El soldado Sánchez no tiene quien le escriba

Bianchi

Albert Rivera acude al encuentro con Rajoy con una «corbata verde esperanza». La víspera el darse la mano entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy «duró exactamente 23 segundos». Interesante, sin duda.

Yo me apunto al «método fisiognómico» y digo que, en la rueda de prensa posterior a la entrevista con Rajoy en la Moncloa (creo que fue allí), Sánchez tenía «una caraostia» más translúcida que diáfana por el esfuerzo que hacía por poner otra cara y aguantar la mala ostia que tenía.

He dicho «caraostia», y no «carapocha», que esta es propia de, pues no sé, Bono, por ejemplo, un verdadero profesional de vender paraguas en el desierto de Gobi. O helados en el Polo Norte. O peines a calvos. Vale. ¿Y qué se puede concluir de esos encuentros? (De Unidos-Podemos pasan mutuamente. ) Pues lo que ya se ha dicho aquí, y no por listos, sino por guapos, ususéase, que el «enemigo» de Sánchez lo tiene, y tenía, en sus propias filas, que, como suele decirse, le han segado la hierba bajo los pies. A Sánchez, como a toda esta banda terrorista, le importa todo un “güevo” y la yema del otro, pero, por lo menos, esperaba un poquito de por favor, es decir, pelín lealtad -o más disimulo- por parte de su «gente». Pues no, va a ser que no. De ahí su reprimidísima faz y semblante -con las mandíbulas a punto de estallar- para decir lo que le pedía el cuerpo: iros todos -en referencia a González, Guerra, Bono, Corcuera, Leguina, Rubalcaba (siempre el más listo) y/o la callada como colipoterra Díaz- a tomar por el orto, hijos de puta, menuda tropa, con «compañeros» como estos para qué quiero enemigos, ¿no es cierto? Pero, claro, esto sólo lo puede decir a su mujer en Mojácar. Y es que una cosa es la «realidad», y otra «lo real». Lo primero es la rueda de prensa y la cara de enfado contenido; lo segundo, las confidencias maritales. Es como cuando te ponen una «alcachofa» delante, y sabes que la tienes delante, y discursivizas a modo lo que se espera, lo convencional, o cuando dices algo «off the record» ¡y no lo sabes! y dices la verdad, o lo que piensas: «mañana me espera el ‘coñazo’ (sic) del desfile militar» (Rajoy hace unos pocos años). Pero Sánchez, que se sabe cadáver, quiere dos cosas: primero, cubrirse el riñón, y segundo, morir matando. Lo segundo no va a hacer (lo hará pasados unos años en confidencias a la cadena SER, como sabremos que Froome se dopó en el Tour dentro de diez años), así que, oye, por lo menos, tengo la vida resuelta con esto de «la política». Bueno, más se perdió en Cuba…

Ahora el mantra es que nadie quiere unas terceras elecciones y nadie mira por el bien superior de los destinos de España, como diría el neofalangista Rivera. Van a lo que van, o sea, a lo suyo y qué hay de lo mío. Lo disimulan, eso sí, más que el torpe Zaplana -al que pillaron en «off» también- que dijo que se había metido en «política» para «forrarse» (sic).

Y dicen esto porque, aseguran, sería un ridículo internacional, como si les importara algo, como si tuvieran sentido del ridículo. Mentira podrida, que diría mi abuela, cuyo marido era socialista de verdad, otra época, claro. En teoría, estricta y democráticamente hablando, en puridad, lo mejor que le puede pasar a un país, a un pueblo, es que hayan tres elecciones (a la burguesa manera) en un año, pues, de ese modo, el personal, el «electorariado», se iría cayendo del guindo viendo de qué van y pasta son sus «representantes», otrosí puritito navajeo entre ellos por «colocarse» en el machito. Con el llamado «bipartidismo» no pasaban estas cosas, la tarta era bastante grande como para satisfacer a estos golosos mangantes, pero ahora reclaman su parte «morados» (Unidos-Jodemos) y «naranjas» (C’s), y la cosa se complica. En realidad, no quieren otras elecciones por temor a que la chusma «pashe» de ellos y se abstenga, temen la abstención y se vaya todo el tinglado a tomar por saco. Algo que, en el fondo, no creen, pues piensan, como Felipe González, que este pueblo, después de 40 años de dictadura está «educado» y aguanta lo que le echen; corrupciones, reformas, reconversiones, leyes «antiterroristas», etc.

Además, ¿qué mejor que unas elecciones para borrar pecadillos y legitimar nuevos robos? También los hay que no las quieren por aquello de virgencita que me quede como estoy.

Ya digo: lo último que les importa a esta gentuza es el pueblo, salvo que su nivel de conciencia vaya creciendo, «desilusinándose» (=deshipnotizándose), es decir, que vaya tomando conciencia, que de dos tontos, como quieren convertirlo pensando que es tonto, se espabile. Y va Sánchez y se lo toma a pecho, y dice que nanay, que me tenéis que echar (no el votante, que también, sino su propia «gente»), se pone gallito, como si le quedara un resto de dignidad, sustantivo que ni saben lo que significa estos vividores de la «política». De ahí, repito, la cara ostia de Sánchez, como diciendo, mecagoendiós, no me toquéis mucho los cojones, que suelto todo lo que pienso y quemo las naves, joputas.

Por supuesto, no hará nada de esto (Iñaki Gabilondo le asesorará), y todo volverá a su cauce, o sea, a la «normalidad», elecciones cada equis tiempo para ver quién es el próximo en tocar los «cullons» al personal. Y así mientras dure y cuele el invento este. La oligarquía feliz.

Buenas tardes.

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