La guerra subterránea de Gaza: los túneles palestinos son inexpugnables

Los primeros intentos del ejército israelí de invadir Gaza, que comenzaron el viernes por la noche, han fracasado. Los grabaron en vídeo con fines propagandísticos, pero las tropas tuvieron que retirarse ante la resistencia palestina.

Ahora los sionistas han cambiado de táctica; se acabaron los vídeos e incluso han impuesto un apagón informativo sobre Gaza. Están llenos de dudas. Sólo quedan teléfonos satelitales, que son fácilmente identificables por los dispositivos israelíes de guerra electrónica y pueden acabar en un ataque contra quien los utilice.

La destrucción de los nudos de comunicaciones no perjudica a la resistencia palestina, que se ha preparado para este tipo de situaciones desde hace tiempo.

Hamas ha instalado una infraestructura de comunicaciones “a prueba de Israel” en su vasta red de túneles bajo la Franja de Gaza. Ha tendido decenas de kilómetros de cables con un fuerte blindaje electromagnético para impedir la interceptación de la señal.

Instalados en los túneles más modernos, mucho más profundos, están casi completamente protegidos del espionaje israelí. Los cables emiten una mínima radiación electromagnética y su gran profundidad prácticamente impide la detección de la señal.

Los nuevos medios de comunicación seguros explican que la resistencia palestina, y Hamás en particular, haya logrado mantener en secreto sus planes para la ofensiva del 7 de octubre, a pesar de todos los rumores que aseguran lo contrario en las redes sociales.

El sábado, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, admitió que sus fuerzas apuntaban específicamente a los túneles. Israel ha afirmado haber alcanzado más de 150 objetivos subterráneos, pero esa afirmación es exagerada, por lo menos. Es posible que hayan alcanzado a algunos edificios que encubran las entradas a ciertos túneles, pero no a los túneles mismos.

Desde que Hamas se embarcó en la guerra subterránea, sus túneles han evolucionado desde rudimentarios refugios improvisados ​​de unos pocos metros de profundidad hasta estructuras sofisticadas, bien diseñadas y revestidas de hormigón que alcanzan hasta 20 metros de profundidad.

Es una hazaña que requiere un considerable esfuerzo de ingeniería y mucha mano de obra. Su objetivo es pasar por debajo de las barreras israelíes, en particular los altos muros de hormigón que se extienden hasta ocho metros bajo la superficie.

Excavar profundamente le ha dado a la resistencia la ventaja adicional de hacer que sus túneles sean relativamente impermeables a los bombardeos. Las bombas no logran penetrar. Cualquier construcción que esté a más de un metro de profundidad está relativamente a salvo. Para destruir objetivos escondidos más abajo se requiere munición especial.

Las bombas aceleradas por cohetes, originalmente desarrolladas para penetrar el concreto grueso y duradero de las pistas de los aeropuertos y explotar en el suelo blando debajo, levantando la superficie pavimentada y dejándola inutilizable para los aviones, se pueden usar contra fortificaciones subterráneas. Pero en Gaza su eficacia es dudosa, porque rara vez se excavan túneles en terreno abierto en los que estas bombas puedan penetrar.

Después de sufrir bombardeo tras bombardeo, Hamas colocó sus instalaciones subterráneas bajo las estructuras de la superficie. Probablemente sus túneles se extienden, en su mayor parte, debajo de los edificios.

Los túneles se benefician así de la protección de varias placas de hormigón que incluso las máquinas más grandes tienen dificultades para atravesar. Las bombas y los cohetes normalmente explotan cuando chocan contra un obstáculo duro, penetrando el primer piso de concreto pero sin poder atravesar los siguientes.

Este problema se soluciona con cúpulas en tándem, cuya primera carga explota cuando los proyectiles alcanzan la losa más alta y la siguiente cuando pasa la que está justo debajo. La mayoría de estas cúpulas están diseñadas para destruir dos niveles, algunas pueden destruir tres. Pero ninguno puede cruzar tres o cuatro capas.

Si las estructuras previamente son alcanzadas por explosiones convencionales y se convierten en capas de escombros, la tarea se vuelve aún más difícil. Los escombros favorecen a los defensores más que a los atacantes.

Hay bombas especiales, destructoras de fortines subterráneos, diseñadas para atacar los más resistentes. Israel ha comprado una cierta cantidad de bombas GBU-28 de 2.100 kilos especializadas en penetración profunda, pero eso no cambia la táctica de la guerra en Gaza. La munición de penetración profunda fue diseñada para derrotar los gruesos techos de hormigón de los centros de mando del ejército irakí y del búnker de Saddam Hussein.

Pero Estados Unidos conocía sus ubicaciones. En consecuencia, antes que nada, en Gaza los israelíes deberían detectar con precisión el recorrido de los túneles. No pueden desperdiciar miles de bombas lanzadas aleatoriamente sobre la Franja por si acaso alguna de ellas acierta de pleno.

A diferencia de Irak, la resistencia palestina tiene instalaciones más pequeñas en un número mayor, la mayoría escondidas debajo de los edificios. Si algún bombardeo israel ha acertado con la entrada de algún túnel ha sido por casualidad.

Por dicho motivo, el ejército israelí lleva años estudiando otras maneras de atacar los túneles diferentes a los bombardeos, como su inundación con agua de mar o el empleo de gases tóxicos en su interior.

Israel está dudando, mientras los palestinos tienen muy claro lo que van a hacer. Llevan preparándose para esta guerra desde hace dos décadas.

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