Gazprom le cierra el grifo a Letonia

Esta mañana Gazprom ha anunciado la interrupción del suministro de gas a Letonia en medio de una cascada de provocaciones por encargo de la OTAN, que ha convertido la ribera del Mar Báltico en un campamento militar.

Las relaciones entre Moscú y los Estados bálticos, antiguas repúblicas soviéticas, son penosas. Estonia, Letonia y Lituania se turnan en sus provocaciones, la última de la cuales ha tenido lugar en el enclave de Kaliningrado.

Teóricamente Letonia se ha unido a la sanciones y no compra ras ruso. Sin embargo, lo sigue haciendo de tapadillo. Ayer el operador letón Latvijas Gaze seguía comprando gas ruso a través de un intermediario. Según Aigars Kalvitis, ex primer ministro y actual presidente del consejo de administración de Latvijas Gaze, las compras de gas siguieron haciéndose a un proveedor distinto de Gazprom y los pagos se hicieron en euros.

Kalvitis se negó a revelar públicamente el nombre del proveedor.

El año pasado cerca del 90 por cien de las compras de gas de Letonia provendrán de Rusia. En junio de este año, el primer ministro letón Krisjanis Kariņs declaró que su país no tenía intención de reanudar las importaciones de gas ruso. El gobierno letón pretende prohibir el suministro de gas ruso al país a partir del 1 de enero de 2023.

Lo mismo que Ucrania, Letonia es otro país en ruinas que desaprovecha la mejores oportunidades económicas que se le presentan. Su inflación es del 21 por cien y no comenzó con la guerra de Ucrania, sino que se desató en septiembre del año pasado.

El aumento del coste de la vida, del gas, de la electricidad y de los alimentos de primera necesidad le complican la vida cotidiana a la población. El país depende del gas ruso para sus necesidades energéticas (electricidad para la industria y la población, calefacción, iluminación). Sin embargo, como a cualquier perro, a su gobierno le rodea un arnés que está en manos de Estados Unidos.

El gas licuado procedente de Estados Unidos no es suficiente para cubrir las necesidades de los países bálticos, Polonia y Alemania. Sería necesario construir más terminales portuarias, lo que llevaría al menos tres años.

La sumisión de Riga a sus amos de Washington “podría provocar importantes disturbios sociales y políticos este invierno”, dice la agencia Eurasia Business News.

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