Los Estados europeos están al servicio de los intereses económicos de la industria farmacéutica

En el marco de la “Estrategia de la Unión Europea para las vacunas contra el covid-19” (1), Bélgica se comprometió a adquirir por adelantado dos vacunas, la de AstraZeneca, en agosto, y la de Janssen Pharmaceutica, en octubre, a la espera de otras que puedan llegar después.

El gobierno basó su decisión en las evaluaciones positivas realizadas por la Agencia Federal de Medicamentos y Productos Sanitarios (FAMHP), cuyo comité se ha encargado de examinar los expedientes de las vacunas candidatas.

Según el sitio web oficial de la FAMHP, el comité se compone de “expertos” que “no tienen ningún conflicto de intereses y están obligados a guardar secreto”. Para garantizar la independencia de sus miembros, la composición del comité no se dará a conocer oficialmente antes de que finalice su labor (2).

Sin embargo, el 19 de agosto en un telediario de la cadena belga RTL entrevistaron a Michel Goldman, que aparece en la foto de portada y se presentó abiertamente como uno de los miembros de dicho comité (3).

Al mismo tiempo, en la página web oficial de la Fundación AstraZeneca (4) Michel Goldman se destapa como presidente del consejo de la misma, cuyo propósito es proteger y promover los intereses de la empresa biotecnológica AstraZeneca.

Más claro agua: como suele ocurrir en estos asuntos, Goldman es juez y parte. Menos científico, se le puede llamar cualquier cosa. Bélgica ha puesto al zorro a cuidar de las gallinas.

Lo mismo ocurre en otros países. Por ejemplo, en Francia, varios miembros (entre ellos Christian Chidiac) de la comisión pública encargada de dirigir las medidas públicas contra la pandemia, son sicarios de la industria biotecnológica (5). Del mismo modo, en Estados Unidos los vínculos de Moncef Slaoui con la industria biotecnológica son muy conocidos (6).

A otros “expertos” encargados de regular los medicamentos y las vacunas les ocurre lo mismo. Ni son neutros ni imparciales, sino mercenarios de las grandes empresas farmacéuticas.

Del mismo modo que el gobierno belga delega la evaluación de los contratos de adquisición de vacunas a un comité de “expertos”, la Comisión Europea lo delega en un “comité directivo” y a un “equipo conjunto”. Los miembros de los mismos no se conocen. La Comisión Europea quiere mantener el secreto (7) en los mismos términos que los demás, es decir, para ocultar que son sicarios de la industria farmacéutica.

En lo que respecta a Bélgica, la red de influencia de la Fundación AstraZeneca es evidente en los vínculos establecidos con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Real Academia Belga de Medicina: “Desde su creación, la Fundación AstraZeneca ya ha dedicado más de 5 millones de euros a apoyar la investigación en Bélgica” (8).

Incluso en materia sanitaria, el Estado no es más que un fiel servidor de los intereses económicos de las grandes empresas capitalistas, en este caso, las farmacéuticas.

(1) https://eur-lex.europa.eu/legal-content/EN/TXT/?uri=CELEX%3A52020DC0245
(2) https://www.afmps.be/fr/news/coronavirus_le_comite_consultatif_pour_le_choix_des_vaccins_contre_le_covid_19_traite_son
(3) https://www.rtl.be/info/video/754987.aspx
(4) https://www.azfoundation.be/the-board.html
(5) https://www.marianne.net/politique/ambiguite-gouvernementale-liens-d-interets-au-sommet-de-l-etat-enquete-sur-la-guerre
(6) https://www.washingtonpost.com/business/2020/07/14/chief-white-houses-operation-warp-speed-vaccine-effort-can-keep-investing-pharma-firms-under-ig-ruling/
(7) https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/fr/QANDA_20_1662
(8) https://www.lavenir.net/cnt/dmf20191206_01416712/deux-scientifiques-liegeoises-recompensees-par-la-fondation-astrazeneca

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