Los escritos de Marx sobre el colonialismo

Juan Manuel Olarieta

La burguesía nacionalista, especialmente en Latinoamérica, siempre ha deplorado los escritos de Marx y Engels relativos a la colonización, que consideran como un apoyo al expansionismo europeo, un embellecimiento fruto de una supuesta deformación eurocéntrica que llevó a los fundadores del socialismo científico a convertirse en unos vulgares apologistas de las conquistas y el saqueo del Tercer Mundo.

Es típico de la obnubilación patriotera que considera siempre mejor lo autóctono que lo foráneo: aquí estábamos muy bien hasta que desde fuera llegaron los colonos (o los emigrantes). Los males de una nación siempre proceden de fuera. Los extranjeros son tanto peores en cuanto que los nacionalistas son capaces de vestir lo propio con las mejores galas. En el caso de la colonización, las críticas a la rapiña siempre han solapado la verdadera situación previa a la conquista. Los nacionalistas han creado la falsa impresión de que los problemas de la India, por ejemplo, empiezan con la colonización británica. A veces los problemas también acaban con la propia colonización.

Ellos nunca reconocerán la evidente superioridad (tecnológica, económica y militar) de los colonialistas, ni que la relativa facilidad con la que se extendió el colonialismo en todo el mundo fue -en parte- consecuencia de la profunda descomposición de las sociedades locales, que distaban mucho de ser idílicas. Por ejemplo, en el caso de la India, dice Marx, antes de la llegada de los británicos el asesinato era uno de los «ritos religiosos».

Poner de manifiesto esos aspectos no disimula en absoluto los horrores y crímenes en masa que el colonialismo desencadenó en África, Asia y América. Es necesario hacerlo así para comprobar la manera sesgada en que, a diferencia del proletariado, la burguesía expone la historia.

En sus artículos Marx no escribió postales a la manera turística sobre los parajes exóticos de la India. Se interesó por la sociedad y profundizó en su historia anterior, lo cual no está nada mal para un subcontinente que carecía de ella, es decir, de historia, debiendo recordar a la burguesía nacionalista que Marx precisa que se trata de «historia conocida», o sea, que Marx trata de conocer algo desconocido y es de los pocos que en aquella época -lo mismo que en la actualidad- se interesan por ello y no por monumentos de piedra como el Taj Mahal.

Para tratar de reconstruir la historia de la India Marx se remonta a los tiempos en que fue presa de conquistadores extranjeros, como los árabes, los turcos, los tártaros o los mongoles: «Lo que llamamos historia de la India no es más que la historia de los sucesivos invasores que fundaron sus imperios sobre la base pasiva de esa sociedad inmutable que no les ofrecía ninguna resistencia». En la medida en que la dominación no encontraba resistencia, a los conquistadores les interesaba preservar la sociedad tal cual la encontraron, hasta el punto de que los de fuera acabaron siendo asimilados por los de dentro, lo cual Marx califica como una la ley «inmutable» de la historia: «Los conquistadores bárbaros son conquistados por la civilización superior de los pueblos sojuzgados por ellos».

Al llegar los británicos la India estaba envuelta en una guerra interna, «y mientras todos luchaban contra todos irrumpió el conquistador británico y los sometió a todos». Tras la colonización, dice Marx, la India pasó de un «despotismo asiático» a un «despotismo europeo cultivado» que, además, fue «infinitamente más intenso» que el anterior. El despotismo británico, dice Marx, mantuvo «esclavizada» a la India «con ayuda de un ejército hindú sostenido a costa de la misma India», algo que los nacionalistas tampoco suelen reconocer: la colonización es imposible sin la pasividad e incluso el apoyo de una parte -al menos- de la población local y los sectores sociales que la dirigen.

En la época en la que se escribieron los artículos de Marx sobre la India, hacia 1850, resultan extraordinariamente sorprendentes porque no se dirigían al lector europeo, sino al americano, que sólo 60 años antes también había padecido los estragos del colonialismo británico. Salvo los aficionados a la geografía y las exploraciones, nadie conocía (y menos en Nueva York o Chicago) aquel lejano país poblado por nativos sometidos a la esclavitud, férreamente divididos en castas que apaciguaban su rebeldía con ancestrales supersticiones místicas.

