El fin del turismo de masas

En Marruecos el turismo está en bancarrota por falta de viajeros. Un informe hecho público recientemente por la organización del transporte turístico de Marruecos y la organización de restaurantes y cafeterías señala que el turismo en Marruecos es uno de los sectores económicos más afectados por las restricciones sanitarias impuestas desde 2020 por el gobierno.

El turismo representa el 10 por cien de la producción de Marruecos. Es el segundo sector económico que más puestos de trabajo crea, después de la agricultura. Con las transferencias financieras de los marroquíes que viven en el extranjero, también es una de las principales fuentes de divisas.

Desde hace dos años, con el cierre de las fronteras, el turismo se ha acabado y los trabajadores del ramo se han declarado en pie de guerra. En las últimas semanas, miles se han manifestado en varias ciudades del país para exigir la reapertura de las fronteras. Más de 200 operadores turísticos realizaron una sentada frente a la sede del Ministerio de Turismo en Rabat.

Además de la reapertura de las fronteras, los participantes en la sentada reiteraron las reivindicaciones de la patronal, la Asociación de Agencias de Viajes de Marruecos, que exige una amnistía fiscal y la anulación de los procedimientos judiciales contra las agencias de viajes en quiebra.

En otros países, el turismo no es sólo el 10 por ciento de la producción, sino casi un monocultivo. Están condenados a la mendicidad internacional porque carecen de otros recursos alternativos. Un informe publicado conjuntamente por la ONU y la Organización Mundial del Turismo (OMT) el 30 de junio de 2021 estima las pérdidas del turismo a nivel internacional en cerca de 4 billones de dólares durante los años 2020-2021.

El turismo era un sector que, durante medio siglo, no había experimentado ninguna crisis. Siempre había crecido exponencialmente. En términos de viajeros, pasó de 25 millones de llegadas de turistas internacionales en 1950 a 1.500 millones en 2019.

Desde el cierre de fronteras, las cuarentenas y los pasaportes de vacunas, el sector ha entrado en una crisis de proporciones sin precedentes en todo el mundo. Para este año la OMT estima un descenso del 75 por cien respecto a 2019 y la expectativa es que no se recupere nunca. El turismo de masas se ha acabado o, dicho de otra manera, el turismo se ha acabado para las masas.

El cierre de fronteras con el pretexto de la pandemia ha sido el catalizador de una profunda crisis del capitalismo. La causa real del hundimiento del turismo es el empobrecimiento generalizado de la población. Vovemos a los viejos tiempos en los que los viajes estaban reservados a una élite selecta, a los millonarios y la aristocracia.

La pandemia sirve de coartada y dará juego a los “expertos” y los medios de comunicación, ya que los viajeros expanden los virus, lo mismo que cualquier actividad de ocio, una palabras que ha llegado a tener mala prensa, sobre todo si es nocturno. Todos los centros de socialización han quedado marcados para cambiar los hábitos de vida, que se pueden resumir en la directriz “de casa al trabajo y del trabajo a casa”, y en caso de no tener trabajo, confinamiento domiciliario.

A diferencia de épocas anteriores, el ocio consume una parte sustancial del salario y todas las actividades económicas ligadas a él han multiplicado sus mercados, a pesar de que arrastran el estigma de que son “improductivas”. Un derroche, en definitiva.

A nadie le debe extrañar, pues, que desde 2020 las restricciones sanitarias hayan arrasado con esos sectores económicos, en los que se incluyen todas las actividades culturales, la mayor parte de las cuales no se pueden realizar en el propio domicilio.

Salir a la calle es peligroso, porque fuera de tu burbuja te puedes contagiar. Además, no es necesario porque te pueden llevar cualquier paquete a tu casa. Dentro de poco, con el “metaverso”, te podrán acercar a tus ojos cualquier paisaje, sin necesidad de que te gastes el dinero inútilmente en un billete de avión.

comentarios

  1. Los pobres sólo a trabajar y a pagar. Y además están de acuerdo. Qué futuro nos espera con los sistemas democráticos (no aguanten mucho la risa)

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