Es la guerra

Pienso que es importante seguir el hilo conductor de las reflexiones sobre salud y bioética, su descalabro y su puesta al servicio de las grandes corporaciones con motivo de las campañas de despersonalización a raíz de las medidas ordenadas para combatir, dicen, una pandemia. Es importante, pienso, avanzar en la reflexión y análisis sobre el conjunto del conglomerado químico, farmacéutico y biotecnológico que, como parte principal de la nueva guerra mundial invisible, está afectando al conjunto de la humanidad. Bueno, no al conjunto, sino al proletariado mundial, pues como en todas las guerras convencionales, quién ha perdido realmente ha sido la clase obrera, mientras la burguesía y el capital en su conjunto han aprovechado estos acontecimientos para aumentar su poder, tanto político, como económico y cultural.

Una primera fase de esta guerra, que como todas, ha estado cuidadosamente planificada desde hace años. La podríamos definir como un símil de la primera guerra mundial, largamente preparada a partir de la famosa crisis de 1873, síntesis del capitalismo industrial de la segunda mitad del siglo XIX que alternó periodos de expansión y otros de estancamiento. La situación económica se agravó hacia 1873, cuando se produjo una crisis que ocasionó la quiebra de las principales Bolsas de valores, paralizó a importantes compañías de actividad industrial en un tira y afloja que duró hasta 1896 y que puede considerarse la primera gran crisis de sobreproducción con unas características de acumulación de productos que no conseguían ser comercializados, cierres de empresas y despidos masivos de trabajadores/as. Y pequeños y medianos establecimientos fabriles absorbidos por grandes empresas o grupos financieros.

Las actuaciones del capital para salir reforzado de aquella crisis fueron unas medidas proteccionistas, unos impresionantes avances tecnológicos: descubrimiento y difusión de nuevas fuentes de energía (electricidad y petróleo), nuevas técnicas (motores eléctricos, radio) y nuevos sectores industriales (química y electricidad) junto a una llamada racionalización empresarial que en aquellos momentos tuvo su máximo exponente en la “organización científica del trabajo” de Frederick Taylor. La concentración económica de capitales y la búsqueda de nuevos mercados en un cambio que John Atkinson Hobson analiza en su obra “Imperialism: A Study” (1) (2) en 1902 en la que hace mención a “la gran coalición imperialista” que amparada por las teorías de Darwin sobre la evolución de las especies por selección natural, sostenía que de la misma forma que las diferentes especies o razas, las sociedades más avanzadas tenían derecho a imponerse y a continuar creciendo a expensas de las más inferiores o atrasadas y paralelamente un interés para descubrir y analizar nuevas especies de animales y plantas y realizar investigaciones de todo tipo en biología y química.

Hobson se hace una serie de preguntas, y en una de ellas se interroga cómo es posible que el imperialismo contara con el apoyo de la mayoría de la población y para responder a esta pregunta dice que “la única respuesta posible es que los intereses económicos del conjunto de la nación están subordinados a los de ciertos grupos privados que usurpan el control de los recursos nacionales y los utilizan para su beneficio personal” con una serie de maniobras para convencer a la sociedad de lo maravilloso del imperialismo y para lo cual tenían que recurrir a explotar los sentimientos de la población que en un primer paso era atraer a los grupos políticos, y dado que estos están formados por personas que pertenecen a estas clases dirigentes, conseguir su favor no será difícil, puesto que los intereses de ambos van de la mano. Para convencer al resto de la población se apela a la “misión civilizadora” de occidente sobre el resto de las sociedades. Por otro lado, se recurre a los instintos más primitivos de la especie humana.

Los años no pasan en vano, y la historia nunca se repite, pero el olvido del transcurso de la historia y del quehacer del capital puede ser que nos ponga una venda ante los ojos que nos impida ver la realidad del momento actual, pues si bien los tiempos han cambiado, los mecanismos del poder para mantener sometida la mayoría de la población y aumentar sus beneficios, también han cambiado, se han vuelto mucho más sofisticados y al mismo tiempo más peligrosos como podemos comprobar en este año 2020 en el que podemos hablar “de imperialismos biotecnológicos” que atraviesan el planeta desde China hasta la Unión Europea y desde Estados Unidos hasta Rusia, y seguramente es adecuado hacernos la misma pregunta que se hacía Hobson: ¿cómo es que el capital cuenta con el apoyo de la mayoría de la población?

Sin querer dar una respuesta acabada y total a esta pregunta, podemos intuir que toda la propaganda dirigida a las masas recurre a uno de los instintos más primitivos de la especie humana: el miedo. Y, para conjurar este miedo se han establecido una serie de mecanismos amparados en declaraciones supuestamente científicas, entre las cuales y dándole un carácter especial está el milagro de las vacunas. Pero también caeríamos en un error al pensar que este es el único instrumento de sumisión y control, pues, sin ser tan vistosos, toda una batería de cambios se están produciendo y de los cuales solo conocemos una pequeña parte.

Alrededor de toda la industria biotecnológica, hay un montón de nuevas aplicaciones de las cuales nos tenemos que preguntar cuál es su finalidad, pues las noticias, fragmentadas, que van apareciendo de vez en cuando a través los medios de comunicación, tienen un eje común: mejorar la vida y la salud humana. ¿Es cierto esto?

