Las navieras nunca confiaron en el Pentágono

Los ataques aéreos estadounidenses y británicos iniciados a principios de enero de este año contra Yemen se produjeron un mes después de que Washington anunciara la creación de una coalición naval para proteger el comercio marítimo en el Mar Rojo.

Así comenzó la Operación Guardián de la Prosperidad. El Pentágono anunció la participación de más de veinte países, pero ninguna naviera confió en ella. Decidieron desviar sus buques del Estrecho de Bab El-Mandeb al Cabo de Buena Esperanza.

Los estadounidenses se quedaron solos en la Operación. Los europeos no se adhirieron a ella y abogaron por métodos diferentes… siempre con la excepción de Reino Unido Los estadounidenses llevaron a cabo ataques preventivos contra los huthíes, mientras los europeos intervinieron para defender los barcos.

Ningún país árabe o del Golfo, con excepción de Bahrein (que alberga la Quinta Flota estadounidense), se unió a la coalición naval. Al menos de forma retórica, la posición árabe entró en conflicto con la política exterior estadounidense y su apoyo incondicional a Israel.

Los países árabes no quieren aparentar que trabajan para defender a Israel. Una encuesta publicada en diciembre del año pasado por el Instituto de Washington para la Política de Oriente Medio mostró que el 96 por cien de los saudíes piensa que los países árabes deberían cortar todo contacto con Israel por su agresión militar contra los palestinos.

Los saudíes se lavan las manos

Arabia saudí se encuentra en una situación delicada frente a los huthíes. Ellos ya saben lo que es perder su guerra contra Yemen y quieren dedicarse a sus proyectos de reformas internas e inversiones económicas masivas (Visión saudí 2030), así como a su acercamiento con Irán.

Desde 2015 los saudíes encabezaron una coalición militar contra Yemen. Se vieron atrapados en una guerra de la que tuvo que desistir porque acabó poniendo en peligro a la Casa Saúd. Los combates en Yemen cesaron en 2022, después de que entrara en vigor una tregua patrocinada por la ONU.

La tregua está establecida y los saudíes no tienen ningún interés en luchar contra los huthíes, ni en decir nada contra ellos o la coalición, porque se verían envueltos en esta guerra que les ha resultado difícil terminar.

Los huthíes atacaron instalaciones petroleras sauditas entre 2019 y 2022, afectando la producción del principal país exportador de crudo. Detuvieron los ataques desde la tregua negociada por la ONU, pero han anunciado que lo volverían a hacer si Arabia saudí se uniera a la coalición naval estadounidense. Al no participar en ella, los saudíes han formalizado su tregua en Yemen.

Los ataques de 2019 contra Aramco tuvieron como objetivo dos instalaciones petroleras y obligaron a la Casa Real a reducir temporalmente su producción de petróleo a la mitad. Eso marcó un punto de inflexión en su guerra contra los yemeníes, pero también en su política exterior. Ante la ausencia de una reacción de Estados Unidos en ese momento, Arabia saudí recalibró su política, buscando soluciones diplomáticas por su cuenta, en lugar de depender de Washington.

El acercamiento entre Riad y Teherán

El año pasado Arabia saudí e Irán, bajo el patrocinio de China, decidieron restablecer las relaciones diplomáticas que rompieron en 2016. El acercamiento se explica por los proyectos económicos del príncipe heredero Mohammad Ben Salman. Además de mostrar el surgimiento del nuevo poder diplomático de China, el acuerdo permite a Riad centrarse en sus proyectos económicos para la era post-hidrocarburos. Lo último que los saudíes necesitan es una escalada que altere su Visión 2030.

Por lo tanto, el reino ha optado por permanecer en silencio, esperando que la nueva era con Irán y, en consecuencia, con los huthíes, le permita aislarse frente a los problemas regionales.

A partir de ahí, la Casa Saud tiene las cartas en la mano. No se puede olvidar el proyecto del Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa, que creará una ruta alternativa a la Ruta de la Seda. Firmado en septiembre del año pasado, durante la cumbre del G20 en India, el corredor estimularía el comercio, transportaría recursos energéticos y mejoraría la conectividad digital. Incluiría a India, Arabia saudí, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Israel y la Unión Europea. Mohammad Ben Salman mencionó la cifra de 20.000 millones de dólares para la financiación, pero no está claro si la suma se aplica sólo al compromiso saudí. Por lo tanto, Riad tiene una razón más para no verse atrapada en una guerra que perjudica una inversión de esa magnitud.

A medida que aumentan las tensiones en el Mar Rojo, Arabia saudí ha optado conscientemente por mantenerse al margen. Evita posicionarse abiertamente con Washington para no ser blanco de ataques y comprometer su nuevo acercamiento con Irán, por un lado, y su proyecto de expansión económica, por el otro.

Arabia saudí trabaja en lo que podría ser la situación posterior a la Guerra de Gaza y, por lo tanto, no tiene ningún interés en involucrarse en ninguna acción directa.

Por ahora, esta estrategia de distanciamiento está funcionando a su favor.

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