El espionaje británico supervisa la contratación de los periodistas de la BBC

Paul Reynolds, corresponsal de la BBC
Paul Reynolds

“Política a seguir: agachen la cabeza y obstruyan todas las preguntas”. Eso fue lo que escribió un alto funcionario de la BBC en 1985, poco antes de que el diario británico The Observer revelara muchos de los detalles de lo que sucedía en la Sala 105 de Broadcasting House, la sede de la BBC.

Ya no tenía sentido seguir desmintiéndolo, pero para ese entonces la política de negar rotundamente la investigación de nexos políticos —no solo obstruir y, en ocasiones, mentir si fuera necesario— llevaba en efecto cinco décadas.

Desde 1933, un ejecutivo de la BBC, el coronel Alan Dawnay, había empezado a sostener reuniones para intercambiar información con el director del MI5, Vernon Kell, en la residencia de Dawnay, en el lujoso barrio londinense de Chelsea.

Se dio en un época de radicalismo político y ambos consideraban que la BBC necesitaba “asistencia con respecto a actividades comunistas”.

Esos encuentros informales se volvieron formales dos años después, tras un acuerdo entre las dos organizaciones para que todo empleado nuevo fuera investigado con la excepción de “personal como las señoras del aseo”.

El temor era que ingenieros “con tendencias malévolas” pudieran sabotear la emisora en un momento crítico o que conspiradores pudieran desacreditar a la BBC para “abrir el camino a un gobierno de izquierda”.

Así empezó la rutina de escrutinio y aprobación. Desde un comienzo, la BBC se empeñó en no revelar el papel del Servicio de Seguridad Interna (MI5). Desde un punto de vista tenía sentido, teniendo en cuenta que la misma existencia del MI5 se mantuvo en secreto hasta 1989.

A lo largo de los años, algunos ejecutivos de la BBC se preocuparon por las declaraciones “falsas” que tenían que dar, inclusive, en una ocasión, a un parlamentario.

Pero cuando el MI5 sugirió reducir el número de empleos sujetos a investigación, la BBC propuso lo contrario. Aunque había algunos dentro de la corporación que se opusieron a las investigaciones, no tuvieron mucha influencia hasta la distensión de la Guerra Fría en los años 80.

Así es como funcionaba el sistema: el escrutinio se activaba una vez que un candidato, y un par de candidatos alternativos, etiquetados como “también aptos”, eran seleccionados para un empleo.

Los alternativos servían un propósito útil. Si la primera opción no recibía el visto bueno, la junta de selección podía fácilmente optar por la segunda. A los candidatos se les comunicaba que solo había que resolver “formalidades” antes de ofrecerles el puesto.

Sonaba suficientemente inofensivo; permitiría hacer más indagaciones de las referencias, tal vez. Los candidatos no sabían que “formalidades” significaba escrutinio y, de hecho, era una palabra codificada para todo el sistema.

Un memorando de 1984 enumeraba en una lista las organizaciones prohibidas. Las había de izquierda: como el Partido Comunista de Gran Bretaña y el Partido de Trabajadores Socialistas, y de derecha, como el Frente Nacional y el Partido Nacional Británico.

Los candidatos vetados no tenían que necesariamente ser miembros de estas organizaciones, su asociación era suficiente.

Si el MI5 encontraba algo en contra del candidato, presentaba tres “evaluaciones” en una especie de clasificación:


— Categoría “A” declaraba: “El Servicio de Seguridad aconseja que el candidato no debería ser empleado en un cargo que le ofrezca una oportunidad directa de influir en el material de transmisión para propósitos subversivos”.
— Categoría “B” era menos restrictiva: El Servicio de Seguridad “aconsejaba” contra el empleo “a no ser que se antepusieran otras consideraciones”.
— Categoría “C” declaraba que la información negativa no debería “necesariamente vetar” al candidato pero que la BBC “podría preferir hacer otro arreglo” si el cargo ofrecía una “oportunidad excepcional” para actividad subversiva.

En principio, el procedimiento de la BBC fue de nunca emplear a alguien en la Categoría “A”, aunque algunos sí pasaron por el filtro. Eso contradecía la postura pública de que la BBC controlaba todos los empleos. En teoría lo hacía. En la práctica, esa decisión recaía en el MI5 cuando se trataba de los casos en Categoría “A”.

En caso de que el personal cayera bajo sospecha después de ser empleado por la BBC o solicitara una transferencia de empleo que necesitara escrutinio, se le dibujaba una figura que parecía un árbol de navidad en su expediente personal.

Este “árbol” era parte importante del proceso. La BBC mantenía una “Lista de Transferencia de Personal” con los nombres de aquellos que debían ser investigados antes de ser promovidos.