Una de estas últimas noticias, aparecidas en el periódico “El Temps” en fecha 11 de diciembre de 2020, que publica la traducción de un artículo del diario alemán Der Spigel: “¿La leche materna saldrá en un futuro del laboratorio biológico?”… Michelle Egger lo cree así, esta experta en nutrición es la directora de la empresa estadounidense Biomilq. Aparentemente, la empresa ha encontrado una manera de producir leche materna fuera del cuerpo. Las células de la glándula mamaria humana producen la leche en un biorreactor… Si amamantar no es una opción, vemos nuestro producto como la mejor alternativa para alimentar a los bebés”, dice Egger, como si fuera la última novedad de esta serie de ingenios biotecnológicos.

Pero, veamos el trasfondo de este anuncio. En primer lugar un laboratorio: Biomilq, y detrás suyo “Breakthrough Energy Ventures” la sociedad de inversión propiedad mayoritaria de Bill Gates (3). La coalición inversora Breakthrough Energy Ventures incluye, además de Bill Gates a Jeff Bezos (Amazón), Mark Zuckerberg (Facebook), Richard Branson (VirginGroup), Masayoshi Son (SoftBank), Jack Mi (Alibaba), Michael Bloomberg (Bloomberg Family Foundation) y MarcBenioff (Salesforce) los cuales ya realizaron una primera inversión en la citada empresa, y ésta anuncia que se encuentra en la primera fase de la investigación y que en menos de cinco años ya la podrán comercializar.

Al otro lado del planeta, el laboratorio Turtle Tree de Singapur también está investigando la producción de leche a partir del cultivo de células mamarias humanas con inversiones de Green Monday Ventures, el fundador de la cual, David Yeung, declara: “Si la situación de cambio climático que se deteriora rápidamente no es suficiente para convencer en el mundo, la pandemia seguramente aumenta la urgencia que necesitamos revisar el sistema alimentario por el bien de la salud pública, la salud alimentaria y la seguridad alimentaria” (4).

Disponemos pues, de un cuadro justificativo del entramado biotecnológico: cambio climático, seguridad alimentaria, mejoramiento de la salud, protección de las criaturas y liberación de las mujeres al no tener que dar de mamar. Estas apuestas “científicas” están estrechamente ligadas a las propuestas de “edición de criaturas” mediante el “Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats” (CRISPR/Cas) (5). La introducción de fragmentos de ARN dentro de las vacunas, la expansión de alimentos genéticamente modificados y el control del comportamiento humano.

Pero, ¿qué dicen otros científicos sobre la lactancia materna?, por ejemplo la Asociación Española de Pediatría: “Cubre las necesidades nutricionales de las criaturas para su adecuado crecimiento y desarrollo físico y desde el punto de vista emocional le asegura el establecimiento de un buen vínculo madre-hijo y una adecuada relación de inclinación segura con su madre, ambos esenciales para un correcto desarrollo como persona independiente y segura. Por todo esto la lactancia materna es considerada el método de referencia para la alimentación y crianza del lactante y el niño pequeño” (6).

Natalie Shenker, investigadora de la leche materna en el Imperial College de Londres afirma que en el transcurso de sus investigaciones ha podido determinar que “la leche elaborada en un laboratorio no puede reproducir los beneficios inmunológicos que brinda la lactancia materna a los bebés. La leche materna humana contiene grandes cantidades de anticuerpos producidos en la sangre que después se transmiten al bebé para protegerlo de dolencias… La leche materna es un biofluído extremadamente complejo… No solo contiene centenares de proteínas y más de 200 oligosacáridos, sino que también contiene una amplia variedad de hormonas, grasas y bacterias beneficiosas que se producen en otras partes del cuerpo y se transportan en las células mamarias. Estos componentes, que no se pueden replicar en el laboratorio, son fundamentales para el desarrollo de los riñones, las membranas celulares y el sistema inmunológico. También ayudan a mantener constante el nivel de líquidos y electrólitos… y la leche materna se adapta a la genética de la madre y el niño, el entorno en el cual viven, la geografía, la época del año e incluso la temperatura del día; así de sensible es la leche materna” (7).

En la misma dirección, Maryanne Perrin, investigadora de la leche materna en la Universidad de Carolina del Norte afirma estar comprobado que “además la leche materna es una sustancia dinámica que responde a las necesidades cambiantes del bebé, la saliva de la criatura puede fluir hacia atrás en el conducto de la leche y enviar señales a la madre”.

La pregunta, o las preguntas a realizar son muchas, pero por poco que queramos hurgar podremos ver que detrás cada propuesta “a favor de la humanidad” hay las grandes corporaciones financieras que imprimen la dirección de las investigaciones, corporaciones que al mismo tiempo controlan la mayoría de medios de comunicación mundiales y no nos debe extrañar que desde emisoras de radio, televisiones, diarios y webs haya un bombardeo constante magnificando las virtudes de esta nueva guerra: una guerra imperialista contra la salud del proletariado mundial.

(1) https://www.cscd.osaka-u.ac.jp/user/rosaldo/Hobson_Imperialism_1902.pdf
(2) https://archive.org/stream/HOBSONJohnA.EstudioDelImperialismo/HOBSON%2C+John+A.+Estudio+del+imperialismo_djvu.txt
(3) https://www.foodretail.es/food/bill-gates-inversion-investigacion-leche-materna-artificial_0_1448255184.html
(4) http://www.alfa-editores.com.mx/biotecnologia-para-la-obtencion-de-lacteos-cultivados-en-laboratorio/
(5) https://www.sciencedirect.com/topics/immunology-and-microbiology/clustered-regularly-interspaced-short-palindromic-repeat
(6) https://www.aeped.es/comite-nutricion-y-lactancia-materna/lactancia-materna/documentos/recomendaciones-sobre-lactancia-materna
(7) https://hitechglitz.com/spanish/los-cientificos-quieren-eliminar-la-formula-de-la-leche-materna-cultivada-en-laboratorio/

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