La venda en los ojos

Desde el golpe de estado de marzo de 2020 contra la humanidad entera, ha producido un cambio brutal en el funcionamiento social: incremento de la violencia, incremento de la ingesta de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos, incremento del consumo de drogas de todo tipo, descenso brutal de las tasas de natalidad y un aumento de la compra de animales “de compañía” y alejamiento en las relaciones personales (1).

Fruto del alejamiento en las relaciones personales encontramos el descomunal ascenso de OnlyFans concepto de pay per view (pagar para ver) de contenido erótico (2).

Los nuevos datos financieros de OnlyFans indican que las transacciones procesadas a través de la plataforma crecieron un 18,9 por cien, alcanzando los 6.600 millones de dólares en 2023 (3).

Nuevas alarmas de infecciones, contagios, epidemias, pandemias… y un largo etcétera de males que dicen nos van a sobrevenir si no hacemos caso a los llamados expertos, que no son otra cosa que los definidos por Marx en el posfacio de la edición inglesa de El Capital en 1873 de la siguiente forma: “Los investigadores desinteresados fueron sustituidos por espadachines a sueldo (Schwertkämpfer) y los estudios científicos imparciales dejaron el lugar a la conciencia turbia y a las perversas intenciones de la apologética”.

Y al cabo de los años, si en algo se ha modificado esta afirmación, no ha sido para recuperar a científicos desinteresados, sino todo al contrario. Desde el médico de cabecera de un Centro de Asistencia Primaria, pasando por los jefes de departamento de los hospitales, hasta los catedráticos de las Facultades de Medicina se han convertido en unos espadachines a sueldo de la industria farmacéutica, pero como muy bien escribe Juan Ramón Laporte en el reciente libro “Crónica de una sociedad Intoxicada”, las empresas químico farmacéuticas no tienen como objetivo cuidar la salud de la población, sino la remuneración de sus accionistas, y para ello lo importante es conseguir patentes y autorizaciones para cualquier pócima que mediante el respaldo incondicional de los profesionales y de los medios masivos de comunicación, haga aumentar el valor de sus acciones en la bolsa. Para ello disponen de ingentes cantidades de dinero a repartir entre políticos, científicos y periodistas.

En teoría debería haber quien controlara sus desmanes, estos deberían ser los gobiernos y los Parlamentos, los partidos políticos llamados de izquierdas y los sindicatos. Pero se da la paradoja que existe una simbiosis total entre las élites gobernantes, los miembros de las Cámaras Legislativas, partidos, sindicatos, asociaciones… y las grandes corporaciones transnacionales. No es de extrañar, los suculentos sueldos de Sus Señorías cuya obligación solamente consiste en levantar la mano en señal de aprobación de cualquier barbaridad, no pueden peligrar aunque sea a costa de dañar la salud de sus conciudadanos. No es de extrañar tampoco las suculentas subvenciones que reciben los partidos y los sindicatos, así como no es de extrañar las menores subvenciones que reciben las asociaciones de todo tipo.

Un artículo publicado por Carlos Xavier Blanco el 29 de diciembre de 2022 decía lo siguiente: “Quienes vivimos en Occidente somos como reos con la venda puesta en los ojos. Aunque contamos con una mano libre para deshacernos del velo, ni siquiera existe ya entre la gente el deseo de hacer ese movimiento liberador” (4).

Que nadie se llame a engaño, a estas alturas hay suficiente información contrastada y documentada por algunos científicos que no son espadachines a sueldo, solamente hay que buscarla, leerla y actuar en consecuencia. La pregunta a continuación debería ser: ¿Por qué se prefiere vivir con la venda en los ojos?

Varios factores inciden de forma escrupulosamente estudiada en los laboratorios de control social. El más significativo de ellos es sin duda el papel de los medios de comunicación fundamentalmente la televisión y las redes sociales de internet.

Otro factor es el silenciamiento mediante una rigurosa censura, de todo aquello que pueda comportar una visión distinta de la emanada del poder globalizante.

