Otro pilar de la situación en Oriente Medio, la alianza entre Arabia saudí y Emiratos Árabes Unidos, está bajo tensión. En diciembre el príncipe heredero saudí, Mohammed Bin Salman, reunió a los periodistas saudíes en Riad para decirles que Emiratos Árabes Unidos, que había sido un aliado durante décadas, había apuñalado a Arabia saudí por la espalda.
El desacuerdo entre Bin Salman y Mohammed Bin Zayed se debe a la competencia entre ambos por asumir la dirección política y económica de Oriente Medio y por el control del mercado mundial del petróleo.
Bin Salman favorece una menor producción de petróleo, en línea con los niveles acordados por la OPEP, lo que mantiene el precio más elevado. Biden viajó a Arabia saudí para pedirle personalmente que aumentara la producción de petróleo para reducir los precios de la gasolina en Estados Unidos, lo que sería una ventaja para Biden en su campaña a las elecciones presidenciales del año que viene.
La reunión no produjo los resultados que buscaba Biden. Bin Salman se negó a aumentar la producción de petróleo. Es el protagonista más importante de la OPEP y eso lo ha trasladado el escenario político regional.
Emiratos está a favor de aumentar la producción de petróleo, lo que haría bajar los precios del petróleo, pero con un aumento de las ventas seguirían teniendo grandes beneficios. Esa estrategia está en línea con la de Estados Unidos.
Emiratos Árabes Unidos se ha convertido en un destino de inversiones y turismo para extranjeros adinerados, sobre todo los de los países occidentales. Los residentes disfrutan de un estilo de vida de primera clase y salarios comparables en un entorno cosmopolita.
No hace mucho tiempo, Arabia saudí ni siquiera ofrecía visados turísticos. Las mujeres tenían que estar cubiertas de los pies a cabeza y la “policía de la moda” deambulaba por las calles golpeando a las mujeres con bastones si no estaban debidamente cubiertas.
Bin Salman ha acabado con esas medidas anticuadas y está en proceso de convertir a Arabia saudí en un destino turístico, que incluye la nueva ciudad Neom y las nuevas aerolíneas saudíes, que rivalizarán con las emiratíes.
Un área que ha puesto a prueba la relación entre Arabia saudí y Emiratos Árabes Unidos es la Guerra de Yemen. Inicialmente ambos países presentaron un frente unido contra los rebeldes huthíes, pero las diferentes perspectivas sobre el Yemen de la posguerra han provocado una ruptura. Mientras Arabia saudí se presenta a sí misma como el custodio principal de la estabilidad de Yemen, Emiratos tienes ambiciones independientes en el sur, creando divisiones y enturbiando los esfuerzos de la coalición. Esta discordia ha complicado aún más llegar a un acuerdo de paz integral.
La competencia económica se ha convertido en otro catalizador. Ambos países aspiran a diversificar sus economías y reducir la dependencia del petróleo, lo que lleva a una mayor rivalidad en varios sectores como las finanzas, el turismo, el entretenimiento y la tecnología. Estas ambiciones ocasionalmente han acabado en rivalidades, creando fricciones entre ambos países.
En el ámbito de la energía, las tensiones también han aumentado recientemente. Surgieron desacuerdos dentro de la OPEP con respecto a los recortes de producción. Emiratos Árabes Unidos necesita exportar más petróleo para financiar sus proyectos económicos.
En 2017 estalló la crisis del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Mientras Arabia saudí encabezó el bloqueo contra Qatar, Emiratos tomó medidas para aislar a Qatar, acusándolo de apoyar el terrorismo. A medida que la dinámica regional ha evolucionado, Arabia saudí ha buscado la reconciliación, mientras que Emiratos se muestra indeciso.
Los enfoques divergentes hacia Siria, Irán y Egipto, entre otros, también han tensado la vieja alianza.