Gran Torino y el ejército perdido de la CIA

En su película “Gran Torino”, el cineasta Clint Eastwood dibuja una caricatura de sí mismo y de ciertos tipos de estadounidenses, entre los que Trump ha reclutado muchos votos, entre ellos el del propio Eastwood. Es alguien a la vez con grandes dosis de racismo e ignorancia, dos perfiles que casi siempre van de la mano.

Al vecino blanco y americano le llega una familia de “hmongs” cuyo origen el aborregado Eastwood a duras penas logra situar en algún remoto confín de Asia. Sin embargo, no necesita consultar el mapa para expresar su aversión hacia los “hmongs”. Al viejo veterano de la Guerra de Corea no le gusta lo que no conoce y no conoce casi nada.

El guión va del racismo al antiracismo, pero no porque el protagonista se los gane, como debería ser el caso con unos invitados, sino porque éstos se ganan el ánimo de su anfitrión.

Como los sudistas en las películas de la Guerra Civil de Estados Unidos, los “hmongs” ejercen de perdedores y, al margen de la historia, eso es algo que el capitalismo vende muy bien porque ya se han realizado varios documentales sobre su “historia”, es decir, porque su historia ya se ha falsificado. No hay más que leer las crónicas sobre ellos en periódicos españoles como El Mundo (1), El País (2) o El Confidencial (3), algunos de cuyos titulares son elocuentes: los “hmongs” formaban parte del “ejército perdido de la CIA”.

El relato empieza con esa vida idílica y pacífica en el campo… hasta que la Guerra de Indochina cayó sobre ellos como un relámpago. La realidad es siempre mucho más cruda. Con la ayuda del imperialismo británico, los “hmong” vivían del cultivo de opio que introducían clandestinamente en China y que se reactivó aún más con la Revolución China de 1949 y la Guerra de Corea al año siguiente.

La Guerra de Indochina fue una continuación de lo que ya había y los “hmongs” se pusieron, como era su costumbre, junto a los colonialistas franceses, del mismo modo que se pusieron junto a los imperialistas estadounidenses que sustituyeron a los anteriores. Fueron entrenados por la CIA para combatir al Pathet Lao, el movimiento de liberación laosiano, al Vietcong, el movimiento de liberación vietnamita, y para seguir con el cultivo de opio.

Los documentales y la prensa ocultan el verdadero papel de los “hmongs” al servicio de las distintas potencias imperialistas desde los tiempos de la Revolución China para presentar un retrato penoso de un pueblo abandonado luego por las antiguas metrópolis, perseguidos y exterminados por los comunistas laosianos y vietnamitas, etc.

Roma nunca paga a los traidores. Desde Laos los colonialistas franceses se llevaron a más de mil “hmongs” a colonizar la Guyana francesa, donde aún viven en la actualidad, lo mismo que en las ciudades francesas, estadounidenses o en los países vecinos, como Tailandia. El ACNUR les reconoce como refugiados políticos porque Laos es ese tipo de país propicio para tener refugiados políticos que los imperialistas pueden necesitar en cualquier momento para organizar alguna “primavera”.

(1) http://www.elmundo.es/papel/historias/2016/05/24/57444c8d468aebcf098b46de.html
(2) http://elpais.com/diario/2009/03/06/cine/1236294004_850215.html
(3) http://www.elconfidencial.com/mundo/2016-05-11/la-guerra-de-vietnam-nunca-acabo_1198745/

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