Un tercer factor es la infantilización de la ciudadanía, instalando un complejo de Peter Pan masivo, con lo cual se pierde la capacidad de raciocinio y la negativa a crecer, adultos con la mentalidad de un niño. Personas que prefieren la comodidad y evitar enfrentarse al estado de las cosas, optando por la huida, la fantasía o la mentira (5).

El psicólogo Dan Kiley, publicó en 1983 el libro titulado “The Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up” (El síndrome de Peter Pan: los hombres que nunca crecen). Según Kiley, el síndrome de Peter Pan se puede definir como el conjunto de características que sufre una persona que no sabe o no quiere aceptar las obligaciones propias de la edad adulta. Se ve incapaz de asumir sus propias responsabilidades (6).

Esta infantilización ya tiene sus orígenes a partir del sistema educativo y sus contenidos curriculares que juegan, a nivel infantil, el mismo papel corrosivo que los medios de comunicación entre los adultos. Si a esto le sumamos la consideración de “víctimas” a los escolares, y con ello una tolerancia hacia los desaguisados que puedan cometer, tenemos el germen de un futuro Peter Pan.

Como escribe Daniele Giglioli en el libro Crítica de la Víctima: “La ideología victimista es hoy el primer disfraz de las razones de los fuertes. Si solo tiene valor la víctima, la posibilidad de declararse como tal, es una casamata, un fortín, una posición estratégica para ser ocupada a toda costa”. Y a continuación reflexiona y apunta: “nunca en el transcurso de la historia, ha vivido la humanidad un tiempo tan radicalmente contrarrevolucionario. La prueba está en que basta con invertir la idea de revolución para obtener la más exacta y atendible cartografía de nuestro presente”. “La víctima garantiza la inocencia… Finalmente la víctima garantiza la verdad. La víctima está en lo verdadero por definición… El primer paso a dar debería ser intentar, o re-intentar, sentirnos partes en la causa, no representantes de una universalidad espectral como la prometida por la ética victimista”.

Pues como escribe Jean Amery (Hans Mayer): “Será sobremanera ridículo reivindicar orgullosamente algo que no se ha hecho, sino que solo se ha padecido” (7).

Aquí cabe una consideración sobre la responsabilidad de los funcionarios de la educación (que no pedagogos) los cuales acatan sin rechistar las barbaridades de los contenidos curriculares, elaborados a instancias de los organismos supranacionales. Desnaturalizando su personalidad desde la más tierna infancia imbuyendo en sus cerebros que “no son” lo que les han dicho desde su nacimiento, que tal vez sean niños o niñas, o peces, o aves de corral, y como a tales deben considerarse víctimas de aquellas personas que los ponen delante de un espejo. Y en base a esta educación victimista se desarrolla una personalidad con un binomio fantasía/violencia.

Los funcionarios elaboradores de los contenidos curriculares tan solo siguen órdenes precisas encaminadas a la mencionada infantilización que como expresa el profesor de filosofía Damià Bardera, autor del libro “Incompetències Bàsiques” en la entrevista televisiva: “están convirtiendo los institutos en una prolongación de las ludotecas veraniegas” (8).

Lo cual remarca en la entrevista realizada en el periódico El Temps, cuando califica el sistema educativo como “una gran farsa” (9).

Aunque en ambos casos se trata de una crítica al modelo educativo catalán, pero se olvida de la relación de dicho modelo con la apuesta, tanto de los diversos gobiernos de Catalunya, como del llamado progresismo woke, incluido el de los funcionarios asentados en las escuelas, con las orientaciones del Foro Económico Mundial y todo el entramado correspondiente. Es decir, no establece la necesaria relación entre política, economía y cultura, que sería la única forma de entender el fondo de lo que Bardera califica de “Gran Farsa”.

El infantilismo izquierdista

A diferencia del escrito de Lenin en 1920, “La enfermedad infantil del izquierdismo”, en la que critica a ciertos comunistas de no querer participar en las instituciones burguesas, hoy, los izquierdistas más radicales son los amantes pobres del parlamentarismo, y su enfermedad infantil no es la negación de participar en los Parlamentos burgueses nacionales, sino la adoración a las instancias supranacionales, entre ellas la traicionera Agenda 2030, las proclamas de la OMS y la sumisión a la propaganda de los grandes medios de comunicación amparada por la UNESCO.

