Irán prueban su fortaleza militar

Irán ha establecido un nuevo récord al lanzar con éxito por primera vez el satélite Soraya (Cielo) a una altitud de 750 kilómetros sobre la superficie terrestre.

La Fuerza Aeroespacial del Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica de Irán (CGRI) anunció ayer que el lanzamiento del satélite Soraya a órbita fue realizado por su porta-satélite Qaem 100 de fabricación autóctona.

Qaem 100, el primer cohete iraní de tres etapas de combustible sólido que puede transportar hasta 100 kilos, colocó en órbita una carga útil de investigación con una masa aproximada de 50 kilos en su tercer lanzamiento de prueba.

El lanzamiento estableció un “nuevo récord en lanzamiento espacial”, ya que es la primera vez que los porta-satélites iraníes alcanzan la órbita de 750 kilómetros.

Según la agencia de noticias Fars, el satélite ha comenzado a enviar datos de telemetría.

Con el lanzamiento de este satélite de investigación, muchos subsistemas desarrollados por el Centro de Investigación Espacial de Irán pasan a la fase de pruebas orbitales, y el camino para el rápido desarrollo de la industria espacial autóctona de Irán se vuelve más fácil.

El lanzamiento también es un paso importante hacia el aumento de la capacidad de enviar satélites a órbitas más altas y se ha logrado a pesar de las sanciones internacionales, particularmente las estadounidenses, que frenaron el programa y aumentaron su coste, pero no lo eliminaron.

Lo mismo que en Corea del norte, el programa tiene también un importante significado militar. En los años ochenta, la guerra contra Irak dejó una impresión duradera entre los militares iraníes, quienes concluyeron que los misiles eran un medio eficaz de respuesta y un elemento vital de su defensa.

El arsenal original de misiles balísticos de Irán fue suministrado por Libia, Siria y Corea del Norte. Teherán también se volvió hacia la Unión Soviética y luego hacia Rusia, antes de adquirir una autonomía real. Teherán adquirió misiles rusos Scud-B para responder a los ataques de Saddam Hussein.

Ahora Irán dispone de un vasto arsenal de misiles de diferentes alcances, tanto corto (300 kilómetros), como medio (300-1.000) y largo (hasta 2.000). Una gran parte de ellos se produce o ensambla localmente gracias a un sector industrial y de alto nivel técnico.

Rara vez pasa un año sin que Irán anuncie el desarrollo de un nuevo tipo de misil balístico o de crucero. Poco a poco han desarrollado misiles de combustible sólido, que son más fáciles de almacenar y mucho más rápidos de poner en acción y, por tanto, más útiles tácticamente.

Los iraníes han llevado la tecnología Scud, desde el alcance de 300 kilómetros de los misiles recibidos en los años ochenta, a 1.600 kilómetros y más, con sistemas de guiado mucho mejores que permiten correcciones de trayectoria.

Las inversiones fueron tanto más importantes cuanto que compensaron las debilidades de su flota aérea. Irán no ha podido renovar sus combatientes en las últimas décadas y lo ha compensado construyendo misiles.

Hoy en día, la contribución externa no está muy clara pero se trataría más de componentes que de diseño y desarrollo completo. Al mismo tiempo, sus misiles probablemente utilicen componentes disponibles en el mercado, ya que los iraníes saben cómo integrar productos comerciales en sus armas.

Se desconocen las reservas iraníes, pero parecen pletóricas, ya sea en manos del ejército, del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria o de los diversos aliados de Irán en la región, desde el Hezbollah libanés hasta los rebeldes huthíes de Yemen.

El ejército y la Guardia Revolucionaria tienen sus propias fábricas y arsenales separados. Según las fuentes, las estimaciones calculan unos 60.000 misiles, pero la cifra es mucho mayor y podría llegar a las 200.000 unidades.

El programa balístico de la República Islámica alimenta sus ambiciones nucleares, que dependerían de misiles de alta tecnología si lograra adquirir la bomba, algo que Occidente le acusa de querer hacer.

Pero tiene una importante misión convencional que le permite atacar objetivos con precisión desde lejos y disuadir a sus adversarios de atacar a Irán y algunos de sus intereses en el exterior, o al menos hacerles pagar un alto precio por ello.

Entre los objetivos de Teherán está mejorar su capacidad para atacar objetivos en movimiento, lo que requiere mejores sistemas de guiado y mejor calidad de la información técnica. Teherán también debería querer hacer retroceder su límite de alcance actual de 2.000 kilómetros. Un proyecto complicado, pero no fuera del alcance de la potencia regional.

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