El Caso Browder: un aspecto siniestro de la campaña de propaganda contra Rusia

El lunes en Helsinki, en la conferencia de prensa conjunta con Trump, Putin devolvió la pelota a las grandes cadenas de comunicación del mundo cuando le preguntaron por su injerencia en las elecciones presidenciales estadounidenses. La campaña de Clinton había percibido 400 millones de dólares del financiero William Browder, dijo Putin, de procedencia ilegal. En la operación, añadió, estaba involucrado el espionaje estadounidense que “acompañó y dirigió las transacciones”.

Públicamente Putin ofreció permitir una investigación de Estados Unidos en Rusia, a cambio de que ellos pudieran hacer lo mismo en Estados Unidos.

El asunto es apasionante e involucra numerosos flecos, que precisarían de un espacio muy grande para poderlos desentrañar cabalmente, empezando por William Browder, un oscuro personaje desconocido en España, pero que goza de un enorme eco en los medios anglosajones.

La biografía de Browder explica muchas cosas de Rusia y del mundo actual. Es nieto del antiguo secretario general del Partido Comunista de Estados Unidos, Earl Browder, destituido en 1945. En 1998 renunció a la ciudadanía estadounidense para no pagar impuestos y ahora es ciudadano británico.

Acumuló miles de millones en los noventa con el hundimiento de la URSS y el retorno del capitalismo a Rusia. Es uno de esos oligarcas del estilo Boris Berezovsky a los que Putin tuvo que meter en cintura al llegar a la Presidencia y, desde entonces, son enemigos feroces. Por eso los medios se hacen eco de las declaraciones de Browder sobre la corrupción y la falta de derechos humanos en Rusia.

Putin acusa a Browder de ganar ilegalmente más de 1.500 millones de dólares sin pagar impuestos, ni en Rusia ni en Estados Unidos. En 2013 un tribunal de Moscú le condenó por evasión fiscal y en diciembre volvió a ser condenado en rebeldía a nueve años de prisión por quiebra fraudulenta.

El dinero que Browder saqueó en Rusia se lo llevó a Estados Unidos y en 2012 sirvió para que el Congreso de Estados Unidos aprobara la “Ley Magnitsky” que sanciona a los rusos que “violan los derechos humanos”. El principal impulsor de la Ley Magnitsky fue el senador por Maryland Ben Cardin, quien a su vez estaba financiado por Browder.

Los medios presentan a Serguei Magnitsky a su manera, como un abogado que luchaba contra la corrupción en Rusia, lo que le llevó a la cárcel, donde murió en 2009. Según organizaciones de defensa de los derechos humanos, falleció por falta de asistencia médica. Según Browder, Magnitsky murió porque se negó a admitir su implicación en la evasión de impuestos de Hermitage Capital.

Pero Magnitsky no luchaba contra la corrupción en Rusia sino que era parte de ella. Tampoco era un abogado sino el contable de Browder precisamente.

La versión de Browder es que Magnitsky descubrió un plan de evasión fiscal de 230 millones de dólares que involucraba a su financiera, Hermitage Capital, que tenía fondos ocultos en una cuenta que, en realidad, fue creada por policías rusos corruptos que detuvieron a Magnitsky y permitieron su muerte en una prisión.

Al respecto el cineasta ruso Andrey Nekrasov, otro furibundo enemigo de Putin, realizó en 2016 un documental titulado “Magnitsky Act: Behind The Scenes” que versa sobre ambos, Browder y Magnitsky, donde el primero no sale bien parado.

Pero los tentáculos de Browder llegan tan lejos que logró que el Parlamento Europeo cancelara la proyección del documental porque importantes fuerzas están trabajando sin descanso para tensar todo lo posible las relaciones entre Rusia y Estados Unidos.

La policía española deja escapar a Browder

Al estar condenado por sentencia firme, Browder tiene órdenes internacionales de busca y captura emitidas por la Interpol. Por eso fue detenido en un hotel Madrid en mayo de este año, aunque por muy poco tiempo porque el cartel de “disidente ruso” vende mucho y, como todo lo que afecta a Rusia, es rocambolesco.

Fue el propio Browder quien informó de su detención a través de su cuenta de Twitter: “Acabo de ser detenido por la policía española en Madrid en base a una orden de detención rusa de Interpol. Camino de la comisaría de policía en estos momentos”. Es evidente: la policía española ni siquiera le esposó, ni le retiró su móivil, como ordenan los protocolos. Son los privilegios de ser un “disidente ruso”.

Una vez en libertad, Browder siguió explicando en Twitter que la secretaría general de Interpol en Lyon “aconsejó” a la policía española que no hiciera ni casode  la orden de detención emitida por Rusia. “Es la sexta vez que Rusia abusa de Interpol en mi caso”, añadió.

Pero la complicidad con este delincuente no procedió sólo de la Interpol, ni de la policía española, porque fue invitado a venir a España por la fiscalía, concretamente por José Grinda, que investiga a las mafias rusas y el dinero del caso Magnitsky que ha acabado en España.

Los encargados de perseguir a los delincuentes funcionan así: en lugar de detenerlos se reúnen con ellos y los dejan marchar para que todo siga como siempre.

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