En el 2020, durante el Estado de Sitio mundial a consecuencia de la necesidad de reorganizar el capital, revertir las sobreproducciones, concentrar sectores productivos o de servicios, y eliminar competencias, el izquierdismo infantilista fue el abanderado defensor de tales desmanes con sus llamamientos al arresto domiciliario, al cierre de las escuelas, al distanciamiento social, al uso de bozales, a los pasaportes sanitarios, a exigir inoculaciones sin saber el contenido de las mismas, y a seguir solícitos las órdenes emanadas de los militares. Y como niños pequeños que aplauden a los títeres del guiñol, asomaban solícitos, desde la ventana de su encierro, para aplaudir una tragedia puesta en escena. Y, dicho infantilismo izquierdista se viste de “víctima”, y utiliza este pretendido victimismo para afianzarse en su infantilismo.

Como conclusión, las personas que se consideren adultas, deben establecer un “cordón sanitario”, pero alrededor de aquellos que pretenden idiotizarnos poniéndonos una venda en los ojos y un bozal en la boca. Y al mismo tiempo enzarzarnos en una magna tarea de desenvendar los ojos y arrancar bozales recuperando el deseo liberador. Sólo así empezaremos a poner las primeras piedras para la tarea de construcción de una nueva sociedad.

(1) https://www.anfaac.org/datos-sectoriales/
(2) https://www.elblogsalmon.com/economia/esto-que-hay-detras-millonarias-estrellas-onlyfans-decenas-empleados-3-2-millones-creadores-240-millones-usuarios
(3) https://es-us.finanzas.yahoo.com/noticias/incre por cienC3 por cienADble-fortuna-detr por cienC3 por cienA1s-onlyfans-cu por cienC3 por cienA1ntos-101900531.html
(4) https://www.geopolitika.ru/es/article/soberania-espanola-y-futuro-geopolitico
(5) https://www.areahumana.es/sindrome-de-peter-pan/
(6) https://pdfcoffee.com/dan-kiley-the-peter-pan-syndrome-men-who-have-never-grown-up-pdf-pdf-free.html
(7) https://pdfcoffee.com/amery-jean-mas-alla-de-la-culpa-y-la-expiacion-pdf-free.html
(8) https://www.ccma.cat/3cat/el-testimoni-dun-docent-les-noves-propostes-educatives-son-una-extensio-dels-casals-destiu/video/6300259/
(9) https://www.eltemps.cat/article/61115/dami por cienC3 por cienA0-bardera-el-sistema-educatiu-esta-immers-en-una-gran-farsa

comentario

  1. “Speer no es uno de esos nazis pintorescos y vistosos. Incluso se ignora si tiene otras opiniones políticas además de las ideas convencionales. Habría podido adherir a cualquier otro partido siempre y cuando éste le hubiese ofrecido trabajo y una carrera. Speer representa de una manera particularmente marcada el tipo de hombre promedio que ha triunfado; bien vestido, amable, incorrupto, lleva con su mujer y sus seis hijos la vida de la gente de clase media. Se asemeja mucho menos que los demás dirigentes de Alemania a un modelo típicamente alemán o típicamente nacionalsocialista. Simboliza más bien un tipo que toma una creciente importancia en todos los estados en guerra: el técnico puro, el hombre brillante que no pertenece a ninguna clase y que no se inscribe en ninguna tradición, que no conoce otro objetivo que abrirse camino en el mundo únicamente con la ayuda de sus capacidades de técnico y organizador. (…) Es precisamente la ausencia de preocupaciones psicológicas y morales, y la libertad con que maneja la aterrorizante maquinaria técnica y organizadora de nuestra época, lo que permite a este tipo de hombre insignificante realizar el máximo en nuestra época. Su momento ha llegado. Podemos librarnos de los Hitler y de los Himmler, pero los Speer permanecerán durante largo tiempo entre nosotros, sea cual fuere la suerte que aguarde a este hombre en particular.”
    The Observer, 9 de abril de 1941

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