El modelo Maidan en Oriente Medio: emerge la ‘tercera fuerza’ en las manifestaciones de Irak

Líbano, Irak, Irán… Oriente Medio se encamina de nuevo hacia una etapa de desestabilización cuya dinámica empieza a ser familiar, por ejemplo, cuando en Bagdad los manifestantes queman un edificio diplomático iraní. Si protestan contra la política del propio gobierno, ¿por qué atacar a un Estado extranjero?

En las manifestaciones de Irak, que empezaron siendo pacíficas hace dos meses, han comenzado los tiroteos y los medios de intoxicación sólo hablan de los muertos de un lado, dando la impresión de que la policía está disparando contra los que protestan en las calles. Es cierto, pero también algunos manifestantes están disparando contra la policía… y contra otros manifestantes, lo cual apesta a Maidan.

“No son las fuerzas de seguridad nacional irakíes las que están matando a los manifestantes”, dijo el ministro de Defensa irakí, Najah Al-Shammari. “Hay un tercero que dispara a los manifestantes para provocar su enfrentamiento con las fuerzas de seguridad”. Se está haciendo para desestabilizar a Irak, añadió el ministro.

En Irak se habla, pues, de una “tercera fuerza” que no son manifestantes exactamente, pero tampoco policías. Es el modelo Maidan.

Al principio los manifestantes exigían reivindicaciones contra las que nadie puede estar en desacuerdo, como mejores condiciones de vida, lucha contra el desempleo y la corrupción… Como es corriente, después a ese tipo de exigencias se añadieron las de tipo político, como la dimisión del gobierno. Entones empezaron a oirse los primeros disparos, que estaban dirigidos contra la policía y el ejército, que respondieron de la misma manera.

A mediados de mes las explosiones resonaron en la Plaza Tahrir de Bagdad. El Comité de Derechos Humanos del Parlamento irakí emitió una declaración en la que afirmaba la presencia de un partido que busca desestabilizar la seguridad y extender el caos por el país. Los diputados pidieron la cooperación entre la policía y los convocantes de las manifestaciones para evitar la “infiltración del tercero” que organizó las explosiones.

Recientemente, en una entrevista en la televisión jordana, Qais Al-Jazali, dirigente de la organización militar chiíta Asaib Ahl Al-Haq (Liga de los Virtuosos), acusó a Washington y Tel Aviv de estar detrás de muchos de los asesinatos de manifestantes y disturbios en el país. Al-Khazali exigió una investigación para averiguar quién ordenó disparar contra los manifestantes.

En medio de la crisis, el Vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, visita Irak, empezando por la base mililtar de Ain Al-Assad y luego la base de Erbil, la capital del Kurdistán irakí, donde se reunió con el Presidente regional, Nechirvan Barzani. Pence le expresó a Barzani “los fuertes lazos que surgieron en el calor de la guerra entre los pueblos de Estados Unidos y el pueblo kurdo en esta región”, poco después de que hubieran traicionado a los kurdos en Siria.

El viaje de Pence se produce inmediatamente después de que los parlamentarios irakíes exigieran la retirada de las tropas estadounidenses de su territorio.

Con la desestabilización, Estados Unidos quiere provocar la desintegración de Irak. En el Kurdistán irakí, donde las empresas estadounidenses están muy presentes, no no ha habido protestas.

En Kirkuk, una región rica en petróleo que los kurdos reclaman para sí, han resurgido las bandas yihadistas.

Las manifestaciones actuales son seculares. Una de las reivindicaciones es la eliminación de la afiliación religiosa dentro de la Constitución y de las instituciones públicas. Algunos hablan de la emergencia de un nuevo nacionalismo en la Plaza Tahrir, donde han instalado un campamento de tiendas de campaña. No sería nada nuevo sino una continuación del antiguo partido Baath… el de los tiempos de Sadam Hussein.

Ahora bien, Estados Unidos y Arabia saudí están en contacto con representantes del viejo Baath para llevarlo de vuelta a Irak. El verano del año pasado una delegación del Baath negoció con Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, el regreso del partido a Irak con un nuevo nombre. Por su parte, para tener un hueco, la Constitución debería ser laica.

La “tercera fuerza” es, pues, la que persigue la erradicación de la influencia iraní en Irak, la quiebra del eje construido por Teherán en Oriente Próximo a lo largo de los años, que incluye, además de Irak, a Siria, a Líbano y a Yemen. De ahí que las fuerzas políticas irakíes vinculadas a Irán se mantengan alejadas de las protestas y que la desestabilización se haya extendido también a Irán.

Lo mismo que en Líbano, el ayatolah Ali Al-Sistani, por una parte apoya las manifestaciones, siempre que sean pacíficas y, por la otra, hace un llamamiento a las instituciones para que lleven a cabo reformas económicas y sociales.

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