La ración de ‘ultraderecha’ para esta mañana nos llega desde… Estonia

Nazis estonios de la Waffen SS
El gobierno de Estonia ha pedido a Rusia una indemnización de 92.000 millones de rublos por liberarla de la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, lo cual es más dramático que pintoresco. En las oficinas públicas de Tallin, la capital, consideran que su país estuvo ocupado por la URSS, pero no por el III Reich, aunque cabe pensar en otra posibilidad: no han pedido indemnización a Merkel porque consideran que el III Reich no causó daños a Estonia. Incluso cabe pensar que los únicos que causaron daños a Estonia fueron los soviéticos…

En pleno auge de “la ultraderecha” nos tememos que las cadenas de intoxicación van a mantener esta exigencia estonia en silencio porque demuestra que todo es una patraña: en Estonia “la ultraderecha” no constituye ningún peligro porque los nazis están en el gobierno desde que el país se “liberó” de la “pesadilla soviética”.

Esa es la dosis de realismo para la mañana de hoy que nos aleja de los peligros y temores a “la ultraderecha” y nos acerca a la Unión Europea. En Bruselas los desfiles anuales de los veteranos estonios de la Waffen SS por las calles de Tallin o Riga no molestan y nadie habla de ello porque eso no forma parte del “auge de la ultraderecha”.

Si del realismo pasamos al materialismo (histórico, por supuesto), extraemos conclusiones muy diferentes a las de los mequetrefes del Canal Historia de Movistar (al que califican como el “Canal Hitler”); más bien opuestas.

Estonia entró a formar parte del Imperio Ruso por un tratado de 1721, donde permaneció ininterrumpidamente hasta la revolución de 1917, cuando tuvo un corto período de independencia desde 1921 (pacto de reconocimiento mutuo) hasta la Segunda Guerra Mundial. En 1939, cuando el III Reich desencadenó la guerra mundial, Estonia y la URSS firmaron un pacto de asistencia mutua, en 1940 ingresó en la URSS y al año siguiente fue ocupada por el III Reich.

Al llegar al poder en 1990, los nazis estonios escriben nuevos manuales de “historia” para las escuelas donde esos detalles son sustituidos por otros: Estonia estaba muy a gusto bajo la ocupación nazi porque los había liberado de la URSS y del stalinismo, que asesinó a 49.000 estonios, aunque nadie sabe de dónde sale esa cifra, ni si los mataron sólo por ser estonios o si concurrían otras “pequeñas circunstancias“, como el hecho de formar parte de la Waffen SS. Sólo el primer año de la ocupación, la Wehrmacht creó tres batallones de 1.330 estonios cada uno y los integró en sus filas.

En 1942 la policía nazi de Estonia se componía de 10.400 efectivos. El 36 Batallón de la Policía de Estonia participó en la masacre de judíos de Novogrudok, Bielorrusia. El Batallón Especial Ostland participó en la masacre de judíos en Ucrania y Bielorrusia asesinando a 12.000 de ellos.

En noviembre de 1942 ese mismo batallón, junto con el ejército alemán, llevó a cabo operaciones contra la resistencia guerrillera en Ovrutch, donde más de 50 aldeas fueron destruidas y más de 1.500 personas asesinadas. En una de ellas, 40 campesinos fueron quemados vivos.

Los policías estonios ejercieron de carceleros en algunos campos de concentración de Europa central, y especialmente en Ucrania, participando activamente en las matanzas. El 5 de septiembre de 1942 un convoy de 1.000 judíos procedentes del campo de concentración de Theresienstadt, establecido por la Gestapo en lo que hoy es la República Checa, fue asesinado por la policía estonia en Kaasiku.

En el campo de concentración de Kooga, en Estonia, custodiado por el 287 Batallón de la policía estonia, varios miles de judíos procedentes de los campos de Vilnius, Transilvania y otros fueron fusilados por los estonios, justo antes de que llegara el ejército soviético.

En Estonia la historia de verdad relata que tras la ocupación, la Abwehr, el espionaje nazi, y el SD, llevaron a cabo 5.033 redadas, detuvieron a 41.135 personas y asesinaron a 7.357 personas sólo en Sinimae.

Cuando el ejército alemán tomó Tartu, asesinó a 12.000 oficiales soviéticos, prisioneros de guerra y civiles.

En 1943 los alemanes reestructuraron a sus peones estonios para llevar a cabo las operaciones Henrich y Fritz contra la guerrilla soviética.

Por orden directa de Hitler, al año siguiente se formó la 20 División de las SS estonias, a la que se unieron varios cuerpos hasta formar un contingente de más de 15.000 efectivos que participó en la lucha contra el ejército soviético y fue diezmado implacablemente.

El 13 de enero de 1945 sus restos fueron enviados a Wittenberg para continuar combatiendo contra el ejército soviético en Alemania hasta el último minuto de la guerra. Se retiraron hacia Checoslovaquia, donde los soviéticos capturaron a unos 10.000 de ellos cerca de Praga. Otros 3.000 lograron huir hacia el oeste, donde los británicos y estadounidenses los acogieron como “refugiados políticos” que habían huido del “terror stalinista”.

En total, durante la Segunda Guerra Mundial, unos 70.000 estonios lucharon junto a los nazis, asesinando a unas 150.000 personas.


1940: manifestación en Riga, Letonia, exigiendo el ingreso en la URSS

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