Un árbol añadido a su expediente alertaba a la gerencia de que este era un caso de seguridad. En el archivo también estaba escrito “Aviso Permanente” que decía: “No promover o transferir (o dar contrato extenso) sin previa referencia a (Director de Personal)”.

La BBC estaba tan ansiosa de mantener el sistema oculto que retiraba el “Aviso Permanente” del expediente de alguien que los demandara por asuntos laborales.

También se pusieron de acuerdo para explicar (engañosamente) el sello en el expediente que decía “Formalidades Normales de Ofrecimiento de Empleo Completas”, dando a entender que se refería a “procesos rutinarios como, familiar más cercano, pensiones, etc.”.

El árbol de navidad se abolió en 1984 porque supuestamente atraía demasiada atención. Ciertamente, eso fue lo que hizo cuando el diario The Observer los describió en 1985.

Un día después de la publicación, alguien colgó decoraciones navideñas en el pomo de la puerta de la Sala 105, en Broadcasting House, donde el sistema se administraba.

Una entrevista concedida en 1968 por el entonces director general de la BBC, Hugh Greene, delata la política de la corporación para desmentir y confundir.

En tono despreocupado pero con engaño, Greene le dijo a un reportero de The Sunday Times: “Tenemos una nómina de 23.000 y en esa comunidad tenemos personas de todas las descripciones, incluyendo lo que ustedes llaman ‘afeminados’ —una palabra aparentemente seleccionada por el periodista— “y también comunistas. Pero eso no es asunto mío. Nosotros no sometemos a inquisición a las personas que entran a la BBC”.

Es cierto que ni la BBC ni el MI5 utilizaron la homosexualidad como motivo para vetar a alguien, pero el evitar el empleo de comunistas era un asunto muy de Greene y, si la BBC no lo hacía, entonces el Servicio de Seguridad sí conducía las inquisiciones.

Los archivos revelan que las tácticas que la BBC aplicaba en una entrevista habían sido diseñadas por el MI5, conocido delicadamente como el “Colegio” en los memorandos de la BBC.

Antes de la entrevista, y desviándose inusualmente de la política establecida, un funcionario de la BBC sugirió al “Colegio” que “la necesidad de escrutinio en tiempos de paz ya no existía”. La BBC indicó que estaba dispuesta a reconocer públicamente que el personal involucrado en planes de difusión en tiempos de guerra —llamados “trabajo de emergencia de defensa”— y todo empleado extranjero serían investigados. Sin embargo, un memorando de la BBC registra: “El Colegio no está de acuerdo con hacer ningún tipo de referencia al escrutinio”.

Para subrayar esta postura, un funcionario del MI5 llamó a decir que “no se debería hacer un reconocimiento directo del escrutinio”. Si hay presión, la BBC podría admitir que “algo parecido” se realizó “en relación a los objetivos de los Planes de Guerra” y “en relación a los extranjeros”.

Sin embargo, el Servicio de Seguridad “preferiría que no se hiciera la más mínima referencia posible a este tema”.

El MI5 sugirió que las preguntas a Greene podrían ser desviadas a alguien en “el área de personal”. Y que “tal vez se podría enfatizar el firme proceso de reclutamiento y la seriedad con que se toman las referencias personales”. La BBC se adhirió a esta última sugerencia y aparece un muchas de sus respuestas en años subsiguientes. Sagazmente ambigua, implica que las referencias recibidas son las suministradas por el solicitante. En realidad, la fuente de las referencias era el Servicio de Seguridad.

Greene siguió la línea del MI5. Le dijo al Sunday Times que no contestaría ninguna pregunta sobre el sistema de escrutinio y las cedería a un subordinado. El diario parece haber aceptado esto. No citó nada al respecto cuando publicó la entrevista.

Sin embargo, el portavoz elegido por Greene, el director de administración, John Arkell, no siguió el guión que se le había dado.

Al comienzo repitió el desmentido: “No hacemos preguntas sobre religión ni política”. Pero, luego, titubeó. “Si alguien es un comunista no es relevante, aunque, por supuesto, está trabajando en un área particularmente sensible”. Pero luego dijo: “En este mundo imperfecto alguien siempre sufre”, una implicación clara que el diario no continuó indagando.

Arkell rápidamente repitió el desmentido: “Debo indicar que el escrutinio de seguridad no es un prerrequisito para lograr un empleo en la BBC”.

No obstante, sí lo era para unos 6.000 empleos en la BBC, durante esa época. Los comentarios de Arkell llamaron la atención de algunos. Un funcionario de la BBC lo acusó de “admitir abiertamente” el sistema de escrutinio. Sin embargo, Arkell había quedado satisfecho con su desempeño y el Servicio de Seguridad lo felicitó por “mantener su credibilidad durante el interrogatorio”.

