El asesinato de Kennedy 50 años después (5)

La aristocracia del espionaje nazi en Estados Unidos

Juan Manuel Olarieta




Entre los espías nazis que en la posguerra se pusieron a disposición de la CIA estaba George De Mohrenschildt (1911-1977), que había nacido en Bielorrusia, cerca de la frontera de Polonia. Su padre, el millonario Sergio Alexander De Mohrenschildt, era propietario de la «Branobel Oil Company» en Bakú, en la costa del Mar Caspio. Era también un furibundo zarista que fue detenido y encarcelado poco después de la Revolución de Octubre. En 1921 los bolcheviques le condenaron al destierro en Siberia, pero logró escapar con su familia a Polonia, donde en 1931 se graduó en una academia militar.

En 1938 De Mohrenschildt emigró a Estados Unidos. En Nueva York conoció a la familia Bouvier, incluida la joven Jackie, futura esposa de Kennedy, y se convirtió en un amigo íntimo de su tía, Edith Bouvier Beale.

El espionaje británico informó a la Casa Blanca sobre sus sospechas de que De Mohrenschildt trabajaba para los nazis. También fue acusado de colaborar con el gobierno francés de Vichy. Gracias a Pierre Fraiss, un fascista francés que operaba en Estados Unidos, De Mohrenschildt encontró trabajo en la empresa Shumaker de Nueva York. Trató de comprar petróleo en Texas y California para el gobierno de Petain y también mantuvo relación con personajes execrables, como el criminal de guerra nazi Klaus Barbie, el Carnicero de Lyon.

En 1941 De Mohrenschildt se asoció con la compañía de producción cinematográfica «Film Facts» propiedad de su primo, el barón nazi Konstantin Von Maydell. Gehlen reclutó a Maydell en la posguerra para colaborar en los programas de la CIA para exiliados soviéticos. También reclutó a otros miembros de la red de Maydell para trabajar con las organizaciones de exiliados de Europa del este en Estados Unidos. Maydell dirigía la AFABN (Amigos Americanos de la Naciones del Bloque Antibolchevique), una de las organizaciones más reaccionarias que orquestaba la CIA.

Un informe del FBI de 15 de setiembre de 1942 constata que en aquella época De Mohrenschildt era considerado como «muy pro-nazi». El informe también registra que De Mohrenschildt vivía en Washington con Quinten Keynes, un miembro del espionaje británico, y dos oficiales navales estadounidenses.

Hasta el ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941 Roosevelt no ordenó a Hoover capturar a los agentes alemanes que operaban en Estados Unidos. Sin embargo, Hoover tenía su propio criterio al respecto, que era el mismo de Allen Dulles. Las relaciones de los nazis con las altas esferas políticas de Washington, especialmente con Hoover, siempre fueron estrechas. Hoover estuvo obsesionado por una supuesta
«amenaza comunista» desde que en 1919 encabezó la Oficina
General de la División de Inteligencia, donde cooperó con los
agentes nazis que dominaban la Interpol, la policía internacional
con sede en Berlín. Entre otros dirigentes nazis, Heinrich Himmler,
Reinhard Heydrich, Arthur Nebe, eran miembros activos de la Interpol.

Aunque le
mantuvo bajo vigilancia, Hoover libró a De Mohrenschildt de la
cárcel. El espionaje es siempre un recorrido de ida y vuelta. Nunca
se ponen todos los huevos en la misma cesta. El hermano mayor de
George, Dimitri De Mohrenschildt era un feroz anticomunista, miembro
de la OSS y uno de los fundadores de Radio Europa Libre y Amcomlib
(alias Radio Liberty) de la CIA.


Todos
desempeñaron a la perfección el mismo doble juego. Como buen espía
el aristócrata ruso negó cualquier simpatía nazi. Lo que estaba
haciendo, en realidad, era rodar una película documental sobre la
resistencia en Polonia para recaudar dinero para financiarla. Incluso
le dio la vuelta al asunto: solicitó unirse a la OSS y, aunque le
rechazaron, se convirtió en un agente doble; ingresó en el
servicios de inteligencia de Estados Unidos y siguió manteniendo sus
relaciones con organizaciones nazis como ODESSA, que ocultaban a los
criminales de guerra.

Serie completa: El asesinato de Kennedy 50 años después

– El club de los hijos de puta (1)
– De la alta sociedad a los bajos fondos (2)
– El escenario del crimen: Dallas (3)
– Operación Paperclip (4)
– La aristocracia del espionaje nazi en Estados Unidos (5)
– La camarilla nazi-zarista de Dallas (6)
– El chivo expiatorio: Lee Harvey Oswald (7)
– La infiltración de Oswald en los medios progresistas (8)
– Todos los hilos conducen al mismo sitio (9)
– El asesinato del asesino (10)
– Epílogo para un crimen perfecto (y 11)
– ‘Tenemos que convencer al público de que Oswald es el verdadero asesino de Kennedy’

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