Las armas turcas apuntan hacia otro lado

Darío Herchhoren

Desde hace ya muchos años, quizá mas de veinte, los gobiernos turcos de distinto signo, se han desvivido por ser socios del exclusivo club Unión Europea. Es necesario señalar, que el territorio turco, ocupa una pequeñísima parte del continente europeo, y que más del 99 por ciento de su superficie está en Asia. Además de todo esto, la UE, en todo momento no solo no atendió a los llamados a la puerta de Turquía, sino que siempre sostuvo que ese club era cristiano, con lo cual agregó un nuevo obstáculo a la incorporación turca a la UE.

La llegada de Erdogan  al gobierno turco significó un punto de inflexión en la política turca, que siguió siendo tan errática como siempre, nadando siempre entre su pertenencia a uno u otro continente. En esto tiene mucho que ver la pertenencia de Turquía a la OTAN, de la cual hace rato que intenta alejarse, y acercarse más a Rusia y a Irán. Turquía a raíz de las ambiciones “otomanas” de Erdogan, ha intentado jugar un papel en el intento de despedazamiento de Siria, y ha apoyado a los grupos takfiris en forma activa. Primero permitió la concentración de armas, equipos y hombres en su territorio para atacar a Siria, luego compró el petróleo que el estado islámico robaba en Siria, y finalmente introdujo en territorio sirio a su ejército, con la excusa de combatir el terrorismo y de paso aniquilar a los kurdos que formaban parte de la resistencia al Estado Islámico.

El derribo de un caza ruso por la aviación turca marcó un punto de no retorno en la política turca. El avión ruso volaba sobre territorio sirio y lo hacía en una misión de ataque al Estado Islámico. Ese derribo le costó muy caro a Turquía, ya que Rusia expulsó a empresas turcas de su territorio, y dejó de enviar turistas rusos a bañarse en el Bósforo, además de limitar el ingreso en Rusia de frutas y verduras turcas. El daño a la economía turca no se hizo esperar. Erdogan tuvo que pedir disculpas por el derribo, y viajó a Moscú en un intento de reconciliación con Rusia.

A partir de ese momento, Turquía abandona, aunque no oficialmente, su tozudo interés por ingresar a la UE, obliga a los USA a abandonar la base militar de Incirlik que venía ocupando desde hacía años, y que era la más importante de la OTAN en Cercano Oriente, obliga a salir a los cazas alemanes estacionados allí, y forma parte del grupo de garantes de las negociaciones para devolver la paz en Siria.

El gobierno turco espera como el maná del cielo la llegada de la “ruta de la seda” china que atravesará su territorio, y le permitirá acceder a enormes mercados tanto en oriente como en occidente; y lo último, y lo que da título a este artículo, es que el jefe del ejército iraní se reúne con su homólogo turco para diseñar una política defensiva común. Esto implica en forma tácita el abandono por Turquía de la OTAN, y la formación de una nueva alianza militar en Cercano Oriente, y además de todo ello, implica inclinar el fiel de la balanza a favor de Rusia, Siria, Líbano, Hezbolá e Irak. De esta manera, los USA, la Otan y Arabia Saudí pierden fuelle. Un detalle no menor, es que el jefe del ejército iraní luego de su entrevista con su homólogo turco, fue recibido por el propio Erdogan, y que ahora los productos iraníes podrán tener libre acceso al Mediterráneo por Siria, y también por puertos turcos.

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