En las negociaciones para un alto el fuego en Gaza, en las que participan Estados Unidos, Israel, Egipto y Qatar, no hay nadie que hable en nombre de Hamas, cuyo papel parece ser el de esperar pacientemente en la habitación contigua.
Algo parecido sucede en el sur de Líbano, donde ha estallado otra guerra. Aunque haya un acuerdo para Gaza, no es posible saber si se hará extensivo a Líbano. El lunes Naim Qassem, dirigente de Hezbollah, confirmó que la milicia cesará sus ataques contra Israel una vez termine la guerra en el enclave palestino. “Si detienen el ataque a Gaza y la guerra terminará en la región”, afirmó.
Sin embargo, Yoav Gallant, ministro de Defensa de Israel, dijo que las operaciones israelíes contra Hezbollah no cesará incluso si se lograra un alto el fuego en Gaza.
Desde que el 8 de octubre Hezbollah comenzó su campaña de solidaridad con la resistencia palestina, con el objetivo de desviar recursos israelíes de Gaza, Israel ha respondido matando a 229 miembros de la milicia, principalmente en Líbano, pero también en Siria. Además han muerto 30 civiles, entre ellos tres periodistas.
Hussein Yazbeck, cuyo rango exacto en la milicia se desconoce, fue asesinado el 3 de enero. Wissam Hassan al-Tawil, comandante de la fuerza de élite Radwan de Hezbollah, fue asesinado el 8 de enero, mientras que Ali Hussein Burji, comandante de la fuerza aérea, fue asesinado en el sur del Líbano el 9 de enero.
Israel también ha atacado depósitos de armas y sitios de lanzamiento de misiles de Hezbollah en Líbano, muchos de los cuales estaban ubicados en zonas residenciales.
Hasta el momento, los intercambios de misiles han causado la muerte de siete civiles del lado israelí, así como la muerte de diez soldados y reservistas del ejército israelí. También se lanzaron varios ataques contra Israel desde territorio sirio, que no han causado heridos.
Los ministros libaneses piden moderación. “Si bien insistimos en la calma y llamamos a todas las partes a evitar una escalada, vemos que el enemigo israelí está ampliando su agresión”, dijo el mes pasado Najib Mikati, primer ministro saliente del Líbano, en un comunicado.
La declaración se produjo tras un mortífero ataque aéreo israelí en Nabatieh, en el sur del Líbano, que dejó diez civiles muertos, entre ellos siete miembros de una misma familia y una madre y sus dos hijos. Tras este ataque se declaró un día de luto.
Nabih Berri, presidente del Parlamento libanés, condenó la “masacre” y añadió que “el derramamiento de sangre en Nabatieh es atribuible a los enviados internacionales, a la ONU y a las organizaciones de derechos humanos” que no actuaron para reducir las tensiones.
Mientras tanto, Hezbollah prometió tomar represalias por el ataque. “El enemigo pagará el precio de estos crímenes”, advirtió Hassan Fadlallah, un dirigente de Hezbollah en un comunicado.
Poco después, dispararon una ráfaga de cohetes contra una base militar en Safed, al norte de Israel, matando al sargento del ejército israelí Omer Sarah Benjo.
Aunque todas las partes parecen dispuestas a evitar una guerra directa que podría resultar en un choque regional importante, no ha habido ninguna tregua en las hostilidades, excepto durante el alto el fuego temporal de noviembre del año pasado durante la guerra entre Israel y Hamas.