En el cuento de los Reyes Magos sólo uno de los tres es negro

El virrey de Gabón, Omar Bongo, padre del presidente derrocado recientemente, había sido cadete de reserva en la Fuerza Aérea francesa, destinado en inteligencia. Los colonialistas franceses lo nombraron vicepresidente de Gabón cuando en 1967 el Jefe del Estado, Leon M’Ba, agonizaba en un hospital de París. A su muerte, le sucedió Bongo en el cargo, en el que se mantuvo hasta que, a su vez, falleció en Barcelona en 2009.

Durante décadas la familia Bongo amasó una gigantesca fortuna con el expolio de Gabón, especialmente de su petróleo. No solamente tienen numerosas propiedades inmobiliarias en Francia, sino también en paraísos fiscales. El banco BNP Paribas blanqueaba el dinero saqueado en África.

Una parte de ese dinero procedía de la petrolera Total, que entonces se llamaba Elf Acquitaine. En 2003 muchos de sus cabecillas fueron juzgados en Francia y 31 de ellos acabaron condenados. Uno de ellos fue el director general, Loik Le Floch-Prigent, que describió ante los jueces el papel de la multinacional: “Llamemos a las cosas por su nombre. Elf fue creado para mantener a Argelia y a los reyes negros en la órbita de Francia, a través del petróleo”.

Pero no todos los fondos acabaron en el bolsillo de los Bongo. Las mordidas también pagaron las campañas electorales de los partidos políticos, tanto africanos como franceses.

La multinacional apañaba todo tipo de elecciones. Entre los beneficiarios aparecen dos Presidentes de la República francesa: Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, según consta en los Papeles de Pandora, las publicaciones de Wikileaks e incluso en el diario español El País.

La información procedía de un alto directivo del Banco de los Estados Centroafricanos, que se la comunicó a Janet Garvey, la embajadora de Estados Unidos en Camerún, cuatro días después de la muerte de Bongo en 2009. “Esta embajada no puede verificar la veracidad de la acusación según la cual políticos franceses se beneficiaron de la malversación”, concluía la nota firmada por la embajadora Garvey.

La simbiosis franco-africana era tan intensa que algún periódico africano preguntó si Bongo era ese rey africano que hacía y deshacía los gobiernos de la República francesa (*).

Una juez francesa anticorrupción, Eva Joly, que luego fue eurodiputada, comentó públicamente tras la muerte de Bongo: “Era un presidente que no se preocupaba por sus ciudadanos. Sirvió bien a los intereses de Francia y de los políticos franceses”. Las ganancias del petróleo “no beneficiaron a los gaboneses, nos benefició a nosotros. Francia tiene una gran deuda con Gabón por haber mantenido al señor Bongo en el poder durante todos estos años”.

En Francia nunca se había hablado tanto de corrupción como tras la muerte de Bongo. Entonces los periodistas también le interrogaron a Roland Dumas, un político mafioso de larga trayectoria en la socialdemocracia. Se conocían personalmente desde hacía 50 años. Bongo no sólo había financiado a los políticos franceses de “derechas” sino que había repartido el dinero muy equitativamente entre todos. “Cada partido estaba servido”, admitió Dumas.

Luego le preguntaron por la podredumbre colonial en África. ¿No debería Francia cambiar a los virreyes como Bongo por otros personajes? Dumas respondió con su habitual cinismo: en África da igual que pongas a uno u otro porque son todos iguales.

Lo mismo cabría decir de Francia: es igual votar a uno que a otro, da lo mismo la izquierda que la derecha… A todos los financian los mismos. Al final de su carrera política, Roland Dumas acabó en uno de esos cementerios para elefantes, el Consejo Constitucional. Al antiguo ministro socialista de Asuntos Exteriores le destaparon entonces sus propios escándalos, dignos de una serie de televisión: sexo en las altas esferas, derroche, obsequios extravagantes entre amantes, venta de armas y cuentas opacas en bancos suizos.

Un político corrupto hasta la médula formaba parte del organismo encargado de pontificar sobre las leyes, los derechos y las libertades de Francia. Entre la montaña de basura destacaban los sobornos de cientos de millones de libras pagados por la misma petrolera de siempre, Total (Elf Acquitaine), que tenía su propio entramado de espionaje.

Las multinacionales financian a todos porque así los tienen comiendo de su mano. Cuando se analiza la cúpula de una petrolera, como Total, lo que aparecen son, entre otros, espías y militares con experiencia en operaciones encubiertas en el Tercer Mundo, o sea, en quitar y poner gobiernos, asesinatos y blanqueo de dinero.

(*) https://www.bdpgabon.org/articles/2008/05/06/gabon-omar-bongo-ou-ce-roi-negre-qui-dirige-la-france/

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