Pero el colonialismo británico tuvo un aspecto diferente de todas las conquistas que hasta entonces se habían impuesto en la India: los invasores no fueron absorbidos por la sociedad local, convirtiéndose en «los primeros conquistadores de civilización superior a la hindú» hasta el punto de que, precisamente por ello, «resultaron inmunes a la acción de esta última».

Marx tenía razón: es una verdadera la ley «inmutable» de la historia. Lo mismo que los demás «pueblos sin historia», también la India estaba destinada a convertirse en una «presa fácil» para cualquier agresor que se dignase fijar su atención en el país. Había sido conquistada por los británicos del mismo modo que antes lo había sido por otros pueblos, un fenómeno que no se puede entender de una manera unilateral sino en toda su amplitud, como un proceso contradictorio y paradógico de destrucción y construcción a la vez: «Las páginas de la historia de la dominación inglesa en la India apenas ofrecen algo más que destrucciones. Tras los montones de ruinas a duras penas puede distinguirse su obra regeneradora. Y sin embargo, esa obra ha comenzado».

En contra de lo que afirman los patrioteros, Marx describe con una claridad pasmosa tanto la destrucción de la sociedad tradicional hindú como su contrario, la construcción de otra nueva sociedad sobre las ruinas de la anterior. Si los nacionalistas no estuvieran tan cegados por sus prejuicios de clase, deberían interesarse especialmente por lo que Marx expone al respecto: paradógicamente el colonialismo británico puso (impuso más bien) los cimientos para edificar «la unidad política de la India» y, por consiguiente, para que el país pudiera lograr su independencia. La espada británica -escribió Marx- es la primera condición para la regeneración de la India, que se fortalecerá y perpetuará con aportaciones como el ferrocarril o el telégrafo eléctrico: «El ejército hindú, organizado y entrenado por los sargentos ingleses, es una condición sine qua non para que la India pueda conquistar su independencia y lo único capaz de evitar que el país se convierta en presa del primer conquistador extranjero».

La torpeza de los nacionalistas queda al descubierto sólo con tener en cuenta que Marx aludía a la independencia de la India con un siglo de antelación, algo que parecía impensable a mediados del siglo XIX. Pero hace ya mucho tiempo que la India logró su independencia, y lo realmente sorprendente es que los independentistas sigan sin querer aprender de la historia real y prefieran inventarse otra diferente.

comentarios

  1. Excelente,como siempre,el artículo de Olarieta,pero,a tenor del comienzo del mismo,donde se menciona a la burguesía nacionalista en América Latina,¿es posible transplantar,mecánicamente,sospecho que no, lo que dice Marx sobre el colonialismo británico en la India al escrito de Marx sobre Simón Bolívar nada complaciente con "El Libertador"?
    Es aquí donde la "intelligentsia" latinoamericana le acusa de "eurocentrista".
    Un saludo.

  2. Excelente artículo, aborda un tema de capital importancia en Latinoamérica.
    No deja de tener razón Bustos, Olarieta critica a "La burguesía nacionalista, especialmente en Latinoamérica", y luego se aboca a los escritos de Marx sobre la India.

    Son dos los escritos que se ve duelen a los latinoamericanos, el ya mencionado de Marx sobre Bolivar, y el de Engels apoyando a Eeuu en su invasión de México.

    El escrito de Bolivar, los mejor informados lo matizan diciendo que fue un artículo escrito para una enciclopedia, y que Marx se basó en la literatura disponible, muy negativa sobre Bolivar. Marx lo escribió exclusivamente para obtener una remuneración, y en ningún caso como parte de su obra liberadora de la clase obrera. Así, si bien el artículo duele, es más bien una anécdota sobre las cosas que tuvo que hacer Marx para ganarse la vida.

    Distinto es el caso de Engels sobre la invasión de Eeuu a México, allí Engels encuentra excelente que la burguesía norteamericana se apodere de los territorios mexicanos, ya que de esa manera, el espíritu empredendor que la caracteriza creará civilización y emergerá proletariado.

