El papel de la Iglesia Católica croata en los crímenes de guerra fascistas (2)

Elías Puente

En las postrimerías de la última Guerra Mundial el partido croata fascista construyó una  red paralela propia para su defensa, y poder escapar de los juicios de los tribunales por crímenes de guerra. Son esas redes de “huida” lo que en la bibliografía se conoce como “ratlines”, las vías de las ratas.

Estas vías ustachis tenían su sede en Roma, y fueron construidas con el necesario apoyo y protección del Vaticano. Es un episodio más del significante papel de la Iglesia católica en las estrategias globales de la guerra fría y la política estadounidense para Europa.

Estas “ratlines” fueron rápidamente detectadas e igualmente protegidas por el llamado Counter Intelligence Corp del Ejército norteamericano, que fue el precedente inmediato de la CIA. A partir de 1948, con el inicio de la guerra fría, se amplia el ámbito de las operaciones secretas cuya responsabilidad descansaba sobre antiguos fascistas, y empieza el flujo de millones de dólares hacia organizaciones, publicaciones y agentes fascistas croatas y albaneses. E, independientemente, de su proclamada lucha contra el “comunismo», había un objetivo: romper Yugoslavia. La supervivencia y continuidad del fascismo croata, que volvió al poder bajo la presidencia de Franco Tujdman en 1991, fue responsabilidad del gobierno norteamericano y de estas políticas. La pervivencia de estos fascismos y su responsabilidad en la guerra civil que asoló la antigua Yugoslavia en la década de los 90 está abundantemente recogida en la bibliografía.

¿Por qué juega Roma un papel esencial en la huida de los criminales de guerra? Se hace difícil contestar a esta pregunta, si pensamos que el fascismo fue derrotado en Italia. Pero si bien el gobierno fascista fue derrocado, su aliado más importante y poderoso, la Iglesia Católica, evitó cualquier castigo o represalia. La protección por parte de la Iglesia a nazis y fascistas se llevó a cabo sin ninguna molestia por parte de las potencia vencedoras en la guerra; y no es nada sorprendente que por parte del Vaticano jamás se ha renunciado a los contenidos de muchas declaraciones antijudías y pro-fascistas emitidas a lo largo de las décadas de los años 30 y 40. Pero, en particular, hay una organización, muy cercana al núcleo duro del Vaticano, que tiene una especial responsabilidad de organizar el escape a la mano de la justicia de los criminales fascistas.

Esta organización se denominaba Intermarium, que desarrolló estrechas relaciones con los partidos nazis y fascistas desde los primeros años 30, pero que continuó durante y después de la II Guerra Mundial. Entre sus miembros encontramos individuos con responsabilidades de gobierno en los países fascistas; además de los líderes ustachis, tenían miembros en Eslovenia, Eslovaquia, Hungría, Ucrania y Lituania. El favoritismo por parte del Papa Pio XII hacia el fascismo croata no era ningún secreto, y es a través de los canales vaticanos como Intermarium recoloca a los fascistas en América del Sur.

Y no sólo elementos individuales. En 1946 Intermarium obtiene la intervención de Pio XII para poner a buen recaudo una división completa de las Waffen SS, compuesta de ucranianos (11.000 personas) y sus familias. No creemos que haga falta recordar que esta división participó en algunos de los más salvajes crímenes de la historia, como fueron las eliminaciones masivas de judíos, rusos y comunistas en Ucrania y Polonia. En palabras vaticanas, simplemente eran “buenos soldados…” (Citado por John Keegan en Waffen SS: the Asphalt Soldiers, Purnell’s History of the Second World War, Londres, 1970).

En líneas anteriores se ha tratado la participación y la supervisión por parte de los clerical-fascistas de las deportaciones y ejecuciones en masa de judíos y comunistas, como en Latvia y Lituania, y del genocidio serbio en Croacia, en aras de un “Estado católico puro”. Algo que hay que mencionar es la participación que tuvieron las divisiones musulmanas en Bosnia, que entonces formaba parte del estado de Croacia.

