Los imperialistas pretenden crear una fuerza ‘árabe’ que eternice la ocupación militar de Siria

El último cartucho del imperialismo: crear una “fuerza árabe” que legalice la ocupación militar de Siria. Washington ha encargado a Arabia saudí y Emiratos Árabes Unidos que se pongan a ello, anunció ayer el Wall Street Journal.

La “fuerza árabe” estaría financiada por Arabia saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, que sustituirían a las tropas norteamericanas, con el pretexto de la “estabilidad” del país.

Es una constante contemporánea esa de tratar de convencer de que la estabilidad no se logra con la salida de las tropas extranjeras de un país, sino al revés: metiéndolas dentro.

El anuncio llega después de los ataques aéreos llevadas a cabo desde el viernes por la noche hasta el sábado pasado, por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido contra el gobierno de Bashar Al-Assad.

El nuevo asesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, se ha puesto en contacto con el jefe de la inteligencia egipcia, Abbas Kamal, para convencer al gobierno de que participe en la iniciativa.

Además de Egipto, la Casa Blanca ha solicitado el apoyo de Arabia saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, en particular para financiar la ocupación militar de Siria.

“Arabia, Qatar y Emiratos se han puesto en contacto para una posible contribución, financiera o de otro tipo”, dijo un funcionario estadounidense al periódico. Además, Trump ha pedido a los sátrapas de Riad que contribuyan con 4.000 millones de dólares a la “reconstrucción” de Siria, añadió el funcionario.

El plan de sustituir a las fuerzas estadounidenses en Siria por otras árabes ha sido particularmente bien recibido por el fundador de la empresa de mercenarios Blackwater, Erik Prince, que impuso fuerzas de seguridad privadas en Somalia y en Emiratos. Prince ha confesado al Wall Street Journal que funcionarios de los países árabes se habían puesto en contacto con él sobre este tema.

Hoy Arabia saudí ha reiterado su disposición a enviar tropas a Siria, “junto con otros países”, para “estabilizar” la situación allí. “Estamos negociando con Estados Unidos y lo hemos estado desde el comienzo de la crisis siria” en 2011, dijo el ministro de Asuntos Exteriores saudí, Adel Al-Jubeir, en una conferencia de prensa conjunta con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en Riad. “Habíamos hecho una propuesta a la administración Obama [que estipulaba] que si Estados Unidos enviaba tropas […] Arabia saudí consideraría, junto con otros países, enviar fuerzas como parte del contingente”, añadió el ministro.

El despliegue de una fuerza conjunta en Siria permitiría a Estados Unidos retirarse de Siria, una decisión anunciada por Trump antes de los ataques químicos ficticios de principios de abril: “Hemos tenido mucho éxito contra el Califato Islámico y es hora de volver a casa”, escribió Trump.

Los ataques químicos ficticios y los posteriores ataques aéreos han forzado de nuevo a Trump a volver sobre sus pasos. Ahora se trataría de prolongar dicha presencia de manera indefinida de una manera camuflar: revestida con las bendiciones de la Liga Árabe.

Posiblemente sea esto lo que explique que la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, ha dicho en la ONU lo contrario de Trump: las tropas permanecerán en Siria todo el tiempo que sea necesario.

A Trump le están haciendo la cama desde que llegó a la presidencia. En este caso, sus planes de abandonar Siria se los han frustrado con el camelo de los ataques químicos de Duma y el posterior bombardeo aéreo.

En Washington quien da las órdenes es cualquiera menos Trump, un auténtico pelele atrapado en las redes de quienes realmente llevan las riendas del poder político.

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