    Como generalmente ocurre, una actitud metafísica es inconducente, que sería lo que describe Olarieta de aquellos que se quejan que el colonialismo es la fuente de todos nuestros males.
    Por el contrario, una postura dialéctica es sana, ya que, fuera de mostrar en forma objetiva y científica cuales fueron los daños que produjo el colonialismo, indicaría cual es el futuro pretendido y por el cual se trabaja. Esto es lo que hace Evo Morales en Bolivia: de vez en cuando recuerda la invasión colonialista y todos los males que generó, los que continuaron luego de la independencia, con la oligarquía. Pero todos los días insiste en el futuro por el que trabaja su gobierno y todo el país, conseguir que en Bolivia exista ciencia, tecnología e industria propia. Lo principal es el futuro, el recuerdo del pasado es necesario porque en Bolivia todavía son fuertes los controlaban Bolivia como neocolonia yanqui.

    Entonces lo que expone Olarieta: "algo que los nacionalistas tampoco suelen reconocer: la colonización es imposible sin la pasividad e incluso el apoyo de una parte -al menos- de la población local y los sectores sociales que la dirigen", aplica solo a ciertos nacionalistas, muy peculiares, por cierto, ya que ocultan que todos los países latinoamericanos semi colonias del yanqui, tienen una elite que administra el país permitiendo el expolio de los recursos naturales, a cambio de lo cual tienen una vida de lujos. Nacionalistas solo de nombre, tan nacionalistas como populares los del Partido Popular de España.

  3. Comentario en Euskal Herria Sozialista:

    Ramontxu12:58 a. m.
    Yo es que me quedo perplejo con tanto forofismo político, hueco de cualquier tipo de análisis científico y de vana aportación que algunos realizan asi como si tuvieran algo interesante que decir.
    Olarieta hace un análisis poco acertado del tema del marxismo y la cuestión nacional, aunque lo intenta no logra explicar debidamente que significa hoy en día, en la época del imperialismo una táctica de liberación nacional para las naciones oprimidas del Estado español. Como no es capaz de dar una explicación acertada, se enrolla diciendo, "si el proletariado no dirige la lucha nacional, la dirigirá la burguesía que es su contrario y aplicará a dicha lucha nacional un barniz burgués reaccionario". Lo que hay que decir en estos casos, en los casos de Euskal Herria, Catalunya e incluso Galiza, es que la táctica de liberación nacional no triunfará jamás en estos territorios, no triunfará por que las condiciones materiales no se ajustan a dicha táctica, no son colonias, son naciones oprimidas por un estado donde una parte de la burguesía españolista de dichas naciones oprimidas se encuentra al timón del estado burgués español (PP y PSOE) pero que por otra parte, la burgguesía nacionalista fuerte (PNV, CIU) se encuentran a grandes rasggos comodísimos con la naturaleza del Estado español y sus contribuciones (a ver que pasa con CIU). Pues bien, la táctica del movimiento de liberación nacional es una táctica utilizada por los comunistas en las décadas de los 60 y 70 para liberar nacionalmente a su país que resultaba ser una colonia de los países occidentales, por ello, todas las clases sociales de dicho páis oprimida se encontraban dispuestos a luchar en favor de esa lucha nacional, los campesinos y obreros porque eran sobrexplotados, las burguesias porque carecían del control del mercado nacional y no podían desarrollarse debidamente, los terratenientes porque estaban atados de pies y manos para dar el paso de consagrarse como los nuevos burgueses, todas las clases sociales del pais colonial estaban deacuerdo en que el primer paso era luchar contra el país colonialista, echarle de sus tierras y conseguir la anhelada independencia política. así los comunistas con una lucha ejemplarizante, con un trabajo arduo y disciplinado se colocarían en la vanguardia de esa lucha nacional y darían a esa lucha nacional un componente social, es decir, independencia y socialismo.
    Pero esa historia es imposible que se de en un estado como es el español, porque las burguesias nacionales nunca van aceptar que esa lucha de liberación nacional se convierta en lucha social. Bildu seguirá detrás del PNV como un autentico papanatas porque jamás comprenderán y acertarán en realizar análisis científicos acertados, porque como pequeña burguesía que son repudían el socialismo y sus análisis materialistas. Lo mismo ocurre en Galiza y en Catalunya. Además que todas estas luchas de liberación nacional no hacen más que incentivar aún más la separación entre la clase trabajadora de todo estado, emplazando en el tiempo la unica solución a los problemas tanto nacionales como sociales de las clases explotadas: la destrucción del estado burgués español y la creación de la Republica Popular.

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