El rechazo de Greene a contestar esas preguntas no sorprendió a los entendidos. Aunque él había sido una influencia liberadora en la BBC desde su designación como director general en 1960, estaba firmemente a favor del escrutinio.

Cuando hubo preocupaciones de que el MI5 podría ser demandado y se propuso limitar el escrutinio, Greene se opuso al cambio.

En realidad, la BBC abogó por más investigaciones para evitar la penetración de “subversivos” pero sintió que podría públicamente reconocer haber investigado a algunos empleados clave. El MI5 quería aliviarse de la carga del escrutinio pero insistía en casi total secreto.

Pasó algún tiempo antes de que se resolviera el debate. El Servicio de Seguridad logró arreglar sus actividades con sus directivas y la BBC retiró a 528 empleados de su sistema de escrutinio. Entre estos se encontraban 81 empleados del Departamento de Vestuario y Maquillaje, 20 en el Departamento de Discos y Grabaciones, y 21 en la biblioteca. Otros 16 excluidos del sistema estaban en el área de transmisiones religiosas, aunque la BBC podría solicitar que cualquier individuo allí fuera investigado.

Y así, ese personal ya no era considerado un peligro para el Estado.

Los candidatos a empleo nunca supieron por qué fueron rechazados, aunque lo hubieran podido adivinar.

Un caso destacado involucró a una periodista y presentadora, Isabel Hilton (que luego recibió una condecoración de la monarquía por sus reportajes). Ella cree que le fue negado un empleo en la BBC en Escocia, en 1976, por su asociación con un miembro del Partido Comunista en la Universidad de Edimburgo, un estudiante que, con ella, participaba en la organización China-Escocia de esa institución.

Después de una protesta sin precedentes del ejecutivo de la BBC que quería emplearla, finalmente le ofrecieron el puesto. Pero llegó demasiado tarde, ya se había ido a otra parte.

Un tiempo después, el último funcionario de la BBC en actuar como intermediario con el Servicio de Seguridad le ofreció disculpas afirmando que había sido un “error”. No obstante, el episodio todavía la enfurece.

“Todavía me siento indignada. Es el no asumir responsabilidades lo que me molesta y el hecho que nadie en la BBC se disculpara, explicara públicamente o emitiera algún comunicado en mi defensa o para admitir su error”, comentó Hilton.

“Se agruparon detrás de un parapeto institucional defensivo sin importarles lo que sus acciones hubieran podido causar a mi reputación, mi carrera, etc. Nadie en la BBC asumió la responsabilidad o aparentó sentir que debiera hacer algo para arreglar el daño. Pensé que fue una manera escuálida de comportarse y todavía me siento así”, continuó.

“Más serio aún, más allá de mi caso en particular, sentí que la BBC había violado la confianza del público al promover un sistema en Reino Unido con el cual la policía secreta daba licencia a los periodistas o lo ponía en la lista negra. Cada vez que escucho a la BBC jactarse de su excelente tradición periodística, siento una punzada de ira”.

Hilton finalmente terminó trabajando para la BBC, presentando un importante programa noticioso de radio en los años 90 y luego un programa de arte.

Otro candidato que fue rechazado siguiendo la pauta del MI5 fue Tom Archer, que trabajó como contratista independiente en los años 70, pero le negaron un puesto cuando solicitó empleo permanente a partir de 1979.

Archer dice que había sido un “socialista activo en la universidad”, pero eso era algo a lo que la BBC generalmente le prestaba poca atención al considerarlo como entusiasmo juvenil. Tenía que haber otra razón y fue Robin Hicks, un editor en Bristol que quería emplearlo, quien lo descubrió: Archer estaba vetado porque un pariente cercano supuestamente se había integrado al Partido Socialista de Trabajadores. Hicks protestó inútilmente.

La carrera de Archer prosperó fuera de la BBC —en Channel 4 y la productora Granada— pero él también encontró una manera de regresar. En 2008, alcanzó el cargo de controlador de programas documentales de la BBC, con base en Bristol.

“Tenía rabia y hasta miedo en esa época”, dice, recordando 1979. “Temí que estaría vetado de todo. Era joven y estaba casado. Devolví un grabador de video que había comprado y vendí el auto. Lo habían hecho de una manera muy torpe”, señaló. “Naturalmente, mi regreso fue un absoluto triunfo”.

Al mismo tiempo que las solicitudes de empleo de Tom Archer eran rechazadas, un alto funcionario de la BBC encargado de seleccionar personal abogaba por el fin del escrutinio.

En diciembre de 1979, Hugh Pierce señaló que en un período de dos años, solo 22 personas habían sido excluidas del proceso y miles habían sido investigadas.

