Los grandes monopolios ya no pintan de rosa el hidrógeno ‘verde’

Los monopolios energéticos TotalEnergies y Engie han pedido ayuda, o sea, subvenciones públicas, a la Comisión Europea para su gran proyecto de producción de hidrógeno “verde” de Masshylia. Bruselas ha aprobado las ayudas porque los primeros ensayos con los electrolizadores de la empresa belga John Cockerill no tienen el rendimiento que esperaban.

Los electrolizadores son máquinas que extraen hidrógeno del agua mediante una corriente eléctrica. El suministrador de los equipos de Masshylia es John Cockerill y las primeras pruebas han arrojado muchos problemas que hacen inviable el proyecto, al menos con su diseño actual.

Anunciado en 2021, el megaproyecto Masshylia debería dar lugar a la mayor planta de producción de hidrógeno “verde” de Europa. Ahora han tenido que retrasar su entrada en funcionamiento dos años más y la empresa fabricante de electrolizadores no garantiza nada, ni siquiera para entonces.

En febrero Engie retrasó su objetivo de producir energía basada en hidrógeno “verde” de 2030 a 2035. En el Foro de Riad ya se escuchó que el hidrógeno “verde” aún está en una fase artesanal. Otros califican la técnica de “embrionaria”.

Como ocurre con cualquier desarrollo de las fuerzas productivas, los grandes electrolizadores no se van a fabricar en un abrir y cerrar de ojos.

Al saltar del laboratorio a la industria, las expectativas de obtención de hidrógeno “verde” no se cumplen a causa, entre otros facttores, de la intermitencia de las energías renovables. Los ingenieros tiene que revisar el proyecto y la Comisión Europea correrá con el aumento de los costes.

Las plantas de hidrógeno “verde” consumen gran cantidad de energía y, para que todo sea realmente “verde”, esa energía tiene que proceder de parques solares y eólicos construidos alrededor de los electrolizadores. Pero ese suministo es intermitente. Como consecuencia de ello, el electrolizador sólo funciona a un tercio de su potencia máxima.

John Cockerill no es la única empresa fabricante que ha tenido dificultades con sus prototipos de electrolizadores. Pasar de 1 megawatio a 100 megawatios de capacidad no es una simple multiplicación. Las empresas fabricantes no pueden suministrar electrolizadores en cantidad y calidad. ThyssenKrupp está pasando apuros y McPhy también. Los equipos de otros dos fabricantes, Longi y Peric, también esentan problemas técnicos.

Tampoco ocurre sólo en Europa. La filial de John Cockerill en China tiene problemas por la mala retroalimentación del mayor electrolizador actualmente en servicio en el mundo (con 250 megawatios): el de Kuqa, en China.

La intermitencia del suministro eléctrico hace que los componentes envejezcan más de lo esperado, el comportamiento de los fluidos es diferente al que se observa en un laboratorios a pequeña escala, así como densidades de corriente inesperadas, creación de puntos calientes y daños a las membranas…

El electrolizador consume más de lo esperado de la red eléctrica convencional, aunque se suponía que sólo lo compensaría marginalmente. Esto socava la expectativa de que basta con instalar un electrolizador al pie de una turbina eólica o de paneles solares para producir hidrógeno “verde”.

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