Croacia constituyó dos divisiones pertenecientes a las SS formadas por musulmanes bosnios, la 13 División “Handjar” y la 23 División llamada “Kama”. Hubo una tercera división musulmana encuadrada en las SS, la División “Skanderberg”, formada por musulmanes albaneses y montenegrinos, pero la más importante fue la mencionada “Handjar”, orientada doctrinalmente por el Gran Mufti de Jerusalén en el racismo anti-judio y anti-serbio. Militarmente, fué derrotada por los partisanos que supuestamente iba a combatir, por lo que se dedicó principalmente a la menos peligrosa tarea de eliminar civiles serbios. Debieron efectuar bien ese trabajo, porque lo que era una mayoría de población serbia en Bosnia se convirtió en una minoría tras la guerra.

Los franciscanos fueron los más distinguidos en estos actos que hoy llamaríamos limpieza étnica y, entre ellos sin duda destaca Krunoslav Draganovic, por su trayectoria durante y después de la guerra. Secretario del arzobispo de Sarajevo, Draganovic se convirtió tras la independencia de Croacia en uno de los líderes ustachis, llegando a ser coronel y participando directamente en la organización y ejecución de matanzas de serbios. Además Draganovic trabajó en el Ministerio para la Colonización Interna, encargado del reasentamiento de católicos y musulmanes en las tierras de los serbios ejecutados o deportados, así como de la administración de los bienes robados a estos. En 1943, ante el cambio del curso de la guerra, Draganovic fue enviado a Roma como representante de la Cruz Roja Croata para ocupar el cargo de secretario del Instituto Croata del Colegio de San Girolamo degli Illirici, con muy buenas recomendaciones para el Papa Pío XII del arzobispo Alois Stepinac. En realidad, su misión en Roma era preparar lo que luego sería la principal vía de escape de los jerarcas ustachis, incluido Pavelic, vía Italia; el llamado “Pasillo Vaticano” en el que se hicieron célebres también otros clérigos como el austriaco Alois Hudal.

Hudal, rector del Colegio Pontificio de Santa Maria dell’Anima y representante de la Conferencia Episcopal Alemana ante el Papa, se hizo famoso ya antes de la guerra por su antisemitismo (afirmaba entre otras cosas que el estado liberal era el responsable de haber derribado los muros del gueto) que le llevó a dar su visto bueno a las leyes de Nuremberg, y por intentar conciliar el nazismo con la fe católica. Hudal, ferviente nacionalista alemán, veía el nacionalsocialismo como una continuación del Sacro Imperio Romano Germánico, que podía hacer frente al peligro del marxismo y el judaísmo.

Además, Draganovic aparece como personaje central en la desaparición de unos 350 millones de francos suizos que procedían del expolio de los serbios, judíos y gitanos deportados. Según varias fuentes, el dinero fue sacado de Yugoslavia vía Austria, previo pago a las autoridades británicas de 150 millones para que hicieran la vista gorda. Hay constancia del uso de ese dinero para compensar a empresas británicas que habían sido utilizadas en el esfuerzo bélico.

El resto fue depositado en el Vaticano, y sirvió para pagar la huída y posterior exilio de los fascistas croatas en España y Sudamérica. Por el Colegio de San Girolamo, convertido en otro de los centros de la organización Odessa, pasaron también criminales de guerra nazis como Klaus Barbie, el carnicero de Lyon o Josef Mengele. Además, se sabe que algunos de los fugitivos fueron escondidos en otras dependencias del Vaticano así como en Castelgandolfo, residencia de verano del Papa, lo que hace difícil creer que las altas esferas vaticanas no estaban al tanto de la trama, tal como aseguran.

En esa época Draganovic ya había establecido contacto con el mencionado más arriba servicio de contraespionaje americano (C.I.C.), que financiaba y daba el visto bueno a algunas de estas operaciones, con la excusa de que los fugitivos eran combatientes anticomunistas. Además, Draganovic aprovechó el tirón para hacerse con una pequeña fortuna puesto que, aún siendo por presuntos motivos caritativos, el hecho es que cobró 1.500 dólares a algunos de los fugitivos por los documentos falsos que les entregó, así como 650 por el transporte hasta Argentina.

En el año 2000 la firma americana de abogados Easton & Levy inició acciones legales contra el Vaticano y la orden franciscana, así como contra varios bancos de Argentina, Suiza, España, Austria, Italia, Portugal y Alemania, representando a los herederos de los serbios expoliados durante la guerra, en un intento de que se reconociese ese otro holocausto sucedido en ella, así como la participación de la Iglesia Católica.

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