El Gran Satán pone a Irak a los pies de Irán

Desde la revolución de 1979 en Irán, el imperialismo se ha volcado en sus intentos de derrocar al nuevo régimen, empezando por instigar al difunto Saddam Hussein a iniciar una guerra que duró casi diez años.

Para Irán nunca hubo mayor enemigo que su vecino Irak, bien entendido que el gobierno de Bagdad no era más que un tentáculo local de los imperialistas.

A partir de entonces, todas las decisiones que tomaron en Washington fueron erróneas. Convirtieron a Saddam en un enemigo, iniciaron dos guerras de diferentes intensidades y arrojaron al país en brazos de Irán.

El asesinato del general Soleimani es el último tropiezo que han cometido quienes (Bush, Obama, Trump) han convertido el terrorismo en instrumento de su política exterior.

Sin disparar un tiro, lo único que tuvieron que hacer los ayatollahs es recoger los frutos pacientemente, lo cual es consecuencia de una política justa que ahora ha acabado por imponerse en Oriente Medio: las tropas de Estados Unidos deben abandonar la región.

Estados Unidos pierde, Irán gana. Desde 2003 Estados Unidos ha sacrificado la vida de 5.000 soldados y ha malgastado 1.000 millones de dólares en Irak para -finalmente- servir en bandeja Irak a Irán.

Irán ya tiene lo que quería. Ahora los altavoces del imperialismo empezarán a hablar de la creciente presencia de Irán en Irak y, por extensión, en todo Oriente Medio, pero el asunto es más sencillo: quien se gana las simpatías de las masas es quien hace frente al imperialismo de verdad.

Irán no ha necesitado de una invasión militar, ni de una guerra. Ni siquiera ha triunfado; es el imperialismo el que ha vuelto a ser derrotado y, lo mismo que en Afganistán, tendrá que marcharse con el rabo entre las piernas.

Ahora habrá que empezar a pensar en los motivos por los cuales los imperialistas han cometido un error detrás de otro, que no son tan difíciles de averiguar: tanto esos erores como la marejada interna que tienen por los pasillos de la Casa Blanca, tienen su origen en la resistencia que han encontrado a cada uno de sus planes hegemónicos, que vienen fracasando, especialmente desde que en 2011 metieron su hocico en Siria.

Medio tapada por el crimen ha corrido la noticia de que -definitivamente- Irán se desmarca del acuerdo de desnuclearización que Estados Unidos no respeta y la Unión Europea no es capaz de garantizar. Fue otro de esos errores de Trump que hay que añadir a al contabilidad.

Hasta ahora en las calles de Bagdad las manifestaciones de protesta tenían un signo muy evidente; ahora tienen el contrario.

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