Un hombre de 40 años ha sido detenido esta semana por la policía en Mallorca y acusado de infectar «voluntariamente» a 22 personas con coronavirus, en una «operación» delirante.
El hombre, residente de Manacor, está acusado de contagiar «intencionalmente» el covid-19 al menos a 22 personas, ocho de ellas de forma directa y 14 de forma indirecta, tanto en su lugar de trabajo como en el gimnasio donde entrenaba.
El motivo de la detención, según la nota difundida por la Policía Nacional, es que a pesar de tener síntomas y haberse sometido a una prueba PCR, continuó con su vida normal «sin esperar el resultado» ni mantener «ningún tipo de cuarentena», llegando a trabajar con fiebre de más de 40 grados, según afirmaron varios de sus compañeros.
Si bien la Delegación del Gobierno en Baleares ha informado de que se le acusa de un delito de «lesiones», lo cierto es que operaciones como ésta tiran por tierra cualquier garantía de las personas frente al Estado.
Que personas enfermas vayan a trabajar es algo habitual en España, por el riesgo a perder el trabajo -de hecho se trataría de una infracción del empresario, no del trabajador-, o que una persona se niegue a asumir un determinado tratamiento médico.
Pero el coronavirus permite invertir la responsabilidad: o asumes el riesgo de perder el trabajo, o serás acusado de…
Dice la nota que «en su trabajo «tosía fuerte» por todos lados» [sic], se bajaba la mascarilla, mientras decía «os voy a contagiar a todos«.