El asesinato de Kennedy 50 años después (1)

Juan Manuel
Olarieta

El club de los hijos de puta



Ha transcurrido medio siglo del asesinato de Kennedy. El 22 de
noviembre de 1963 el presidente promocionaba la renovación de su
candidatura con un paseo en coche por las calles de Dallas, en Texas.
Eran las 12,30 del mediodía cuando alguien ataviado con una camisa
se subió a un banco frente a la caravana de vehículos y levantó un
letrero escrito con esmalte negro: “Señor Kennedy, lo desprecio
a usted por sus ideas socialistas”
.

Inmediatamente después sonó un primer disparo, apenas audible
entre el ruido de la caravana de coches. Acto seguido se escuchó
otro disparo que hirió a Kennedy en la garganta. Un tercer disparo
hizo blanco en la cabeza del presidente, pero aún hubo más
disparos, en los que fueron heridas otras personas, como el
gobernador de Texas, Connally, sentado delante de Kennedy.

“¡Oh! ¡Dios mío! ¡Ellos han matado a mi marido! ¡Jack!
¡Jack!”
, gritó Jacqueline, que desde el primer momento
demostró conocer la identidad de los asesinos. Pero, ¿quiénes eran “ellos”? Sin duda se trataba de lo que Kennedy había
llamado pocas semanas antes el “SOB Club” (Son of a Bitch
Club), el Club de los Hijos de Puta. Pero, ¿de quién se trataba?

La versión oficial dijo entonces que el autor de los disparos fue
Lee Harvey Oswald, quien actuó en solitario. No había, pues, ningún
club. Pero a día de hoy lo único que se sabe con certeza es que la
vesión oficial es falsa. Lo normal en estos casos. No hay más que
recordar el recorrido histórico que va del hundimiento del Maine en
1898 al 11 de setiembre de 2001. Estados Unidos es un país agobiado
por las mentiras oficiales como pocos.

Pero lo de menos es que el informe oficial sea mentira, 26 tomos
de mentiras exactamente. Lo realmente serio es que la verdad del caso
está tan enmarañada con un cúmulo de medias verdades,
intoxicaciones e hipótesis que es imposible orientarse entre tan
enorme volumen de información.

Cuando Oswald, el supuesto asesino, fue asesinado por Jack Ruby
dos días después, cundió la sospecha de que el crimen estaba muy
lejos de ser la obra de un hombre solitario, sino que había sido
orquestado por los “señores de la guerra”, el “big
bussines”
, los grandes monopolios que contrataban con el
Pentágono, la CIA, los gusanos cubanos y la Mafia, entre otros. Eran
ellos los que integraban el SOB Club.

Para acallar los rumores, el vicepresidente Johnson creó la
Comisión Warren. Fue como poner al zorro a cuidar de las gallinas.

Entre los integrantes de dicha Comisión estaba Allen Dulles,
antiguo director de la CIA, al que Kennedy destituyó en 1961 por el
fracaso del desembarco en Playa Girón. Pero cambiar al director no
es cambiar a la CIA, máxima responsable del crimen. Allen Dulles no
estaba en la Comisión Warren para investigar nada sino para impedir
cualquier investigación.

Otro miembro de aquella farsa fue Gerald Ford, entonces diputado y
luego presidente en sustitución de Nixon. Fue incluido en la
Comisión porque era el soplón de Hoover. Una vez en la presidencia,
Ford tomó dos decisiones que resultan otras tantas claves del
enredo: puso a Bush al frente de la CIA e indultó a su antecesor
Nixon por el escándalo Watergate.

Hay que hacer un inciso con Nixon. Es posible que sea uno de los
hijos de puta más reconocidos del pasado siglo, pero quizá no
sepamos hasta qué extremos. Uno de sus vínculos inmediatos con
Kennedy fue la competencia mutua en las elecciones presidenciales de
1960.

Otro fue John J. McCloy, asesor financiero del gobierno de
Mussolini y, junto con Allen Dulles, directivo del banco de Prescott
Bush que estaba financiando a Hitler. En 1936 a McCloy se le solía
ver en Berlín reunido con Rudolf Hess o Hermann Goering. Las fotos
le muestran también sentado en el palco de Hitler viendo las
Olimpiadas. Fue abogado del monopolio alemán IG Farben que fabricaba
el gas utilizado en los campos de concentración para masacrar a los
antifascistas presos. Al terminar la guerra, como comisario en la
Alemania ocupada, McCloy protegió a los criminales de guerra, entre
ellos a Klaus Barbie, el Carnicero de Lyon. Formaba parte de la
Operación Paperclip, un plan para integrar a los agentes nazis en la
CIA.

El presidente de la Comisión que daba nombre a la misma era Earl
Warren, también presidente del Tribunal Supremo. En 1942 Warren fue
elegi­do gobernador de California gracias a la financiación de
los monopolios petroleros. Hablar de Dallas, el escenario del crimen,
y de petróleo es una redundancia.

Al año siguiente del asesinato, la Comisión emitió un informe
inverosímil que encubría hasta las evidencias más estridentes. Si
al matar a Oswald se cerraron las puertas, el informe de la Comisión
le echó el cerrojo. Es como si Kennedy hubiera sido asesinado dos
veces.

Basta repasar las biografías de estos -y otros- zorros de la
Comisión Warren para darse cuenta de quiénes eran los hijos de puta
a los que se refería Kennedy, empezando por el vicepresidente Lyndon
B.Johnson, un tejano que había competido con Kennedy por la
nominación del partido demócrata para las elecciones de 1960.


El club de los hijos de puta no estaría completo sin mencionar
que en el asesinato de Dallas aparecen implicados los cuatro
presidentes de Estados Unidos que sucedieron a Kennedy: Johnson,
Nixon, Ford y Bush. Los presidentes eran “todos los hombres del
Presidente”
.



Serie completa: El asesinato de Kennedy 50 años después

– El club de los hijos de puta (1)
– De la alta sociedad a los bajos fondos (2)
– El escenario del crimen: Dallas (3)
– Operación Paperclip (4)
– La aristocracia del espionaje nazi en Estados Unidos (5)
– La camarilla nazi-zarista de Dallas (6)
– El chivo expiatorio: Lee Harvey Oswald (7)
– La infiltración de Oswald en los medios progresistas (8)
– Todos los hilos conducen al mismo sitio (9)
– El asesinato del asesino (10)
– Epílogo para un crimen perfecto (y 11)
– ‘Tenemos que convencer al público de que Oswald es el verdadero asesino de Kennedy’


comentario

  1. Hombre, Juan Manuel, puestos a discutir el top ten de hijos de puta, no hay que olvidar a ese McCloy que citas. Como Alto Comisionado en la postguerra amnistió a convictos criminales de guerra, durante esta como Secretario de Defensa Adjunto se negó a bombardear las vías férreas a Auswitz en 1944 a fin de impedir el exterminio final de los internos, e influyó para usar una bomba atómica que ya innecesaria en 1945. ¿Se puede pedir mas?

    Aunque teniendo en cuenta que Acción Católica en España se sirvió de organismos "de solidaridad" para proceder a colocar a nazis de todas las nacionalidades en lugares más seguros, que es algo en lo ahora estoy interesado, ¿de que nos extrañamos?

    Salud.

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