Entre la trata de blancas y la trata de asiáticas

Si hacemos una encuesta sobre los países en los que consideramos que los índices de maltrato conyugal son más elevados, dejaremos al margen a Nueva Zelanda que, sin embargo, está a la cabeza de los peores países de la OCDE en esta lacra.

El problema es de tal envergadura que el primer ministro, John Key, acaba de anunciar un plan de acción para proteger a las mujeres: una de cada tres padece “maltrato sexual o físico” a lo largo de su vida.

El año pasado la policía tuvo que intervenir en 110.000 ocasiones por supuestos de violencia doméstica, una cifra que hay que poner en relación con la población total de las islas, de sólo 4,6 millones de habitantes, es decir, un porcentaje muy elevado.

Como en otros países, también en Nueva Zelanda las cifras son sólo la punta del iceberg, porque el 80 por ciento de los casos no se denuncian oficialmente, lo que daría lugar a 440.000 mujeres afectadas por las agresiones.

Sin embargo, el caso de Nueva Zelanda no es relevante sólo por el uso masivo de la violencia contra la pareja sino porque debajo hay un problema de fondo: los matrimonios forzosos, algo que tampoco relacionaríamos nunca con aquel país.

Uno de los proyectos más importantes del gobierno es criminalizar los arreglos matrimoniales contra la voluntad de la mujer, que hasta ahora se consideraban como meras faltas. Sin embargo, conocer el número de uniones forzosas es muy complicado. El diario New Zealand Herald refiere (1) que en los primeros diez años de este siglo se han arreglado los matrimonios de 800 menores de edad.

En Nueva Zelanda una mujer puede contraer matrimonio a partir de los 16 años pero, además de la minoría de edad, hay otro aspecto importante en los matrimonios forzosos: que afectan a las mujeres inmigrantes, especialmente de origen asiático.

Según el Ministerio de Inmigración, cada año se conceden visados a 400 adolescentes extranjeras para que contraigan matrimonio en Nueva Zelanda. Es algo tan típico que hay una serie de televisión que frivoliza este tipo de sutuaciones (2) en las que están por medio las mujeres, el racismo, la explotación sexual y la laboral, es decir, en donde los hombres se casan para disfrutar gratuitamente tanto de fuerza de trabajo como de relaciones sexuales.

Miremos la cara oculta de la Luna: Nueva Zelanda no es el Tercer Mundo, no está en África, sus habitantes no son musulmanes…
(1) http://www.nzherald.co.nz/nz/news/article.cfm?c_id=1&objectid=10860111
(2) http://www.stuff.co.nz/entertainment/77985615/arranged-marriage-has-a-kiwi-twist

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