De los 340 cazabombarderos F-35C que debe encargar el Pentágono, un total de 67 deben asignarse a la Infantería de Marina de Estados Unidos (marines, USMC), que ya está implementando el F-35B, es decir, la versión de despegue corto y aterrizaje vertical.
La primera unidad de Infantería de Marina equipada con el F-35C Marine Attack Squadron 314, fue declarada operativa en julio de 2021. Le seguirá el VMA-311 “Tomcats”, reactivado en abril del año pasado en la base Aérea Naval de Miramar, en California (1). Este escuadrón inició sus operaciones de vuelo en septiembre.
En febrero esta segunda unidad apareció en los titulares de las noticias después de sufrir un incidente con uno de sus F-35C. Al regresar de una misión, cuando estaba parado y su piloto acababa de salir de la cabina, su tren de aterrizaje se retrajo repentinamente. Las causas no se han aclarado, al menos públicamente, pero dicen que su sistema de orientación electroóptica no funciona bien.
Es imposible enumerar los mil y un fallos de estos cazas “de última generación”. Cuestan una fortuna cada uno de ellos, pero pasan más tiempo en el taller de reparaciones que volando. Lo mejor que se puede decir de ellos es que son tan complejos que es imposible que todo funcione correctamente. Siempre falla algo, y en una guerra eso no perdona.
En un informe dirigido a sus superiores, el comandante del aparato, el teniente coronel Michael Fisher, dice que el fallo del caza “no es un caso aislado” dentro de la unidad VMA-311 y deplora sus “problemas de calidad” (2). “La preparación del F-35 continúa perjudicando al Cuerpo de Marines y degradando nuestra capacidad de ser la fuerza de referencia de la nación”, escribe el teniente coronel.
El número de salidas perdidas debido a “componentes defectuosos” es inaceptable, dice Fisher en su informe, porque las averíaas crearon trabajo adicional estimado en 700 horas para los técnicos de mantenimiento del escuadrón.
Los circuitos de combustible de varios dispositivos tuvieron que ser vaciados varias veces tras el descubrimiento de virutas de metal y restos de Krytox, una grasa lubricante para altas temperaturas, en el combustible. Incluso se encontró una herramienta de plástico en la estructura del ala de uno de ellos.
El comandante del F-35 no deja títere con cabeza con la chatarra: componentes defectuosos, como módulos electrónicos o incluso controladores del sistema de gestión de energía, un fallo de la pantalla panorámica de la cabina de uno de los aparatos, sellos instalados incorrectamente…
El comandante del caza carga contra el fabricante Lockheed-Martin, que es el “responsable de las anomalías observadas en la aeronave durante el proceso de aceptación y la verificación funcional en vuelo”.
Estados Unidos está presionando a los países europeos para que entreguen sus viejos cazas F-16 a Ucrania con el fin de venderles los nuevos F-35, que entran dentro de los planes de rearme a largo plazo que están aprobando en el Viejo Continente. Es lo que sugiere el general portugués Joao Cartaxo Alves, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Portuguesa, en una reciente entrevista (3).
La transición de los cazas F-16 a los F-35 se prolongará a lo largo de 20 años y le costará a Portugal el módico precio de 5.500 millones de euros, añade el general portugués.
Junto con los aparatos deberían contratar un buen taller de reparaciones y mantenimiento.
(1) https://www.dvidshub.net/news/453578/second-marine-f-35c-squadron-conquers-safe-flight-certification
(2) https://www.defensenews.com/air/2024/04/29/marine-unit-found-metal-shavings-in-f-35-fuel-plastic-tool-in-wing/
(3) https://www.dn.pt/2235481395/general-cartaxo-alves-tenho-militares-que-chegam-a-pagar-150-mil-euros-para-se-desvincularem/