Pidió, entonces, que “el proceso de escrutinio se reduzca”, sin embargo, recomendó que se mantuviera para aquellos con acceso a secretos oficiales y para los que trabajaran en el Servicio Mundial de la BBC, donde muchos extranjeros trabajaban. Más allá de eso indicó que “deberíamos abandonar inmediatamente la actual orden de investigar a categorías enteras de solicitantes. Deberíamos reemplazar una maquinaria aplastante con un servicio más flexible”.

La última frase de este reporte de 10 páginas fue profética. Advirtió que si la extensión del sistema de escrutinio fuera conocido por el público, sería “fuente de ridiculización y vilipendio”. Su recomendación no fue escuchada y su profecía se volvió realidad cuando The Observer publicó su historia en agosto de 1985.

A pesar de que la propuesta de Pierce fue rechazada, se tomaron medidas para recortar el número de personal afectado por el sistema. Una revisión en 1983 resultó en el retiro de 2.000 cargos de la lista de investigados.

El hombre que dirigió esta revisión, un funcionario de la BBC encargado de mediar con el MI5, fue Ronnie Stonham quien, no obstante, había producido un “documento defensivo”, cuya primera frase era un desmentido generalizado y categórico que la BBC sometía a sus potenciales empleados a investigaciones.

En la dirección de la BBC, el apoyo al sistema estaba claramente desapareciendo. El vicepresidente de la Junta de Gobernadores, William Rees-Mogg, ya lo había cuestionado antes del revelador artículo en The Observer.

“Opera ignorado por casi todo el personal de la BBC, desde la Sala 105, en un corredor fuera del paso en el primer piso de Broadcasting House —parte de un laberinto en el que George Orwell se inspiró para crear su Ministerio de la Verdad en su novela 1984“—, escribieron los periodistas David Leigh y Paul Lashmar.

“El letrero en la puerta —“Funciones Especiales-Gerencia“— lo delata”, continuó el artículo. “Detrás de la puerta se encuentra Ronnie Stonham”.

Para entonces, había hechos y casos que hacían inútiles cualquier desmentido.

Algunos se sorprendieron de cómo la BBC había logrado mantener el secreto durante tanto tiempo. En los archivos de la corporación hay evidencia de que les hubiera quedado muy difícil continuar con el engaño si la prensa los hubiera presionado más. “Esta historia tiene 50 años y le ha tomado a la prensa todo ese tiempo en descubrirla”, dijo el entonces director general, Alasdair Milne.

Las revelaciones del Observer produjeron un gran cambio. Casi inmediatamente, Stonham recomendó limitar la investigaciones de subversión a altos funcionarios de la BBC, pero la gerencia de la corporación fue más lejos. En octubre de 1985 anunció que cualquier escrutinio futuro sería aplicado a unos cuantos operativos en los puestos más altos, aquellos encargados del servicio de difusión de emergencias (como en el evento de una guerra nuclear) y aquellos empleados del Servicio Mundial de la BBC que se pensaba serían vulnerables a infiltración hostil. Todas las otras investigaciones cesarían.

Corresponsales como Paul Reynolds, continuaron siendo sometidos a investigación inclusive después de 1985. Pero, entre bambalinas, hubo resistencia en algunos sectores. Una reacción planteó para mantener a corresponsales extranjeros y especialistas en temas nacionales en la lista de investigados, en base a que “la credibilidad de la BBC dependía de su integridad”. Tuvieron que idearse una excusa, así que esos corresponsales fueron rápidamente reasignados a una lista de aquellos que tenían acceso a información restringida del gobierno, un acceso que ninguno de ellos tenía.

El resultado es que el personal bajo escrutinio se redujo a 1.400 en el servicio interno y a 793 en el Servicio Mundial. El sistema se depuró más en 1990 y todo el escrutinio terminó en la BBC, salvo para aquellos involucrados en difusión en tiempos de guerra y los que tenían acceso a información secreta del gobierno.

Don años más tarde, se eliminó de la lista a los de difusión en tiempos de guerra.

La BBC se niega a confirmar si hay personal que es investigado actualmente. “No comentamos acerca de temas de seguridad”, dijo un portavoz. Sin embargo, cualquier investigación residual de personal que necesita acceso a información clasificada para planes de emergencia, por si acaso, sería un proceso abierto y bajo el conocimiento del individuo. Ya no es un secreto como antes lo era.

Un funcionario de la división de noticias de MI5 que reemplazó a Stonham, Michael Hodder, supervisó los últimos casos de investigación del Servicio Mundial. Fue Hodder el que rescató los archivos para la historia. Ignoró las instrucciones de destruirlos y los embaló en unas cajas para enviarlos al centro de archivos escritos de la BBC.

http://www.bbc.com/mundo/noticias-43863777

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