El parlamento de Ghana ha marcado un hito histórico al legalizar el cultivo del cáñamo con fines industriales y sanitarios, una medida que ayudará al país africano a apoderarse de una parte de un mercado mundial multimillonario.
El proyecto de ley de enmienda de la Comisión de Control de Narcóticos fue aprobada el 14 de diciembre después de su tercera lectura, dijo el presidente Alban Bagbin durante el procedimiento del 12 de julio.
Ahora las empresas pueden obtener licencia para cultivar una planta que no tiene más que un 0,3 por cien de tetrahidrocannabinol (THC) en peso seco. El cultivo a nivel industrial puede ser para fibra, semillas o uso médico.
Las licencias cubren todo el espectro de actividades relacionadas con el cannabis, incluido el cultivo, procesamiento, distribución, venta, importación y exportación.
En enero del año pasado el comercio de cannabis se estimó en 30.000 millones de dólares y son varios los países que se han lanzado a la carrera de la legalización para apoderarse de un pedazo del pastel. Varios países africanos, Lesotho, Zimbabwe, Sudáfrica y otros, han dado el salto para legalizar el cannabis con fines médicos y científicos.
Ghana quiere situarse a la vanguardia del desarrollo de la industria del cannabis en África. Las ambiciones del país africano van mucho más allá del uso recreativo. El gobierno planea aprovechar el vasto potencial industrial del cannabis, explorando sus aplicaciones en fibra y semillas de crecimiento controlado.
No pasará mucho tiempo antes de que la industria farmacéutica se apodere de un negocio que antes estaba limitado por la naturaleza “negra” del mercado, pero que ahora tiene todas las bendiciones científicas y unos consumidores muy fieles.
Con 6.000 años de antigüedad, el cáñamo es uno de los cultivos más antiguos de la humanidad con múltiples usos, desde alimenticios hasta medicinales. El de tipo industrial tiene CBD sin efectos sicóticos y es muy útil para fabricar papel y textiles.
La demonización del cáñamo es consecuencia de la “ley seca” y el puritanismo que se impuso en Estados Unidos. La Ley del Impuesto sobre la Marihuana de 1937 prohibió la planta en Estados Unidos y luego Estados Unidos llevó la prohibición al resto del mundo, hasta 2018, cuando se había convertido en un negocio próspero.
No es una droga “mala” sino una medicina “buena” porque Estados Unidos así lo acaba de establecer.