Estamos en plena economía de guerra: carestía e inflación. En muchas partes de China, las gasolineras han empezado a racionar el suministro de gasóleo debido al aumento de los costes y a la disminución de las existencias del combustible utilizado para la calefacción, la generación de energía y el funcionamiento de coches y camiones.
En los nueve primeros meses del año, la producción china de gasóleo alcanzó los 156 millones de toneladas, un 4,4 por ciento menos que en el mismo periodo del año anterior. Puede que no parezca mucho, pero si la demanda sube un 10 por ciento y la producción baja un 4,4 por ciento, el agujero es de un 15 a un 20 por ciento.
La situación del gasóleo se suma a las presiones energéticas sobre la economía china. El país se enfrenta a una escasez de carbón y gas natural que ha provocado cortes de electricidad generalizados. La escasez de combustible para los camiones amenaza con complicar aún más la pesadilla de la cadena de suministro mundial.
“Los vehículos con motor diésel apenas pueden obtener suficiente combustible con el aumento de los precios”, dijo un distribuidor de camiones en Shijiazhuang, una ciudad de la provincia norteña de Hebei.
Las gasolineras locales limitan la venta de gasóleo a 100 litros por camión, lo que llena sólo el 10 por ciento de los depósitos de la mayoría de los camiones.
Hace meses que las centrales eléctricas de carbón funcionan en China muy por debajo de su capacidad. Muchos negocios comenzaron a instalar generadores que funcionan con motores diésel. Eso ya no es posible.
En plena cumbre climática el mundo está descubriendo estupefacto que la economía mundial depende de los combustibles fósiles y que prescindir de ellos es imposible.