Del ‘gran tablero’ al ‘anillo de oro’: los países de Asia central unen sus fuerzas con Rusia y China

El viceministro ruso de Asuntos Exteriores ruso, Oleg Syromolotov, ha denunciado que el Califato Islámico está agrupando sus fuerzas en el norte de Afganistán.

Syromolotov participaba en una conferencia de dos días sobre “La lucha contra el terrorismo y la prevención del extremismo violento” en Dushanbé, la capital tayika.

El coronel estadounidense Kone Faulkner ha calificado estas advertencias de “propaganda rusa”. Estados Unidos niega que los yihadistas estén acumulando efectivos en Asia central porque son ellos quienes están dirigiendo el reagrupamiento.

Para Estados Unidos, Moscú manipula la amenaza terrorista para buscar aliados en la región. Los Estados de Asia central colaboran con Rusia a través del Tratado de Defensa Mutua de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y con China a través de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCS), mientas que Washington quiere ser el único “proveedor de seguridad” en la región.

Estados Unidos está tratando de reactivar su asociación estratégica con Uzbekistán, tras la visita de la semana pasada de su Presidente a Washington, donde se reunió con Trump (1).

Es, pues, bastante evidente que la presencia del Califato Islámico en Asica central también tiene como objetivo dividir y sembrar las semillas del caos en Asia central, como ha hecho en Oriente Medio. Si no pueden sacar a Rusia y China de la región, al menos pueden lograrlo al menos con alguno de los países, sacarlos de las organizaciones internacionales de seguridad e impedir el trazado de la Ruta de la Seda.

Hasta ahora la política imperialista no sólo no ha tenido éxito sino que ha provocado efectos tan contraproducentes, como el alejamiento de Pakistán, un aliado tradicional de Estados Unidos que se acerca tanto a China como a Rusia.

El enfrentamiento entre la URSS y Pakistán alcanzó un máximo en los ochenta, durante la etapa de la presencia militar del Ejército Rojo en Afganistán y la alianza se está forjando exactamente en el mismo lugar. El acercamiento ruso-pakistaní había sido hasta ahora el eslabón más débil del consorcio que ambos países forman con China, Irán y Turquía, pero ahora es uno de los más prometedores.

Así se ha acabado trenzando el llamado “anillo de oro” de los países centroasiáticos, una pesadilla para la diplomacia del Departamento de Estado en Washington. Estados Unidos se ha esforzado al máximo para evitar que Rusia y China unan sus fuerzas contra y ha fracasado. Luego ha visto que esas dos potencias unen sus fuerzas, además, con los países del “gran tablero” (2) centroasiático.

Sólo otra guerra regional puede destruir esa coalición de fuerzas. Ese es el significado de la presencia del Califato Islámico en Afganistán: deben desempeñar hoy el papel que desempeñaron los talibanes en los ochenta.

(1) https://www.whitehouse.gov/briefings-statements/united-states-uzbekistan-launching-new-era-strategic-partnership
(2) https://orientalreview.org/2018/03/31/from-bandwagoning-against-eurasia-to-circling-the-wagons-in-the-center-of-i

Yihadistas del Califato Islámico y talibanes capturados por la policía afgana

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